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La vuelta al ‘cole-ctor’
"En septiembre ocurren días de cielo descendido a la tierra. Se abre el puente levadizo de su castillo en el aire y, bajando por una escalera azul, el cielo se apoya durante un rato en el suelo”. su castillo en el aire
Delicioso recuerdo de un fin del verano de la infancia que Erri de Luca nos regala en su novela Los peces no cierran los ojos. Intentemos traducir esta bellísima estampa de la costa napolitana en los sesenta, a la España de 2016:
“En septiembre ocurren días de aburrimiento elevado al cubo. Se abre la puerta cerradiza de su palacio en Zarzuela y, entrando en la sala del tapiz de tenues colores, Felipe VI se planta durante un rato en el suelo... para recibir a Ana Pastor que viene a darle la brasa con una nueva investidura fallida”.
El bellísimo relato de Lucca queda reducido a sainete tragicómico, porca miseria.
Cuesta volver a conectar después de desenchufarse. Durante los primeros días, sientes que el mundo camina a un ritmo imposible de seguir. Volver a la faena es como esas pesadillas en las que tú tratas de correr o caminar a toda leche, cual Mariano en bosque gallego, y las piernas no te responden.
Pero es un síndrome postvacacional raro, el de este año. Volvemos al cole con la sensación de que nunca terminó el curso pasado. Como en esos culebrones latinos, de los que puedes ausentarte sin miedo durante dos semanas porque sabes que volverás a engancharte sin problema, a tu regreso continúan los mismos personajes: Mariano Alfredo, Pedro Armando, Alberto Osvaldo, Pablo Leonardo y apenas ha avanzado la trama.
En un intento desesperado por pillar el ritmillo cotidiano, he optado por castigarme con el aburrido ejercicio de leerme a mí misma y he recuperado mi última columna, antes de desconectar de eso que llamamos la “actualidad” para conectarme a cuestiones más importantes de la vida.
Este es el repaso de las notas que dejé pegadas en la nevera antes de cerrar por vacaciones, juzguen ustedes si, del ayer al hoy, hemos avanzado algo:
DESCONGELAR LA NEVERA
AYER: Hablaba de la empanadilla de formar Gobierno, congelada desde diciembre y a punto de caducar. Y me preguntaba si a la vuelta del verano habríamos abandonado el hábito de vivir en funciones.
HOY: Segunda investidura fallida y terceras elecciones en el horizonte de la probabilidad.
VACIAR EL BUZÓN:
AYER: Imaginaba al monarca llenando el buzón de sobres de atrezo para hacerse el ausente y esquivar a las visitas, se enfrentaba a una nueva ronda de consultas.
HOY: El rey recibe a la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, que le dará la no-noticia.
DESCONECTAR APARATOS ELÉCTRICOS:
AYER: Mencionaba la dimisión de la directora de la DGT, María Seguí.
HOY: Recordamos una dimisión con final feliz, como algunos masajes... El exministro José Manuel Soria ha sido propuesto por el Gobierno para ir al Mundial (Banco). Un delantero seleccionado por meter goles, lo normal.
BUSCAR QUIÉN TE RIEGUE LAS PLANTAS
AYER:
Recomendaba que ese vecino no fuera Trump para evitar que, al volver, pudieras encontrarte un muro de pladur en medio de tu salón.
HOY: Donald ha ido a regar la residencia de Los Pinos del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a petición de este. No solo le quiere plantar el muro sino que asegura que lo pagarán los mexicanos. ¿Por qué le llamo regar cuando quiero decir orinar?
CARGAR PILAS
AYER:
Aconsejaba a mis sufridos lectores que cargaran las pilas y se prepararan para lo que nos pudiera esperar a la vuelta...
HOY:
Insisto, más vale que las hayan cargado, nos espera un otoño calentito ¿ahorraremos en calefacción?
Esas personas a las que usted se refiere
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Estos días, mi vida transcurre entre hospitales porque alguien muy importante para mí, con un corazón recién estrenado, está luchando por quedarse en el mundo. Pasar unas horas en ese otro universo de batas blancas y verdes, en el que todos arriman el hombro para que triunfe la vida y desaparezca el dolor y presenciar el trabajo de los profesionales a los que los recortes les dificultan su tarea pero no les merman las ganas y el compromiso, convierten la melodía de casi todo lo que suena en el Congreso de los Diputados en una canción hortera del verano.
Ojalá todos los bebés que luchan hoy en las UCI puedan tener una infancia. Y, ojalá, cuando sean adultos y estén decepcionados, aburridos y cansados de ver lo que otros hacen y deshacen en el mundo, puedan recordar un septiembre en el que el cielo descendía a la tierra, como el de Luca:
“A los diez años, podía ver los peldaños escuadrados, y recorrerlos hacia arriba con los ojos. Hoy me contento con haberlos visto y con creer que siguen existiendo”.