Plaza Pública 8-M
Este 8 de marzo, sigamos generando igualdad
“El feminismo no lucha por lo identitario masculino, sino por lo genéricamente humano”
Celia Amorós
Este 8 de marzo nos encontramos en una situación sanitaria atípica que no aconseja realizar celebraciones ni manifestaciones multitudinarias en las calles. Es evidente, no obstante, que la causa feminista está más viva que nunca y sería un error no aprovechar esta fecha para hacer unas cuantas reflexiones. Mucho hemos avanzado, pero la lucha por la plena consecución de nuestros derechos fundamentales en términos de autonomía, libertad y equidad continúa. Tal como yo lo veo, tres son los retos más importantes que en este momento se le plantean al feminismo. El primero, la situación de precariedad y pobreza que el covid-19 está dejando entre las mujeres. Hace ya días que los diferentes sindicatos (siguiendo datos de la Agencia Tributaria) nos alertan de que el impacto de la pandemia en sectores con alta presencia femenina, como la hostelería, los alojamientos o el comercio está haciendo retroceder el equilibrio en cuanto a retribuciones por sexo a niveles del año 2013. El retroceso es, por ahora, de ocho años. Y qué decir del sector de cuidados y empleadas de hogar, cuyas condiciones de trabajo y su empleabilidad se han reducido de forma drástica, o la temporalidad y las excedencias que siguen siendo cada vez más cosa de las mujeres. También es significativa la diferencia en los contratos a tiempo parcial, que se ha visto aumentada de tal modo que, si en el último trimestre de 2019 tenían contrato a tiempo parcial el triple de mujeres que de hombres, en el último trimestre del 2020 la diferencia ha crecido de tal modo que las mujeres presentan cuatro veces más de contratos a tiempo parcial (tres de cada cuatro trabajadores a tiempo parcial son mujeres). A tenor de estos datos, ¿no habría que diseñar y poner en marcha urgentemente nuevas políticas de igualdad de oportunidades que reviertan en lo posible esta situación?
La segunda cuestión es el ataque frontal que el feminismo está sufriendo desde los sectores de la derecha y la ultraderecha, con Vox a la cabeza. Hacía mucho tiempo que no recibíamos una agresión de tal calibre y no solo con los argumentos de la moral tradicional (el feminismo socava los cimientos de la sociedad y de la familia y amenaza los valores de la masculinidad tradicional), unos cimientos que, por lo visto, se basan en la explotación y la subordinación de las mujeres, sino que, en una época de recesión como la nuestra, lo más rentable es tirar de argumentos económicos. Así, se alega que los recursos destinados a las políticas de igualdad son un despilfarro inútil que pone en riesgo la economía nacional y que, por tanto, hay que desmantelar sí o sí todo lo que la extrema derecha llama despectivamente “chiringuitos”, pese a lo evidente de sus logros en materia de igualdad en las últimas décadas. (P. ej. hace poco que hemos asistido a la supresión de la Dirección General de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, hecho al que pretenden sumarse otros ayuntamientos) Ante esta amenaza, ¿no sería deseable contar con estrategias para ganar a la opinión pública que los reaccionarios tratan de poner en nuestra contra?
Por último, nos hallamos en medio de la enconada controversia que se está desarrollando en el seno del feminismo, una controversia sonora, entre otras razones porque trasciende el mero momento político y afecta de lleno a la reformulación o redefinición del concepto de “derechos humanos” y a su alcance en las sociedades democráticas. Eso que Hanna Arendt llamó: “El derecho a tener a derechos”. Las puntas del iceberg son la Ley trans, los vientres de alquiler, la legalización de la prostitución, la pornografía, el ciberacoso, cuestiones todas ellas que nos remiten a un conflicto entre derechos individualistas y derechos colectivos. Respecto a esto, Judith Butler en su último ensayo La fuerza de la no violencia dice: “Es preciso salir del individualismo liberal. Hay que dar con un nuevo vocabulario que piense en la igualdad radical entre humanos y no en el cliché identitario, es ahí desde donde la izquierda debe dar la batalla”. Ciertamente, el movimiento feminista siempre ha sido un movimiento transversal, que ha defendido la dignidad del cuerpo femenino y los derechos plenos de las mujeres, no sucumbamos ahora a intereses identitarios y genéricos. El individualismo llevado al extremo, “mi libertad es sagrada” como mantra para todo, yo soy libre para usar mi cuerpo como me dé la gana, puedo venderlo si me interesa, explotarlo, determinar sin cortapisas mi género cuando y cuantas veces quiera… Es una retórica que suena bien, es tentadora, pero no olvidemos que ese es precisamente el fundamento del capitalismo: mercantilizarlo todo. Además, si aceptamos esto sin matices, ¿cómo negaremos la libertad para vender, explotar y esclavizar a otros?
Los debates son riqueza para construir pensamiento, solo en las dictaduras todo el mundo piensa lo mismo. La cuestión es que hoy el feminismo parece estar desgarrado en una polémica estéril que nos desgasta y paraliza. No estamos avanzando en los pactos y compromisos y, mientras tanto, se pierde más empleo femenino que nunca, la brecha salarial de género se agranda, la pobreza y la falta de oportunidades se ceba con las mujeres, la abolición de la prostitución y la legislación sobre los vientres de alquiler están en vía muerta, la violencia contra las mujeres no cesa, hay derechos que no terminan de reconocerse… Busquemos soluciones que garanticen los derechos de todas y todos, soluciones que tengan la seguridad jurídica suficiente, pero que, a la vez, estén conectadas con la realidad actual de las mujeres y superen una visión estereotípica. Del feminismo depende exigir a los partidos y a los poderes que haya un diálogo constructivo dirigido a encontrar una vía de entendimiento y acción.
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Como sociedad vivimos un momento de enorme gravedad, por tanto, la ausencia de manifestaciones masivas este año no significa que las mujeres no sigamos defendiendo nuestros derechos. Todo lo contrario. Celebremos este ocho de marzo de otra manera. Quizá desde nuestros balcones, o con una acción virtual generalizada..., cada cual puede dar su propio testimonio, siempre que sea desde la responsabilidad y, sobre todo, con una disposición que nos lleve al consenso y a la acción conjunta. Aprovechemos esta fecha simbólica para las mujeres de todo el mundo para pensar todas juntas y elaboremos una agenda que dé respuesta a los radicales cambios que estamos viviendo. Esos son los verdaderos retos que tenemos por delante.
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Pilar Laura Mateo es escritora y socia de infoLibrenfoLibre. Su última novela es Toda esa luz Edit. Mira, 2021