Plaza Pública

El banquillo azul de los acusados

Miguel Lorente Acosta

Hay quien se auto-inculpa con el silencio y recurre a la ausencia para escenificar esas palabras que no se dicen, quizás con el objetivo de ocultar en el hueco que dejan todas las ideas que sustentan ese posicionamiento pasivo lleno de acción, que no se atreven a expresar.

La ausencia del Gobierno en el debate de la iniciativa de Unidos Podemos para acabar con la brecha salarial de las mujeres es un acto de cobardía política, además de un desprecio a las mujeres que la sufren. No se pide que el Gobierno esté de acuerdo, pero sí que dé la cara para defender su posición, no hacerlo y presentar lo ocurrido como producto de las circunstancias es una falta de respeto a las personas que lo han votado y a su grupo parlamentario, que tiene que defender lo que sus ministros y ministras no están dispuestos a hacer.

La política del disimulo ya no funciona, puede resultar útil para los primeros titulares de la tarde, pero la realidad cada vez se construye más con las palabras sobrantes de la posverdad. Y aunque el disimulo sea el gesto de la mentira, la conciencia no puede taparse bajo una manta tan pequeña, por eso, cuanto más palabras sobren más grande será la crítica de fondo, como ha sucedido con la decisión de ausentarse que tomó el Gobierno.

Todo es muy coherente en un Gobierno que ha seguido al pie de la letra lo que comentó su presidente cuando le preguntaron sobre el tema, “no nos metamos en eso”, dijo; y es lo que han hecho, “no meterse” dentro y quedarse fuera del hemiciclo. Parece que el silencio y la ausencia son dos buenas respuestas para Mariano Rajoy cuando le preguntan por los temas relacionados con la desigualdad, pues tampoco dijo nada ante la pregunta sobre violencia de género en el debate electoral de junio de 2015.

No puede haber sorpresa en aquello que se anuncia, y lo del Gobierno con la desigualdad y el machismo es un anuncio permanente, tal y como ha demostrado, una vez más, el argumentario elaborado para rechazar la huelga feminista del 8M.

No corregir las diferentes consecuencias de esa desigualdad de genero es consentir que continúe su injusticia social, su discriminación y su violencia contra las mujeres. El machismo es cultura, no conducta, y dejar que se exprese en cualquiera de sus manifestaciones es permitir que permanezca en todas, pues los elementos que dan lugar a cada una de ellas son comunes. Por eso el machismo permanece y se adapta para lograr sus objetivos de sumisión y poder por otras vías y con otros mecanismos.

Machismo permanente revisable

Y hoy, a diferencia de años atrás donde el control social y los límites en el uso de los tiempos y los espacios actuaban como los principales mecanismos de control y sometimiento público, es la economía y su mercado laboral quienes hacen de matón del machismo para lograr someter y dominar a las mujeres a través de la precariedad, la parcialidad, la brecha salarial y el acoso en el trabajo. Un acoso que sólo en su expresión sexual afecta al 55% de las mujeres de la UE (FRA, 2014).

Nada es casual, la primera corrupción de todas es la moral, el resto sólo es su consecuencia, y la ausencia del gobierno hecha silencio o ese silencio hecho ausencia, además de auto-acusarse como cómplices de la desigualdad, es reflejo de quien dice estar en contra de las consecuencias, pero no hace nada para acabar con las causas que las ocasionan. ____________________

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la violencia de género.

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