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Conciliación: por una vida que merezca la pena

Raquel Huerta | Emilio Delgado

Algo falla cuando el 60% de padres y madres dicen no sentirse satisfechos con la cantidad de tiempo que pueden pasar con sus hijos e hijas.

Nuestra condición de seres humanos, nos da una sola vida. Una sola oportunidad de vivirla y, por tanto, el debate sobre el tiempo de trabajo y el tiempo de vida es un debate fundamental para todos y todas, tanto para los que tenemos como para los que no tenemos hijos o personas a nuestro cargo.

Este verano hemos visto cómo se acuñaba el término Trabacaciones, esto es, la unión total de las esferas personal y profesional en una sola dimensión, avanzando en la idea de la integración de estos dos espacios en uno solo, pulverizando la idea de que deben ser momentos separados y conciliables.

Se multiplican las voces de alarma sobre la tendencia en España al avasallamiento de nuestro tiempo libre, de cuidados y familiar.

Los informes de Eurostat señalan a la situación de las mujeres en el mercado laboral, las escasas políticas orientadas a garantizar los cuidados de menores o de dependientes y la igualdad en la distribución de dichos cuidados, como algunos de los elementos que nos convierten en uno de los peores países de Europa para la conciliación laboral y familiar.

¿Cuánto tiempo se dedica en España a los hijos?, se llama el informe elaborado por la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), que confirma el desigual reparto del tiempo de cuidados entre mujeres y hombres, recayendo la mayoría en las primeras. Igualmente, Unicef, Cáritas o Save the Children han dejado negro sobre blanco la advertencia: tener hijos en España multiplica el riesgo de caer en situaciones de pobreza, siendo las familias monomarentales las más vulnerables y confirmándose la tendencia a la transmisión generacional de esa pobreza: los niños y niñas que nacen en hogares pobres, tienen muchas posibilidades de ser en el futuro, padres y madres de niños igualmente pobres.

Todo este escenario desincentiva enormemente la posibilidad de tener hijos e hijas, y ha provocado un descenso en la tasa de natalidad en España un 21% desde 2008, pero también aboca a quienes ya los tenemos a vivir su crianza como una carrera de obstáculos diaria.

Por todo ello, directivas y resoluciones del Parlamento Europeo, los trabajos de la subcomisión para el estudio de la Racionalización de Horarios en el Congreso de los Diputados o diferentes organizaciones de la sociedad civil, nos instan a legislar y llevar a cabo reformas que reviertan esta tendencia.

Prácticamente la totalidad de los partidos políticos han recogido el guante y han lanzado mensajes afirmando que trabajan en cambios legislativos. Sin embargo, conviene recordar que las políticas de conciliación se van a desplegar sobre el suelo que configuran determinados elementos estructurales de nuestro país que pueden potenciar y dar recorrido a estas políticas para consolidarlas y hacerlas eficaces, o por el contrario asfixiarlas hasta dejarlas sin efecto práctico. Analizamos a continuación algunos de estos elementos.

El mercado de trabajo

Las sucesivas reformas laborales que se han implantado en España en las últimas décadas en nombre de la flexibilidad, la competitividad y la modernización, no han dado como resultado un mercado de trabajo más dinámico, ni más accesible, ni más garantista con los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

Por el contrario, han instaurado un mercado laboral en el que quienes buscan empleo tienen cada vez más dificultades en encontrarlo (muy especialmente las personas mayores y los jóvenes). Cuando lo encuentran, tienen horarios más exigentes y están peor remunerados y las empresas cuentan con muchos más mecanismos para despedirles, momento éste, el del despido, en el que los trabajadores y trabajadoras se dan cuenta de que obtienen cada vez indemnizaciones más menguantes y finalmente, cuando van a cobrar el paro se encuentran menores niveles de protección social.

Es oportuno recordar el ataque a la negociación colectiva en la última reforma laboral del Partido Popular, precisamente donde la negociación puede llevar las condiciones de los trabajadores más allá de la regulación general en aspectos, por ejemplo, como la conciliación de la vida laboral y familiar.

Un mercado que basa en la explotación intensiva de la mano de obra, con el 56% de las horas extraordinarias impagadas, lo cual equivaldría a la creación de 156.000 empleos. Un mercado en el que finalmente los trabajadores pierden su condición de ciudadanos y de sujeto de derechos ya que a pesar de gozar formalmente de los mismos, no se generan las condiciones para poder ejercerlos.

El modelo productivo

Trabajamos 320 horas más al año que los alemanes, pero somos un 20% menos productivos.

Esta contradicción puede resolverse caminando hacia un nuevo modelo productivo que genere más riqueza y por tanto esté en condiciones de liberar tiempo de trabajo para aumentar el tiempo de vida, de cuidados y familiar. Sin embargo, cambiar el modelo productivo español, basado en el bicultivo del turismo y la construcción, requiere de inversiones importantes y adecuadas.

Nuestro país está ocho puntos por debajo de la media en recaudación de la Unión Europea, pero además hace falta invertir bien. No en planes “E” que terminan como un reguero de financiación dispersa y deslavazada sin carácter estratégico, sino por ejemplo invirtiendo en economía verde que permita afrontar la indispensable transición energética que además supondría un ahorro importante, habida cuenta del despilfarro de dinero que le cuesta a las arcas públicas la terrible dependencia energética española. Ahí sí podríamos crear empleos de mayor calidad y con horarios más racionales.

Como decíamos, realizar ese cambio de modelo requiere inversiones y, por tanto, hacen falta recursos económicos.

La fiscalidad

Es imposible obtener esos recursos estimulando el fraude fiscal con amnistías a los defraudadores, ni dando por perdidos los 40.000 millones de euros en el rescate bancario que nos aseguraron que no nos iba a costar ni un euro, ni con modelos fiscales como el de la Comunidad de Madrid que perdona cada año alrededor de ochocientos millones de euros a 15.000 personas (las que tienen más de dos millones de euros) a través de una bonificación del 100% del impuesto de patrimonio. Como recordaba recientemente Jorge Moruno, la estadística del impuesto del patrimonio que publica la Agencia Tributaria muestra que desde 2015 la cifra de personas que han aumentado su patrimonio hasta llegar a los 30 millones de euros ha aumentado en 316 personas, llegando la cifra total en España a 549.

De todas ellas, 350 tienen su domicilio fiscal en Madrid, donde se ahorran impuestos, cada uno de ellos deja de aportar unos 600.000 euros al año. Un agujero en las arcas públicas que impide tener recursos para invertir en escuelas infantiles o políticas que faciliten la vida de la gente. En definitiva, sin una reforma laboral que garantice los derechos de los trabajadores y trabajadoras y proteja su capacidad de negociación, sin un modelo productivo que no se base en la explotación intensiva de la mano de obra sino que se fundamente en investigación, desarrollo e innovación y que nos haga ser punteros en sectores de alto valor añadido, y sin una reforma fiscal que haga que se recaude más pero sobre todo mejor (haciendo que paguen más quienes más tienen), las reformas en materia de conciliación serán de un calado superficial y poco eficaz.

A pesar de que es necesario hacer reformas estructurales que permitan que las medidas que se puedan plantear en este sentido prosperen, merece la pena destacar que a día de hoy ya hay empresas que están avanzando de forma exitosa en la implantación de horarios y formas de organización del trabajo más flexibles que permiten conciliar con resultados beneficiosos tanto para la empresa como para los trabajadores. Estas empresas están constatando un aumento de la productividad, así como una reducción de las bajas por enfermedad de los empleados relacionadas con el estrés laboral.

Iniciativas de Podemos

Desde Podemos, pensamos que las reformas que se requieren han de tener un carácter integral, y se deben configurar desde la cooperación entre los diferentes niveles de la administración (nacional, autonómica y municipal), superando el binomio familia-trabajo para prestar atención también a factores como la educación, el ocio y la cultura, el acceso a servicios públicos o la movilidad. Una de las propuestas que tenemos y que ayudaría a equilibrar los tiempos de trabajo y familiares, es sin duda el establecimiento de permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles. Los datos no engañan.

Cada vez que en una familia alguien debe retirarse del trabajo, invariablemente la decisión es asumida por las mujeres. Según el Ministerio de Empleo, el Instituto Nacional de la Seguridad Social registró en el primer trimestre de 2017 un total de 11.410 excedencias por cuidado de familias, de las cuales el 90% correspondía a mujeres (10.361) frente a las 1.049 de los hombres.

La brecha salarial existente entre hombres y mujeres tanto en España, que asciende a 4.636 euros anuales, como en la Comunidad de Madrid, cuya cantidad aumenta hasta los 7.460 euros entre el salario medio de los hombres y de las mujeres, es causa y consecuencia a la vez del abandono de las mujeres de sus carreras laborales en pro del cuidado de hijos y familias. El tradicional papel que ocupan las mujeres en la sociedad, por el cual el terreno de los cuidados es exclusivamente femenino, hace que las mujeres entren al mercado de trabajo en peores condiciones que los hombres, accediendo mayoritariamente a empleos peor remunerados que ellos, con jornadas parciales de forma involuntaria, etc.

Procuremos pues que a la hora de contratar nadie introduzca en la ecuación el mayor tiempo de baja por maternidad porque, como decíamos, los permisos de maternidad y paternidad sean intransferibles.

Y que a la hora de decidir quién debe ocuparse de los cuidados, la diferencia salarial no sea un elemento decisivo. También impulsamos en la Asamblea de Madrid una ponencia sobre racionalización de horarios comerciales en la Comunidad, la única en toda España que tiene sus horarios completamente desregularizados.

¿Cómo va a conciliar nadie su vida trabajando en centros comerciales que abren de 09:00 a 22:00 horas incluyendo domingos y festivos? ¿Cómo compiten los pequeños comerciantes con estos horarios si no es sacrificando su vida personal? En definitiva, los compromisos y las apuestas por la conciliación no pueden quedarse en una interpelación al esfuerzo personal.

Tenemos un conjunto de condiciones estructurales que dificultan ese empeño y son imprescindibles acciones integrales y coordinadas por parte de las administraciones públicas, a la ciudadanía no le vale con meras declaraciones de intenciones.

Es posible y necesario conciliar los horarios laborales y la vida personal, desde Podemos apostamos por ello. Tenemos diagnóstico, tenemos propuestas y tenemos una hoja de ruta para demostrar que los horarios laborales y la vida se pueden y deben conciliar, porque solo tenemos una. Trabajemos para vivirla y no a la inversa. _____________

Raquel Huerta y Emilio Delgado son diputados de Podemos en la Asamblea de Madrid

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