Plaza Pública

Deterioro social y expulsión de los jóvenes españoles

Albino Prada

Para explicar las fuerzas de fondo que empujan tanto hacia el declive demográfico en España como hacia la creciente insostenibilidad de nuestro sistema de protección social, es crucial contar con una radiografía precisa de lo que está sucediendo con las generaciones más jóvenes que están en edad de trabajar y emprender una vida digna fuera del domicilio de sus padres.

Un primer elemento de dicha radiografía es evaluar la mayor o menor cuantía de la población con menos de 25 años que, queriendo trabajar, se encuentra sin empleo. Utilizando los últimos datos homogéneos de Eurostat para todos los países de la Unión Europea, este primer vector de dicha radiografía social no nos es nada favorable.

Como se puede observar en un primer gráfico somos el segundo país (después de Grecia) con peor dato de paro juvenil en 2017 de los veintiocho países miembros, y más que duplicamos la tasa media de desempleo juvenil de la UE. Estamos en las antípodas de Alemania, un país que –por cierto– considera que nuestros jóvenes están muy bien formados para conseguir una ocupación –previa inmersión en su idioma– como inmigrantes en aquella economía.

 

Fuente: elaboración propia con datos de Eurostat

Esta elevada tasa de paro juvenil convive con una cobertura de protección a los desempleados que se ha ido situando bajo mínimos a lo largo de la última década. De manera que no solo tenemos muchos más jóvenes en busca de un empleo que cualquier otro país de la UE (salvo Grecia), sino que además la mayoría de esos jóvenes no tienen ninguna prestación económica mientras permanecen en dicha situación.

Podría pensarse que al menos el sistema educativo estaría, en esas condiciones, actuando mientras tanto como un agente movilizador de las capacidades de nuestra juventud. Pero lo cierto es que el porcentaje de jóvenes entre 15-24 años que no estudian ni trabajan en España se sitúa también por encima de la media europea según la misma fuente de datos. En este caso somos el noveno país (de veintiocho) con mayor porcentaje de dicho indicador.

Respecto a la población entre 15-24 años que tiene un empleo (un colectivo que en los últimos diez años se redujo de manera rotunda) la nota más determinante respecto a su calidad es la elevada temporalidad del mismo. La tasa de empleo temporal juvenil española se sitúa muy por encima de la media europea, lo que nos coloca como el sexto país –de veintiocho- con la tasa de temporalidad más elevada de la UE. En un segundo gráfico recogemos la situación de cada país europeo estando España mucho más cerca de la situación griega que de la alemana. Multiplicamos por cinco la tasa de temporalidad del empleo juvenil de Alemania.

 

Fuente: elaboración propia con datos de Eurostat

Para finalizar nuestra radiografía señalar que otro atributo de calidad del empleo juvenil viene recogido por la mayor o menor cuantía de jornada completa respecto al que sea a tiempo parcial. También en este caso superamos de largo el indicador alemán (nosotros un 25%, Alemania 20%).

Resumiendo, la combinación de:

 

  • Una descomunal tasa de paro juvenil
  • Una muy reducida cobertura de protección a los parados
  • Una muy elevada tasa de empleo temporal de los jóvenes
  • Un elevado índice de empleo juvenil a tiempo parcial

Provoca que el riesgo de pobreza y de exclusión en la población española entre 20-29 años –y que ya no viven con sus padres– se sitúe muy por encima de la media europea (nosotros 38,5%, mientras que la media europea es de 31,1%) según datos para 2016 de Eurostat.

No es extraño que dicha situación presione a la emigración de miles de nuestros jóvenes, que así comprueban como, para ellos, España es un país fallido.

En este contexto comportamientos sociales como el diferir la edad de jubilación de los más mayores, la realización de horas extraordinarias, o el simple escamoteo de jornadas laborales abusivas se convierten en un escarnio y una sobrepresión en aquella dirección. Por no hablar de la mayoría de los empleos temporales y a tiempo parcial, que en vez de en un contrato laboral se plasman en la España de hoy en pagos por facturas a un presunto autónomo. Aquí se evapora el mismo concepto de jornada laboral. Una auténtica jungla social neoliberal. ________________

Albino Prada es doctor en Economía, miembro de ECOBAS y ATTAC

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