¡Insostenible|

Un proyecto de país ecofeminista

Álvaro Gaertner Aranda

El 19 de octubre del año pasado, justo después de la publicación del acuerdo presupuestario entre el PSOE y Podemos, Jesús Maraña comentaba que este pacto era un paso en la buena dirección pero que había que ir mas allá y tener un proyecto de cómo queremos que sea nuestro país. Creo que, ahora que se van a producir las negociaciones para establecer un nuevo gobierno entre el PSOE y Podemos es el momento indicado para retomar esta petición e intentar darle una respuesta. Por eso, en este artículo quiero hacer un breve esquema de como podría ser un proyecto para un país feliz que respete los limites ecológicos de nuestro planeta.

Un proyecto de país de estas características, como vimos en un artículo anterior, es un proyecto que sabe la importancia que para la estabilidad social tiene el pleno empleo, y que por tanto intenta conseguirlo seas cuales sean las circunstancias económicas y las necesidades de producción. Por ello, es un proyecto que adopta políticas estáticas y dinámicas para reducir la jornada laboral que permitan que en todo momento todo aquel que quiera trabajar tenga un trabajo.

Las políticas estáticas consistirían fundamentalmente en una reducción de la jornada laboral a 32 horas que imite en gran parte de los detalles la que hicieron los franceses para reducir la jornada laboral a 35 horas. Por otro lado, las políticas dinámicas tendrían dos patas fundamentales. La primera pata tendría que ser la introducción del sistema dual sobre cuestiones relacionadas con el trabajo, que incluye, por un lado, la negociación colectiva a nivel sectorial, y por otro el derecho de las trabajadoras de determinación y cogestión en las empresas. Estas políticas permiten, tal y como se vio en el ejemplo alemán, que las reducciones de producción en las empresas se traduzcan en reducciones de jornada en lugar de en despidos. La segunda pata tendría que ser la igualación, y en su caso, el prorrateo, de los derechos de los empleados a tiempo parcial con respecto a los empleados a tiempo completo. Esta medida, combinada con el establecimiento del derecho a trabajar a tiempo parcial siempre que el trabajador lo requiera, constituye una parte importante de las políticas que hacen que los holandeses trabajen menos de 30 horas a la semana de media y permite que la gente se pueda incorporar al mercado laboral sea cual sea el estado de la economía.

Un proyecto de país de estas características es un proyecto que reduce el gasto que tienen que efectuar los ciudadanos para satisfacer sus necesidades básicas y ser felices. Es, en primer lugar, un proyecto que reduce el gasto que supone para las ciudadanas tener acceso a una vivienda digna. Por ello, es un proyecto que reforma el IBI para que pase a ser un impuesto sobre la renta del suelo, de tal manera que el sector público capture la renta que el mismo produce a través de la instalación de equipamientos y servicios públicos. Esta reforma penalizaría el uso especulativo del suelo, reduciendo con ello la especulación y la subida de precios. Aparte, si fuese lo suficientemente alto sería un incentivo muy poderoso para que los fondos de inversión sacasen al mercado las viviendas que tienen vacías, haciendo que se incrementase la oferta y se redujesen los precios. En segundo lugar, es un proyecto que aprende del ejemplo de Viena, que nos demuestra que la manera más eficaz de reducir los precios de la vivienda es contar con un potente parqué de vivienda pública.

Dado que en la mayor parte de los sitios de España hay más viviendas de las que se necesitan debido a la burbuja inmobiliaria, la creación de este parqué de vivienda pública tendrá que hacerse a través de la adquisición de viviendas que ahora están en manos privadas, especialmente de aquellas que están en manos de grandes tenedores de vivienda. Para ello, habrá que implantar el derecho de tanteo y retracto para todas las administraciones, de tal manera que cuando se produzca una operación de compraventa de viviendas entre grandes tenedores de vivienda las distintas administraciones tengan la opción de sustituir al comprador y hacerse con las viviendas al precio pactado entre las partes. Esto, especialmente en tiempos de crisis en los que los grandes tenedores de vivienda necesitan liquidez y  venden sus activos a precios reducidos puede ayudar a incrementar mucho el parqué de vivienda público. En tercer lugar, es un proyecto que establece controles sobre los precios de los alquileres para evitar que los fondos de inversión se aprovechen de su posición de poder actual.

Esto, dado que actualmente en el mercado inmobiliario se obtienen rentabilidades muy altas no haría que la oferta se redujese, ya que los inversores podrían seguir ganando dinero y por lo tanto seguirían invirtiendo allí donde haga falta. En cuarto lugar, es un proyecto que aprende de ejemplos como el de Nightingale, en Australia, que nos recuerdan aquella máxima de que el metro cuadrado más barato es aquel que no se construye, y que por tanto una manera muy eficaz de reducir el gasto de las familias en vivienda es hacer que las casas y los edificios aprovechen de manera eficiente el espacio. Para ello, se puede prescindir de espacios innecesarios, como el segundo baño o la plaza de garaje, y poner en común espacios y electrodomésticos que de otra manera se utilizarían muy por debajo de su capacidad, como en el caso de las lavadoras.

Para que las viviendas que construya el sector privado sigan estos criterios de eficiencia y suficiencia, se podrían implementar los concursos públicos de constructores como los que hay en la ciudad de Viena, que permiten que, a cambio de subvenciones, las viviendas que se construyan cumplan con los parámetros indicados por el ayuntamiento y sean asequibles. En quinto lugar, es un proyecto que reduce uno de los gastos más importantes a los que las familias tienen que hacer frente, el de mantener su casa a una temperatura adecuada en invierno y en verano. Para ello, se pueden utilizar programas como el Plan Madre del Ayuntamiento de Madrid, que ayudan a rehabilitar energéticamente las casas. Por último, es un proyecto que hace que las viviendas ya construidas estén más densamente pobladas, por ejemplo promoviendo la convivencia entre personas mayores que viven solas a las que les podría venir muy bien tener ayuda para ciertas tareas de la casa con jóvenes que necesitan acceso a viviendas a buen precio para poder independizarse.

Es, en segundo lugar, un proyecto que reduce el gasto que supone para las ciudadanas tener acceso a la energía que necesitan para vivir. Es un proyecto que recupera las presas hidroeléctricas conforme vayan caducando las concesiones para romper el oligopolio, abaratar la luz y maximizar el porcentaje de producción renovable. Es un proyecto que limita el precio que pueden cobrar centrales ya amortizadas como las nucleares o las hidroeléctricas a 30 euros por MWh para acabar con los beneficios caídos del cielo que actualmente cobran las eléctricas y que nos cuestan 3.000 millones de euros al año. Es un proyecto que impulsa la instalación de energías renovables a través de subastas de potencia para garantizar el menor precio posible para los consumidores. Pero es un proyecto, que, a la vez promociona la democratización en la propiedad de la energía, haciendo que las cooperativas de producción de energías renovables puedan instalar renovables sin necesidad de participar en las subastas pero que cuando lo hagan cobren el precio estable salido de la subasta anterior a la conexión de su instalación.

Así se evita que tengan que hacer frente a excesivos trámites burocráticos y se les garantiza un precio estable y competitivo a lo largo de la vida útil de la instalación. Es un proyecto que pone un precio mínimo al CO2 de 30 euros por tonelada, para asegurarse de que las centrales de carbón cierren y que la potencia de respaldo a las renovables, cuando sea necesaria, sea el gas. Además, es un proyecto que utiliza el dinero recaudado con el precio mínimo al CO2 para reducir el IVA de la electricidad al 10% y asegurarse de que la transición energética beneficie a los de abajo. Es un proyecto que afronta sobrecostes del sistema como los pagos por capacidad, los audita, y los reduce al mínimo necesario para garantizar que haya potencia de respaldo a las renovables cuando sea necesaria. Por último, es un proyecto que hace frente a los sobrecostes de los sistemas extrapeninsulares (Canarias y Baleares) y los reduce a través de la instalación de renovables y la interconexión.

Es, en tercer lugar, un proyecto que reduce el gasto que supone para las ciudadanas realizar los traslados que hay que llevar a cabo diariamente como el traslado de casa al trabajo, a hacer la compra o a los lugares de ocio. Por ello, es un proyecto que, aprendiendo de la experiencia del barrio de Vauban en Friburgo, sabe que el kilómetro más sostenible es aquel que no se recorre y debido a ello reduce las distancias que tiene que recorrer la gente en su día a día, haciendo a través de planeamiento urbanístico que las zonas para trabajar, para comprar o para relajarse estén cerca de los lugares donde vive la gente. Además, es un proyecto que hace que las distancias que se tengan que seguir recorriendo se recorran de manera sostenible y barata, utilizando el transporte público o la bicicleta o andando. Para ello, es un proyecto que apuesta por hacer que las ciudades sean para las personas y no para los coches, peatonalizando buena parte de la ciudad como se hizo en Pontevedra y pacificando el tráfico en el resto reduciendo a 30 km por hora la velocidad.

Además, es un proyecto que apuesta por la intermodalidad, rediseñando los trayectos y los horarios del transporte público en aquellos modos donde sea posible de tal manera que se agilicen los transbordos y se reduzca el tiempo necesario para realizar los viajes. Es un proyecto que imita de nuevo de la experiencia de Friburgo, que redujo el precio del abono transportes a 42 euros para una zona equivalente en área a más o menos 4 veces la ciudad de Madrid y a la vez redujo el déficit del transporte público. Además, es un proyecto que toma medidas para hacer que el transporte público sea más cómodo y barato en el transporte interurbano que los modos de transporte no sostenibles como el coche o el avión. Para ello, por un lado introduce medidas de fiscalidad verde para hacer que el diésel, la gasolina y el queroseno sean más caros, y dedica ese dinero a mejorar y abaratar el transporte público, por ejemplo implementando medidas como los horarios cadenciados para el transporte ferroviario (1) y los programas de fidelización que reducen el precio de los tickets entre un 25% y un 50%. Este tipo de medidas permiten que, en un país como Suiza, el transporte ferroviario sea la manera más cómoda de moverse dentro del país. Por último, es un proyecto que mejora las infraestructuras ferroviarias para que el transporte de mercancías se realice de la manera más eficiente, barata y sostenible posible.

Es, en cuarto lugar, un proyecto que reduce el gasto inútil que suponen el consumo relativo y otros tipos de consumo evitables para las ciudadanas y para el país, y que para ello trabaja para reducir la influencia del principal factor que los promueve, la publicidad. Por ello, es un proyecto que aprende de la experiencia positiva de la prohibición de la publicidad del tabaco, que, junto con el resto de las estrategias antitabaco, ha conseguido una reducción en el consumo de tabaco. Estas estrategias consisten básicamente en ponérselo difícil a aquellos que quieren convertir un determinado producto en un proveedor de posición social y en ponérselo fácil a aquellos que quieren promocionar alternativas o estigmatizar ese producto. Esta estrategia se podría utilizar con todos aquellos productos que, o bien son perjudiciales para la persona que los consume, como ocurre en el caso de las apuestas, o bien son perjudiciales para la sociedad, como ocurre en el caso de los productos que al convertirse en símbolos de estatus incrementan su uso muy por encima de lo necesario.

Un ejemplo de este tipo de productos podrían ser los coches, que se usan más de lo que debieran debido, en parte, a la posición social que en determinados ambientes otorgan. Por último, para que los bienes de consumo dejen de ser una fuente de posición social habrá que promocionar valores alternativos al materialismo como fuente de posición social, haciendo que las personas más respetadas de las distintas comunidades no sean aquellas que más recursos materiales tengan sino aquellas que cuiden más a los miembros de su comunidad, aquellas que sepan hacer y reparar más cosas o aquellas que atesoren más sabiduría.

Un proyecto democrático y municipalista

Un proyecto de país de estas características es un proyecto democrático, municipalista y que amplia derechos. Es un proyecto que sabe que el trabajo que se libera al reducir el consumo innecesario se puede utilizar para hacer muchas cosas que se deberían hacer y no se están haciendo. Por ejemplo, se puede utilizar para expandir la red de escuelas infantiles y los recursos dedicados al cuidado de nuestros mayores, liberando así a las mujeres de los trabajos de cuidados no remunerados que actualmente tienen que realizar. Se puede utilizar también para cuidar nuestra naturaleza y nuestro territorio de manera adecuada, destinando recursos a cuidar de nuestros montes e impedir males como los incendios o la desertificación. Es también un proyecto que, al reducir la jornada laboral, aumenta mucho la cantidad de tiempo libre, y por tanto es un proyecto que ofrece alternativas sostenibles para el uso de ese tiempo libre. De esta forma, es un proyecto que sabe que las condiciones para que haya ofertas culturales en un pueblo o ciudad las crea fundamentalmente el ayuntamiento.

Por ejemplo, para que haya funciones de teatro y grupos de teatro, tiene que haber  espacios e instituciones que permitan que eso se lleve a cabo. De la misma forma, para que haya un equipo de fútbol en el pueblo se necesitan instalaciones como campos e instituciones como ligas de fútbol que lo hagan posible, o para que haya grupos de lectura se necesitan bibliotecas y otros espacios donde la gente interesada en esas actividades pueda conocerse y quedar. En definitiva, para que la gente disponga de ofertas culturales que le permitan utilizar su tiempo libre de manera sostenible tiene que haber espacios e instituciones que, o bien generen esa oferta, o bien generen las condiciones adecuadas para que la gente se autoorganice y cree por si misma esas alternativas. Por eso, una parte de los recursos y el trabajo que se liberan al reducir el consumo innecesario se pueden utilizar para generar esos espacios e instituciones que hacen posible un uso sostenible del tiempo libre, tales como centros culturales o polideportivos.

En definitiva, los recursos y el trabajo que se liberan se pueden utilizar para ampliar el Estado del Bienestar y hacer las cosas que realmente nos hacen felices. Un proyecto de estas características es también un proyecto que reconoce que la mayor parte de estas actuaciones que ayudarán a incrementar la felicidad de la población las realizan los ayuntamientos, y por tanto es un proyecto municipalista. Esta característica lleva aparejada otro reconocimiento, el de que para que los ayuntamientos lleven a cabo este proyecto se tienen que cumplir dos condiciones. Por un lado, tienen que poder tener margen de decisión sobre los recursos que van a tener para poder ejecutar las políticas que crean necesarias, es decir, que las competencias nuevas que asuman deben ir acompañadas de margen de decisión y control sobre la fiscalidad.

Esta es otra de las ventajas de la reforma fiscal que se ha esbozado en varios de los párrafos anteriores, puesto que, dado que el impuesto sobre el valor del suelo es un impuesto eminentemente municipal, el aumento de su importancia en detrimento del IRPF da a los ayuntamientos la capacidad para decidir qué políticas quieren llevar a cabo y obtener los recursos necesarios para hacerlo. Naturalmente, la reforma fiscal debería incluir muchos más elementos para hacer sostenible financieramente una expansión del Estado del Bienestar y de la provisión de bienes comunes como la planteada aquí. Algunos de estos elementos serían la subida del Impuesto de Sociedades para las grandes empreas y la recuperación de los tributos sobre la riqueza como el Impuesto de Patrimonio y el Impuesto de Sucesiones. Por otro lado, los ayuntamientos tienen que ser democráticos y disponer de herramientas de participación como los presupuestos participativos que permitan a los ciudadanos decidir qué es lo que necesita su ciudad y a qué quieren dedicar el dinero. De esta forma, las ciudadanas podrán garantizar que las ciudades que se construyan desde los ayuntamientos sean ciudades en las que merezca la pena vivir.

En conclusión, el proyecto de país que he querido plantear en este artículo es un proyecto que aprende de la crítica que hacía Robert F. Kennedy, que era el favorito para ser el candidato demócrata en 1968 hasta que fue asesinado, al PIB y a toda la religión del crecimiento que ya reinaba en esos años. Él decía que el PIB era un indicador que lo mide todo, excepto todo aquello que hace que valga la pena vivir la vida, y, por eso, el proyecto de país que he presentado en este artículo intenta tener en cuenta todo, especialmente aquello que hace que valga la pena vivir la vida.

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  (1)  Que el transporte ferroviario tenga horarios cadenciados significa que las frecuencias de paso entre las distintas ciudades sean constantes, ya sea un tren cada media hora, un tren cada hora, etc.

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