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Derechos laborales

¿Podría Amazon implantar en sus almacenes europeos la 'pulsera guía' que ha patentado?

Varios operarios trabajan en la nave de distribución de Amazon de Torrejón de Ardoz, en Madrid.

Producir, producir y producir. La eficiencia de la plantilla siempre ha sido una de las mayores preocupaciones del gigante estadounidense Amazon, que cerró 2017 con unas ganancias de 3.000 millones de dólares –un 20% más que en el ejercicio anterior–. Tanto es así que la compañía que dirige Jeff Bezos busca día tras día fórmulas y dinámicas que mejoren al máximo posible el rendimiento de sus empleados. La última apuesta de la empresa americana ha sido construir en su sede de Seattle un “espacio de trabajo alternativo”: tres gigantescas esferas de cristal –la más grande de unos 30 metros de altura por 40 metros de diámetro– repletas de miles de plantas para que el personal pueda desarrollar sus actividades “en un entorno que parece más una selva tropical perdida entre las nubes que una oficina”, lo que, asegura la compañía, “puede inspirar la creatividad e incluso mejorar el funcionamiento del cerebro”.

Sin embargo, frente a su nueva apuesta de reuniones “en cabañas suspendidas en árboles” o en “caminos que serpentean entre cascadas”, Amazon tiene también en mente otros proyectos para conseguir la eficiencia óptima de sus trabajadores en los descomunales almacenes de la compañía. Así, el mismo día que la firma estadounidense anunciaba la apertura de sus esferas, la web especializada en tecnología GeekWire desveló que la empresa que capitanea Brezos había obtenido la autorización de dos patentes que permitirían guiar a sus pickerspickers –los encargados de preparar los pedidos– por los miles de metros cuadrados de las naves industriales. El sistema, según el documento presentado en la Oficina de Estados Unidos de Patentes y Marcas, se basa en una especie de brazalete interconectado con una red de puntos repartidos por las instalaciones.

Así, cuando un picker tenga que ir a por algún producto, el brazalete le llevará hasta la estantería exacta. Una vez frente a ella, le indicará el lugar específico donde se encuentra el artículo. Con este sistema, la compañía pretende evitar que los empleados pierdan tiempo buscando entre pasillos y estantes, de forma que durante su jornada puedan preparar el mayor número de paquetes posibles. Sin embargo, la principal preocupación, y lo que ha despertado durante estos días una oleada de críticas, es que el sistema esté centralizado bajo un módulo de gestión, algo que permite al gigante estadounidense de comercio monitorizar tanto la localización de los brazaletes como, incluso, el movimiento de las manos de sus empleados.

 

Funcionamiento de la 'pulsera guía' de Amazon. | USPTO

“Las especulaciones sobre esta patente son incorrectas”, afirmó en declaraciones a la agencia francesa de noticias AFP un portavoz de Amazon, que añadió que “todos los días, en cualquier empresa del mundo, los empleados usan escáneres manuales para hacer el inventario y preparar los pedidos”. “Colocar este dispositivo en la muñeca de los empleados les permitiría tener las manos libres y no tener los ojos clavados en las pantallas”, agregó la compañía, que aseveró que si la idea fuera algún día implementada –recordar que por el momento es tan sólo una patente–, se mejoraría la organización para los trabajadores encargados de preparar los miles de pedidos diarios de la empresa.

Nada más conocerse la noticia, el diario The New York Times se puso en contacto con trabajadores actuales y exempleados de Amazon para preguntarles sobre la nueva idea de la compañía de Seattle. “Quieren convertir a las personas en máquinas”, criticó un antiguo picker británico, que aunque señaló que estos brazaletes podrían ahorrar algo de tiempo, también se mostró preocupado por la posibilidad de un seguimiento “acosador” de los trabajadores. En resumen, temen que la firma pueda incrementar la enorme presión que ejerce sobre sus empleados, una crítica constante durante los últimos años. “No había tiempo para ir al lavabo”, dijo al periódico el exempleado, que describió cómo tenía que preparar cientos de artículos en una hora.

Los expertos dudan sobre la legalidad

La pasada semana, el Gobierno de Italia rechazó categóricamente que el sistema vaya a poder implantarse en los diferentes almacenes que el gigante del comercio electrónico tiene en suelo italiano porque, en palabras de la vicepresidenta de los diputados del gubernamental Partido Democrático, Teresa Maria Di Salvo, “va contra la ley”. También se pronunció al respecto el ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, que se reunió con miembros de la compañía y les explicó que “las únicas pulseras que se hacen en Italia son las de las joyerías”: “Les he explicado, y han comprendido, que esta no es una práctica en Italia y nunca lo será”. Las críticas llegaron del mismo modo desde la ultraderecha italiana. “¿Hombre o esclavo? Quiero devolver la dignidad al trabajo, algunas multinacionales explotan, presionan y luego descartan”, escribió en Twitter el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini.

 

Pero, ¿el uso de este sistema sería legal en España? Los expertos en derecho laboral consultados por infoLibre sostienen que no. Aunque el artículo 20.3 del Estatuto de los Trabajadores establece que “el empresario podrá adoptar las medidas que estime más oportunas de vigilancia y control para verificar el cumplimiento por el trabajador de sus obligaciones y deberes laborales”, Eduardo Rojo, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona, apunta que este poder de dirección “no es absoluto en modo alguno”. Coincide con él su homólogo en la Universidad de Castilla La-Mancha, Antonio Baylos, que asegura en conversación telefónica con este diario que, con la información disponible hasta la fecha, el uso en los almacenes de Amazon de dicho sistema vulneraría “el derecho a la dignidad e intimidad” de los empleados de la compañía.

Los dos expertos se centran en la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, por lo que el análisis que realizan podría extrapolarse al resto de países del Viejo Continente. En concreto, ponen sobre la mesa la reciente sentencia Barbulescu II, un caso que, aunque centrado en el acceso a los correos electrónicos de los empleados por parte del empresario, “sienta doctrina general sobre los límites de la ‘invasión de la privacidad del trabajador en su actividad laboral”. En su decisión, la Gran Cámara del TEDH establece que las restricciones al artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos – “Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia”– en una relación contractual son posibles siempre que sean conocidas por los trabajadores, estén debidamente justificadas y sean pactadas con los representantes de los empleados.

Si bien en este caso la plantilla de Amazon sabría perfectamente que está siendo controlada, los dos expertos no creen que la implantación del brazalete respete “los criterios de idoneidad, proporcionalidad y necesidad”. Según Rojo, “la empresa deberá demostrar que sus facultades de organización y dirección no le permiten utilizar otros mecanismos técnicos que permitan obtener los mismos resultados” y que sean menos invasivos. “Es fundamental conocer la funcionalidad de ese sistema y explicar cuál es la aplicación tecnológica que se supone que está justificada desde el punto de vista organizativo. Un trabajador no tiene por qué estar controlado absolutamente desde que entra hasta que sale. La empresa, por ejemplo, no tiene por qué saber cuándo va al servicio. Ese tipo de control puede herir o lastimar en un momento dado su dignidad”, sentencia el catedrático de la Universidad de Castilla La-Macha.

De escándalo en escándalo

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El gigante americano ha tenido que lidiar durante los últimos años con una oleada de críticas por las extremas condiciones laborales de sus trabajadores. La caja de los truenos la abrió en mayo de 2014 la Confederación Internacional de Sindicatos (CSI, por sus siglas en inglés), que durante su tercer congreso celebrado en Berlín nombró al presidente de Amazon “peor jefe del mundo”. “Una rica compañía estadounidense opera globalmente despreciando la dignidad y los derechos de los trabajadores. Jeff Bezos representa la inhumanidad de los patronos que están siendo promocionados por el modelo empresarial estadounidense”, apuntó la secretaria del CSI tras conocerse que el CEO de Amazon se había impuesto a los responsables de Qatar Airways o News Corporation en la encuesta online que habían puesto en marcha.

Bezos había sido situado bajo la lupa después de que la cadena estatal alemana ARD mostrara en un reportaje las deplorables condiciones laborales de miles de empleados europeos de Amazon, que se desplazaron a suelo germano intentando buscar una alternativa al paro y que acabaron sumidos en una espiral de abusos y precarización. Lo hicieron atraídos por una oferta de empleo temporal en la red europea Eures, una propuesta, en principio, nada sospechosa. Sin embargo, en lugar de entrar a formar parte de la plantilla de Amazon fueron contratados por una empresa de trabajo temporal que les pagaba un 12% menos. Además, fueron alojados en un campamento turístico vigilado por una empresa de seguridad –vinculada a grupos neonazis– que convirtió las humillaciones, el maltrato y los registros de habitaciones en práctica habitual.

Desde que recibió el galardón, Bezos se ha visto obligado a capear constantes escándalos. En verano de 2015, The New York Times publicó un demoledor reportaje en el que describía un ambiente laboral “sin alma” donde se anima a los empleados a “destrozar” en la oficina las ideas de sus compañeros. Además, recogían declaraciones de miembros de la plantilla con cáncer o abortos involuntarios, por ejemplo, que sufrieron evaluaciones laborales injustas o que se les arrinconó para que volvieran a ponerse en marcha en lugar de darles tiempo para que pudieran recuperarse. Los niveles de estrés llegan a ser tan altos que algunos trabajadores se han visto obligados incluso a ponerse en manos de un especialista. Y todo ello por un sueldo que, en muchas ocasiones, no alcanza para vivir. Según un estudio de la organización Policy Matters Ohio, en agosto de 2017 más de 700 trabajadores de la compañía residentes en Ohio estaban apuntados al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria.

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