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Crisis del coronavirus

"La gente se está relajando mucho": los expertos ven peligrar la desescalada acelerada que piden las comunidades

Imagen esta semana en la playa de O Bao en Vigo.

Prácticamente toda España estará desde el próximo lunes en la Fase II de la desescalada. Las únicas excepciones serán la Comunidad de Madrid, Castilla y León, la zona de Bárcelona y el área sanitaria de Lleida. Unos retrasos que comprometen el plan del Ejecutivo de poder alcanzar la denominada “nueva normalidad” a finales de junio y que ponen sobre la mesa la cuestión de si es posible acelerar cambios de etapa de varias de estas regiones en las próximas semanas. Esta semana, Sanidad se ha mostrado dispuesta a recortar los plazos para los saltos de fase. Los expertos consultados por infoLibre también lo ven posible. La transmisión comunitaria se mantiene en niveles bajos y los sistemas de detección temprana van mejorando poco a poco. Sin embargo, preocupa que con el levantamiento de las restricciones la sociedad esté bajando la guardia. “La gente se está relajando mucho y están incrementándose las situaciones de riesgo”, señala alguno de los especialistas pulsados. Por eso, insisten en la necesidad de insistir en que la pandemia no se ha terminado y el virus “sigue aquí”.

En las últimas horas, Baleares pidió que Mallorca, Ibiza, Menorca y Formentera pasen juntas a la Fase III. Teniendo en cuenta que las tres primeras islas cambiaron de escenario esta misma semana, esta demanda –que finalmente no fue atendida Sanidad, que sólo permitió el cambio de pantalla a la última isla– suponía adelantarse a los 14 días aconsejados por la Organización Mundial de la Salud para cada etapa de la desescalada. Desde el punto de vista epidemiológico, los especialistas resaltan que los periodos de dos semanas tienen su “sentido de ser”. “Es el periodo máximo de incubación”, destaca en conversación telefónica con este diario Andrea Burón, vicepresidenta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas). “Es lo que puede tardar la enfermedad en sacar a la luz los síntomas”, insiste Salvador Macip, médico e investigador de la Universidad de Leicester y de la UOC.

Ambos expertos, sin embargo, consideran que, a la vista del impacto económico y social de la pandemia, sería posible ir acelerando este procedimiento de desescalada. Eso sí, siempre y cuando las cadenas de contagio estén perfectamente controladas y los datos de expansión del coronavirus sean buenos. En la misma línea se pronuncia Fernando Rodríguez, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid y portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “Se puede acelerar siempre que se cumplan una serie de requisitos. Primero, que haya una transmisión comunitaria muy baja, como la hay hasta ahora en España. Y segundo, que se tenga bien afinado un sistema de alerta temprana”, sostiene el experto, que recuerda que si bien el periodo máximo de incubación está establecido en las dos semanas, el tiempo “habitual” de aparición de sintomatología suele rondar los siete días. “Lo bueno es que ahora se están haciendo bastantes test y esto está permitiendo detectar rápido”, dice Macip.

“La pandemia no se ha terminado”

Todos los expertos, sin embargo, añaden a la ecuación de la desescalada acelerada un factor más a tener muy en cuenta: la actuación responsable de la sociedad. Y en esto quieren ser meridianamente claros. “La pandemia no se ha terminado, el virus sigue aquí”, asevera Macip. Preocupan, por tanto, algunas de las imágenes que se han podido ver en los últimos días. El lunes, por ejemplo, más de un centenar de personas se congregó en la localidad tinerfeña de Guía de Isora para despedir a uno de los vecinos fallecidos en un accidente de tráfico. Los vídeos del entierro, una celebración que en la Fase II está limitada a menos de una treintena de personas, muestran a muchos de los asistentes sin mascarillas y sin respetar las distancias de seguridad. Un relajamiento que también se ha podido apreciar en parques, playas o terrazas. “La gente se está relajando mucho y están incrementándose las situaciones de riesgo”, sostiene el investigador de la Universidad de Leicester y de la UOC.

Tanto Macip como el portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología creen que el relajamiento de las medidas de seguridad debe ser otro de los indicadores a tener en cuenta en la desescalada. “Si la población no comprende qué se puede hacer en una etapa y vemos que se repiten situaciones de riesgo, no veo mal que se impida pasar de fase hasta que lo entienda”, sostiene el médico. “Si vemos que las recomendaciones y órdenes no se cumplen de forma óptima y, al mismo tiempo, vemos pequeños repuntes compatibles, una medida de prudencia sería esperar más para seguir la desescalada. Y, además, avisar de que se debe a la conjunción de ambas cosas, de forma pedagógica”, apunta Rodríguez. No obstante, tanto el epidemiólogo de la SEE como la vicepresidenta de Sespas son conscientes de la dificultad de calibrar si una imagen puede representar la tónica general. “Habría que buscar la forma de medirlo. Quizá a través de las sanciones, de imágenes de drones...”, reflexiona el experto al otro lado del teléfono. Lo que está claro, apunta Burón, es que hay que seguir insistiendo desde las instituciones en estas medidas.

Desde el comienzo de la desescalada, el Gobierno de coalición ha intentado dejar claro que la transición no es estática. Y que cualquier región puede retroceder si los resultados empeoran. De momento, la única zona que ha recibido un toque de atención ha sido Ceuta. Este jueves, el consejero de Sanidad del Ejecutivo de la ciudad autónoma, Javier Guerrero, aseguró haber recibido una llamada del ministro Salvador Illa trasladándole que el departamento estaba estudiando si devuelve al territorio al punto de partida de la desescalada –algo que finalmente no ha hecho–. El aviso se ha producido después de confirmarse nueve positivos tras varias fiestas, lo que ha provocado el aislamiento forzoso de dos centenares de personas. “Hemos sufrido un repunte muy importante”, ha afirmado Guerrero, quien ha lamentado que parte de la ciudadanía haya actuado “como si el virus no existiera” tras haber recibido “un poco de libertad”. “Los bares se llenan dentro y fuera, se hacen fiestas con más asistentes de los permitidos y sin guardar las medidas de precaución”, ha insistido.

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Brotes controlados

Otra cuestión a la que hay que prestar bastante atención, dicen los expertos, es a la posible aparición de focos de contagio. En Lleida, por ejemplo, se ha registrado un repunte de infectados esta misma semana. Parte de esa subida ha sido por los contagios producidos alrededor de varias empresas cárnicas de la región. Pero también ha tenido bastante que ver la celebración de una fiesta de cumpleaños con una veintena de personas –en la fase I sólo están permitidas las reuniones de una decena– de la que todas ellas salieron contagiadas. Estos brotes, según han indicado en las últimas horas, están prácticamente controlados, pero han impedido a la zona sanitaria cambiar de escenario. No ha ocurrido lo mismo con la localidad murciana de Totana, que pasará a la segunda fase de la desescalada el lunes tras conseguir poner freno a otro foco.

Los expertos asumen que este tipo de brotes van a seguir produciéndose mientras el virus siga circulando. “Nos los esperamos”, dice Burón. Sin embargo, la epidemióloga añade que no deberían suponer un problema si se consiguen controlar cortando la “cadena de transmisión”. “El problema llegaría si empezaran a ser muy frecuentes, simultáneos en varios puntos y no pudieran ser gestionados. Ahí quizá tendríamos que volver a los aislamientos”, sentencia Rodríguez. 

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