Coronavirus
El Gobierno se marca como prioridad reducir los contagios dentro de las casas

20 de abril. Sexta semana de confinamiento en España. Más de un mes observando calles vacías, solo transitadas por los empleados que deben acudir a su puesto de trabajo o por los ciudadanos que se desplazan a realizar alguna de esas actividades denominadas esenciales, como hacer la compra. La ausencia de contacto social al aire libre y en espacios públicos ha conseguido que la única manera de mantener las relaciones sociales sea o bien a través de las nuevas tecnologías o bien con los compañeros de piso —en caso de tenerlos. Por eso, el Ministerio de Sanidad puso en la diana de los contagios hace algunos días, precisamente, a las casas, esos lugares que se convirtieron en refugio de la expansión del coronavirus el pasado 14 de marzo. "Estamos controlando los factores de riesgo, pero tenemos que tener cuidado con uno que nos queda todavía por controlar mejor, los intradomiciliarios", dijo el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en la rueda de prensa que ofreció el pasado 25 de marzo. "Tenemos que entender que el riesgo todavía no solo está fuera", añadió. ¿Y hay manera de controlar ese peligro? Según los expertos consultados por infoLibre, sí. ¿Cómo? Nunca esperando a que el virus se manifieste dentro de los hogares. Es decir, intentando adelantarse al covid-19 a través de medidas preventivas. La higiene, sobre todo.
Las autoridades sanitarias repiten el mismo mantra desde hace algunos días: el pico de contagios ya se ha superado, pero todavía no estamos preparados para comenzar lo que se ha bautizado como fase de desescalada. El miedo a que haya un nuevo brote y la ausencia de medidas de prevención como pruebas masivas a la población dificulta la tarea de marcar una fecha para el fin del confinamiento que, no obstante, se acabará de manera gradual y escalonada. Lo que está claro, en cualquier caso, es que la reclusión domiciliaria ha servido para controlar el virus, tal y como ha asegurado el Gobierno en varias ocasiones. "Hemos logrado un primer avance", dijo el propio líder del Ejecutivo, Pedro Sánchez, el pasado 4 de abril. Las medidas de distanciamiento social, por tanto, funcionan. Pero en las casas, allí donde mantener esa distancia de seguridad es más complicado, todavía pueden continuar los contagios. Por eso Sanidad lanzó esa alerta que, a juicio de Eduardo Martínez, catedrático de Microbiología de la Universidad de Málaga (UMA), fue acertada. "Si se supone que con el confinamiento hemos conseguido que los contagios a nivel laboral y a nivel de relaciones sociales disminuyan, lo que nos queda son personas asintomáticas que están contagiando a los miembros de su familia", dice. O, en su defecto, personas sintomáticas que transmitieron el virus antes incluso de saber que lo portaban, añade Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). "Hasta esta semana que ha vuelto gente a trabajar, el foco más importante de contagio ha sido a nivel intrafamiliar", dice.
Por eso es importante adelantarse. Y la higiene se sitúa como la mejor manera de conseguirlo. "Lo que ocurre dentro de las familias es que, si no hay síntomas, relajas las medidas", advierte Martínez, que asegura que actuar de esa manera es un error. Más que nada por las pocas evidencias que conocemos sobre el comportamiento del virus. "El coronavirus se contagia fundamentalmente por contacto directo y por la emisión de pequeñas gotículas al ambiente que pueden quedar depositadas en determinados objetos de uso común como interruptores de la luz o picaportes de las puertas", recuerda. "Lo que solo toca una persona puede estar controlado, pero los objetos que pueden ser tocados por más personas son los que pueden provocar un contagio", añade. Por eso lo principal es lo que ya llevamos semanas escuchando: hay que extremar la higiene de manos y, además, evitar que estas toquen nuestra cara. Además, sostiene Martínez, hay que tener mucho cuidado con todo aquello que ha estado en contacto con el exterior de las cuatro paredes de la vivienda. De este modo, dice, hay que desinfectar las bolsas de la compra, los zapatos —que habrá que dejar a la entrada y utilizarlos únicamente para salir—, las llaves, el teléfono móvil, etc. Y no olvidar desinfectar la casa. Sobre todo, asegura, aquellos objetos de uso común y frecuente.
"Esto hay que hacerlo siempre. Todos los días. Continuamente", insiste. Más aun si se convive con personas mayores o con patologías previas, los sectores más vulnerables ante el virus. Él, sin ir más lejos, explica que evita salir al supermercado pero que, cuando lo hace, deja los zapatos en la puerta, previa desinfección, e intenta limpiar al máximo las bolsas y los productos. Y además, apunta, hay que salir siempre con mascarilla. Así, más que evitar un contagio propio, se impedirá la difusión del virus, que lo puede portar cualquier persona más allá de tener o no síntomas.
Almirante, por su parte, apunta al mismo procedimiento. "Hay que mantener una higiene muy cuidadosa de las manos y protegernos con el brazo si tenemos síntomas respiratorios como tos o estornudos. Las medidas generales las tenemos que mantener siempre, independientemente de con quién vivamos, pero especialmente si es con mayores o con personas que tienen alguna enfermedad de base", explica.
El propio Ministerio de Sanidad también ha hecho recomendaciones en el mismo sentido. A través de un documento explica que, al llegar a casa, lo primero que hay que hacer es dejar los zapatos cerca de la puerta, lavarse las manos, colocar los objetos que solo se utilicen para salir en algún lugar apartado para no contaminar al resto y desinfectar todos los demás. ¿Cómo? Con solución hidroalcohólica o con agua y jabón. Si se ha estado en un ambiente cerrado con más de una persona, como un supermercado, se debe además separar la ropa que se ha usado para ello y solo utilizarla para volver a salir.
Los hogares, espacios limitados donde es complicado controlar el virus
Sin embargo, ambos expertos califican de "difícil" que, una vez que el virus ha entrado en el hogar, este no se expanda. "La cuestión del contagio intrafamiliar ya se conocía bastante durante los primeros momentos de la epidemia en China. Cuando se decretó el confinamiento siguió habiendo contagios hasta seis o siete semanas más", señala Almirante. Y esto se debía entonces y se debe ahora en España a dos aspectos fundamentales, dice. "Por un lado, se da la circunstancia de que unos días antes de notar los primeros síntomas ya se ha podido contagiar a algún miembro de la familia y, por otro, la de que las condiciones de vida de las familias no permiten llevar a cabo un aislamiento muy estricto. Cuando las familias tienen muchos miembros y viven en un espacio reducido, tener una habitación o un baño para cada uno no es factible", reconoce.
Lo mismo opina Martínez, que ironiza asegurando que la mayoría de las familias españolas no viven "en palacios". "En una casa de 90 metros donde conviven cuatro personas no puede estar cada uno en una habitación", señala.
Por eso, dicen ambos expertos, es complicado que si un miembro de la familia tiene el virus el resto no se contagie. Lo que sí que puede ocurrir, coinciden también, es que no todos desarrollen la enfermedad. "Puede ocurrir que, dentro de una familia de cinco miembros, dos tengan síntomas y tres no, aunque tengan el virus", dice Almirante. Ese es el problema de los asintomáticos y el motivo por el cual la realización de test masivos es otra de las prioridades del Gobierno, que debe testar qué nivel de inmunidad al virus existe antes de levantar las medidas de confinamiento, según los expertos.
En cualquier caso, Almirante recuerda que, a pesar de que se sigan dando contagios intrafamiliares, se puede controlar la expansión del coronavirus. "La ventaja de la transmisión familiar es que esta es finita. Es decir, cuando se ha transmitido a varios miembros de la familia, se acaba la transmisión. Sin embargo, la transmisión a nivel comunitario no tiene fin. Mientras que haya personas que se puedan contagiar, habrá contagios", explica.
Un estudio concluye que en los hogares intergeneracionales italianos se ha propagado más el virus
En este sentido, cabe destacar el estudio realizado por científicos de la Universidad de Oxford que ha concluido que en Italia, otro de los países europeos gravemente afectados por la crisis sanitaria del covid-19, los hogares intergeneracionales —es decir, aquellos en los que conviven personas de varias edades— han conseguido acelerar la propagación del virus. Lo ha recogido el diario Daily Mail, que recuerda que uno de los problemas del impacto del coronavirus en Italia es que se trata del segundo país con la población más envejecida del mundo, solo por detrás de Japón. La investigación apunta a que los más jóvenes suelen vivir y trabajar en grandes ciudades como Milán, pero tienen familiares que residen en zonas rurales del país. El hecho de que algunos de ellos se trasladaran, sostiene la Universidad de Oxford, pudo haber transportado el virus y haberlo llevado a aquellas zonas donde la población está más envejecida y, por tanto, tiene una menor resistencia ante el covid-19.
Pero, ¿cuál es la solución? ¿Llevar a cabo una separación intergeneracional? Para Almirante parece algo inteligente si se habla desde el punto de vista científico, pero difícilmente realizable si se habla desde la práctica. Por un lado porque es complicado dejar de vivir con una persona mayor dependiente y, por tanto, necesitada de cuidados. La alternativa de acudir a los servicios de una residencia, dice, no parece demasiado positiva si tenemos en cuenta que, hasta la fecha, 10.700 personas mayores han fallecido en estos centros. Por otro, porque no es fácil separarse de la familia en las circunstancias en las que nos encontramos. "Abandonar a un familiar no siempre es factible, sobre todo desde el punto de vista psicológico", dice.
Por tanto, insiste en lo mismo: "La mejor solución es que las personas mayores estén en el entorno familiar que les corresponde y el resto de familiares sean cuidadosos". Una vez más, la importancia de la higiene.
La OMS recomienda establecer dos semanas para cada fase de desescalada e identificar el riesgo de nuevos brotes
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