Cambio climático

López de Uralde: "Ampliar el aeropuerto de El Prat va contra el espíritu del acuerdo de gobierno"

El diputado de Unidas Podemos y líder de Alianza Verde, López de Uralde

Juan López de Uralde (San Sebastián, 1963) lleva 40 años clamando contra el cambio climático. Primero desde el activismo y ahora desde su escaño de Unidas Podemos en el Congreso, el líder de Alianza Verde se confiesa "impactado" por algunas conclusiones del informe de expertos de la ONU: "Va más rápido de lo que creíamos", dice. Le afea al PSOE que "ceda ante otros intereses" por las inversiones en el Prat y en Barajas y pide que Unidas Podemos arrope a Yolanda Díaz: "Es fundamental que sea candidata".

Parece que mucha gente se ha enterado esta semana, con el informe de los expertos de la ONU, que el cambio climático es real. ¿Siente que usted como ecologista lleva 40 años predicando en el desierto?

Es positivo que aunque sea ahora la gente se despierte ante el cambio climático. Lo que me produce desazón es el negacionismo que aún existe a pesar de las evidencias científicas. Desde hace al menos 30 años la comunidad internacional tiene claro que el cambio climático es un problema que requiere de medidas urgentes. Sin embargo, aún estamos así.

¿Y se ha hecho algo en todo este tiempo para combatirlo?

Las petroleras sabían lo que pasaba y, sin embargo, financiaron lobbies para impedir legislaciones

Ha habido una utilización del poder por parte de los que tienen el control de la energía fósil para impedir que se avance de forma contundente en contra del cambio climático. Sabemos que solo se avanza con más restricciones a esos combustibles fósiles y con la búsqueda de alternativas. Los científicos que trabajan en las petroleras llevan 20 años emitiendo informes en los que advierten de lo que pasa con el CO2 en la atmósfera. Lo que quiero decir es que esas petroleras han tenido perfecto conocimiento de lo que estaba pasando y, sin embargo, han trabajado financiando a lobbies que han impedido legislaciones y acuerdos para frenar el cambio climático. Se ha producido una lucha permanente de intereses y no se ha avanzado lo que se debería. Pero tampoco es justo decir que no se ha hecho nada. La Unión Europea, por ejemplo, ha reducido sus emisiones un 25%. Se han hecho cosas, pero globalmente esas reducciones han quedado diluidas por el crecimiento de grandes países como China o la India.

¿Le ha llamado especialmente la atención algún punto concreto del informe?

Hay cosas muy impactantes de este informe incluso para los que estamos especializados en esto. La que más, que el cambio climático está yendo por delante de los escenarios que se preveían y está yendo más rápido de lo que creíamos. A principios de siglo pensábamos en escenarios dramáticos a partir de 2050, pero no en plazos tan cortos como los que estamos manejando ahora. Aunque también destaco que se deja un resquicio a la esperanza. No podemos bajar los brazos y hay que seguir haciendo un esfuerzo para que el cambio climático no supere los 1,5 grados de aumento de temperatura. Todavía estamos a tiempo, pero nos queda muy poco tiempo.

De hecho, los escenarios que se avecinan ya están fijados en el corto plazo. No son teorías apocalípticas para dentro de dos siglos.

Son escenarios absolutamente realistas. Los primeros informes del IPCC eran predicciones y por eso era difícil hacer ver a los dirigentes políticos que había que actuar. Los hechos que han ocurrido este verano, como la ola de calor en Estados Unidos, las inundaciones en Alemania, o los incendios en el Mediterráneo oriental demuestran que el cambio climático es una realidad. Es ahora y está aquí, ya no es ninguna predicción.

¿Informes tan contundentes como el del IPCC reducen el espacio del negacionismo?

El negacionismo no necesita de ninguna explicación científica para existir, es político y criminal

El negacionismo no necesita de ninguna explicación científica para existir. A pesar de que tenemos un consenso de la ciencia unánime en torno al cambio climático, el negacionismo es fundamentalmente político. Ya lo hizo Donald Trump. Tratan de alejarse de la discusión científica y sus causas para centrarse en los impactos sociales que puedan tener las medidas que hay que adoptar y así obtener votos. A mí me parece una política criminal intentar sacar beneficio de una realidad tan dramática.

Aún hay quien cree exagerado afirmar que nuestras vidas corren peligro si la temperatura aumenta en las próximas décadas dos o tres grados.

Es difícil que los escenarios que se avecinan impacten a quien no quiere escuchar. A mí uno de los elementos que más preocupa tiene que ver con la alimentación y con la agricultura. Cuando se produzca el aumento de las temperaturas de dos grados y medio o tres los cambios serán de tal calibre que la agricultura perderá capacidad para continuar produciendo. Estamos hablando de grandes hambrunas generalizadas por la imposibilidad de desarrollar la agricultura. Y no hablo del tercer mundo. Durante la pandemia, por ejemplo, en el confinamiento teníamos la seguridad de que el abastecimiento de alimentos estaba garantizado. Con el cambio climático ya no va a ser así.

Que el chuletón sea imbatible y que se vayan a destinar miles de millones de euros a impulsar el uso del avión en España genera dudas sobre cuál es la política medioambiental del Gobierno. ¿Usted, como diputado de uno de los partidos de ese Gobierno, la tiene clara?

Nos preocupa mucho que el PSOE flojee en la lucha contra el cambio climático por otros intereses. La legislatura empezó bien en este sentido y se aprobó la ley de cambio climático. No se debería cejar cediendo ante determinados intereses como estamos viendo ahora mismo con la ampliación de determinadas infraestructuras. Hay que mantener ese compromiso, principalmente después del informe del IPCC, que debe ser un aldabonazo. No debería haber ni un paso atrás.

¿Se consultó con Unidas Podemos la ampliación de los aeropuertos de El Prat o Barajas? ¿Cree que respeta el acuerdo de Gobierno?

En el acuerdo de Gobierno hay un compromiso de lucha contra el cambio climático y ese compromiso debe mantenerse. No podemos aceptar proyectos que vayan contra el espíritu de ese acuerdo y en este caso es así. Nuestra negativa a la ampliación del Prat tiene que ver con varias cuestiones. En primer lugar, se produce un impacto sobre el territorio, el delta del Llobregat, una zona protegida por la UE. Tampoco tiene sentido que saquemos adelante una ley de cambio climático para conseguir reducir emisiones y comprometer a las ciudades en la sostenibilidad del transporte o en el impulso de las energías renovables para, al mismo tiempo, hacer políticas que contribuyan al aumento de las emisiones. Y luego hay una tercera cuestión: no sabemos cómo va a evolucionar la movilidad de las personas después de la pandemia, porque igual no vuelve a los niveles de antes y el avión deja de tener protagonismo. Así que no parece que el destino más inteligente para esas inversiones sea ese proyecto.

Estamos viviendo días de precios escandalosos de la tarifa de la luz. ¿Existe una relación entre medio ambiente, empresas eléctricas y el precio de la electricidad?

Hay una parte que tiene un componente especulativo, sobre todo en relación a la energía hidráulica. Las empresas se están aprovechando de los altos precios del gas para producir energía hidráulica que luego cobran a un precio más alto de lo que realmente cuesta producirla. Nosotros insistimos en que el estado debería recuperar los saltos hidráulicos, los saltos de agua, que son públicos y se entregan a las empresas en forma de concesiones. Algunas están venciendo y se debería generar un actor público de producción de energía que sea capaz de intervenir en ese sistema que actualmente es un oligopolio y que de una situación difícil, como el precio del gas, aprovecha para tener un mayor beneficio. Es inaceptable y la Comisión Nacional de la Competencia debería actuar. El pantano de Valdecañas, por ejemplo, ha sido vaciado para generar energía eléctrica en momentos de máximos históricos. Lo hacen para obtener un beneficio extra porque la materia prima del gas está muy cara. Usan los recursos de todos para enriquecerse a costa de que mucha gente no pueda pagar la luz. 

¿Echa de menos a Pablo Iglesias?

Pablo Iglesias es un personaje político cuyo peso y cuyo valor solamente la historia será capaz de reconocer. Ejercía un liderazgo muy importante en nuestro espacio y es imposible no echarle de menos. Pero yo creo que Unidas Podemos está encontrando una fórmula de trabajar que está funcionando y que no debe imitar el liderazgo de Pablo. Es diferente y está bien que sea diferente. Es un liderazgo más coral, más diverso.

¿Y qué le parece el liderazgo de Yolanda Díaz?

Es una persona de una enorme capacidad de trabajo, ahí están sus resultados como ministra. En la gestión de la pandemia ha desempeñado un papel clave con el mecanismo de los ERTE para que la recuperación del empleo no esté teniendo nada que ver con la de otras crisis. Es un gran valor para nuestro espacio. Me parece fundamental que sea nuestra candidata en las elecciones de 2023. Esperamos que se decida y dé el paso.

Hay cierto nerviosismo en algunos ámbitos de Podemos por esas formas diferentes de las que hablaba. ¿Usted también está nervioso?

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En absoluto. Es evidente que es una persona diferente a Pablo Iglesias y, por tanto, tiene una forma de hacer las cosas diferente. Pero creo que eso es lógico y sería absurdo intentar imitar lo que era Pablo Iglesias. Yolanda Díaz tiene otras formas de trabajar, como todo el mundo. Lo importante ahora es estar unidos porque no creo que podamos permitirnos divisiones, que es lo que más daño nos ha hecho. En Unidas Podemos tenemos que apoyar a Yolanda en su papel, en su rol y en su trabajo.

La idea de Yolanda Díaz es precisamente desandar los caminos de la división y estrechar lazos con otros espacios que puedan acercarse o integrarse en Unidas Podemos. ¿Usted comparte esa hoja de ruta?

Lo que tenemos que tratar es que Unidas Podemos sea un espacio amplio y diverso a la izquierda del PSOE, que ya hemos visto que es imprescindible para que se hagan políticas realmente progresistas. A partir de ahí, siempre hay que estar abiertos a acuerdos con aquellas fuerzas que quieran estar con nosotros.

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