Las costas gallegas quedaron teñidas de blanco al comienzo del invierno. La llegada de cientos de miles de pequeñas esferas de plástico puso en guardia a quienes observaban el litoral y recuperó la sombra de una amenaza ya conocida para los gallegos. La Xunta de Galicia rebajó la alerta y decidió dejar que pasaran los días antes de dar cuentas sobre el asunto. Casi dos meses después de que la palabra pellets irrumpiera de manera abrupta en el vocabulario, estas son las cifras que deja una crisis todavía sin zanjar.
26,2 toneladas de plásticos al mar
El vertido se produjo el pasado 8 de diciembre frente a la costa de Viana do Castelo, en Portugal. Unos cinco días después, comenzaron a avistarse millones de pequeñas bolas de plástico a lo largo del litoral gallego, principalmente en la Ría de Muros e Noia (A Coruña). Galicia, la comunidad con más kilómetros de litoral de todo el Estado, miraba extrañada las hasta aquel entonces desconocidas bolas de plástico.
Las cifras que se manejan respecto al vertido son las siguientes. El barco, Toconao, cargaba con 1.050 sacos llenos de pellets, con un peso aproximado de 25 kilos por cada saco. En total, 26.250 kilos fueron arrastrados por las mareas. Así lo determinó a principios de enero la Delegación del Gobierno en Galicia, citando datos del representante de la armadora del buque, la operadora Maersk.
25 días sin declaraciones oficiales
La Xunta se pronuncia por primera vez sobre el vertido el jueves 4 de enero. El inicio del desastre medioambiental fue el 8 de diciembre, por lo que pasaron 25 días hasta que el Gobierno de Alfonso Rueda se pronuncia al respecto. Lo hace a través de la Consellería do Mar. "Se está trabajando en la detección y seguimiento de la aparición de estos materiales para su posterior retirada o limpieza por parte de las administraciones competentes", señalan a través de un comunicado. Sin embargo, añadían entonces, "hasta el momento no fueron notificados avistamientos de estos materiales en el mar debido a que, por sus características, no se encuentran en la superficie por lo que no es plausible su retirada por medios marítimos teniendo que realizarse una vez que estos plásticos llegan a la costa".
En ese momento, comienzan a activarse las primeras peticiones de colaboración ciudadana y la Xunta de Galicia solicita contactar con el 112 para informar de la presencia de estos plásticos. La Consellería matizaba, sin embargo, que eran los ayuntamientos "los competentes" para realizar "estos trabajos de limpieza", si bien enfatizó en la "máxima colaboración" por parte del Gobierno autonómico con los municipios afectados.
Un mes y un día hasta activar el nivel dos
El 5 de enero la Xunta de Galicia decide activar el Plan Territorial de Contingencias por Contaminación Mariña Accidental (Camgal). El equipo de Alfonso Rueda mantiene el nivel mínimo, un estadio que corresponde a un "episodio de contaminación de pequeña gravedad y extensión" y que conlleva la coordinación entre entidades locales y autonómicas.
Durante los días siguientes, la Xunta mantendrá su negativa a elevar el nivel de alerta, a pesar de que se trata del paso necesario para que el Estado envíe sus propios recursos para reforzar las tareas de limpieza. Las bolas de plástico, aseguran desde el Gobierno de Galicia, no son "tóxicas ni peligrosas", aunque insiste en que "hay que quitar el plástico de los arenales". El 8 de enero la Fiscalía de Medio Ambiente abre diligencias de investigación sobre el vertido en las costas gallegas y advierte de "indicios de toxicidad" porque "no son biodegradables y no pueden eliminarse".
En esas fechas, los plásticos empiezan a invadir también las playas de Asturias y Cantabria. Y el 9 de enero, el gobierno asturiano activa el nivel dos de emergencia. Sólo después, la Xunta de Galicia rectifica y pulsa el botón para activar el segundo nivel. Lo hace un mes y un día después de que se produjera el vertido y tras las reiteradas llamadas de atención del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Once barcos, dos helicópteros y un avión
El 10 de enero, la Xunta de Galicia escenifica un giro en su estrategia y comienza a exigir ayuda al Estado. Tras haberse atrincherado en su oposición a elevar el nivel de alerta, el Gobierno de Alfonso Rueda se inclina ahora por reclamar, concretamente, once embarcaciones de salvamento, un avión y dos helicópteros para tratar de recuperar los sacos que están a la deriva antes de que se rompan.
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguraba en aquel momento que Salvamento Marítimo había hecho ya "unos cuantos vuelos de reconocimiento" y se había encargado de visionar imágenes por satélite. Las conclusiones determinaron la escasa visibilidad de los pellets: "Es prácticamente imposible" recogerlos "en el mar", expresaba Ribera.
A pesar de ello, el subdirector general del Servizo de Guardacostas de Galicia, Lino Sexto, informó de la solicitud de la Xunta al Gobierno y no descartó pedir más efectivos.
10: la autoevaluación de la Xunta
"La Xunta actuó de diez, por no decir matrícula de honor". Son palabras de la vicepresidenta segunda y conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, pronunciadas el 15 de enero.
La conselleira evaluaba así la gestión de la crisis por parte de su Gobierno y en concreto calificaba con la mejor de las notas el proceso hasta la activación del plan de emergencia. En una comparecencia ante los medios de comunicación, la responsable también destapó otro dato: el hallazgo de ingentes cantidades de basura en las playas gallegas. Concretamente, 5.476 kilos de otros plásticos recogidos en una semana y repartidos en 62 playas.
130 colectivos y 15.000 manifestantes
El 21 de enero, las calles de Santiago de Compostela se llenaron de manifestantes que salieron en defensa del mar y con el propósito de denunciar la "indefensión" del litoral gallego.
En la manifestación participaron trabajadores del sector y más de un centenar de colectivos de distintas índoles. En total, la marcha fue convocada por 130 entidades y apoyada por 15.000 personas, según los datos de la policía local. "Nuestros gobernantes están volviendo a cometer los errores de hace veinte años con el Prestige", clamaron.
8.381 firmas para cambiar la normativa
Y son 8.381 las personas que han firmado, hasta hoy, una petición por un cambio en la normativa encaminado a evitar accidentes como el acontecido hace casi dos meses.
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La petición es obra de los colectivos Noia Limpa, Ecoloxistas en Acción, Plademar, Good Karma Projects, Redes de Sal, Festival Mar de Mares, Surfriders España, CEMMA, Adega, Save the Med, Mar de Fábula, Hábitat, Senda Nova, Surf and Clean, Wesustainability y SustainableStartUp.
Cada año, argumentan los autores de la demanda, se pierden hasta 160.000 toneladas de estos pellets, según datos de la Unión Europea, al ser transportados en los contenedores superiores de los barcos. "Es crucial que sean considerados un producto peligroso y viajen en las partes más seguras del carguero", reclaman. "Además, hasta ahora, las empresas de cadena de valor del plástico no tienen ninguna normativa para seguir en caso de la pérdida de los pellets y tampoco están obligadas a hacerse cargo de los daños, por lo que se hace más urgente la nueva regulación", zanjan.
Desde el primer momento y hasta el día de hoy, son estas organizaciones las encargadas de canalizar la fuerza del voluntariado que trata de frenar la marea blanca que llena las playas.
Las costas gallegas quedaron teñidas de blanco al comienzo del invierno. La llegada de cientos de miles de pequeñas esferas de plástico puso en guardia a quienes observaban el litoral y recuperó la sombra de una amenaza ya conocida para los gallegos. La Xunta de Galicia rebajó la alerta y decidió dejar que pasaran los días antes de dar cuentas sobre el asunto. Casi dos meses después de que la palabra pellets irrumpiera de manera abrupta en el vocabulario, estas son las cifras que deja una crisis todavía sin zanjar.