Entrevista al Secretario de Estado de Empleo
"Quien se oponga a subir el SMI tendrá difícil explicar por qué no puede ser parte de la recuperación quien menos tiene"
Joaquín Pérez Rey (Madrid, 1973) es secretario de Estado de Empleo y Economía Social y mano derecha de Yolanda Díaz en el ministerio de Trabajo. Profesor universitario experto en derecho laboral y uno de los ideólogos del sistema de ERTES que evitaron millones de despidos, durante la pandemia se convirtió en el Fernando Simón de la economía: le tocó poner voz a los datos del paro en el peor momento. Ahora lleva seis meses contando que se crean puestos de trabajo y cuatro seguidos dando cifras de bajada récord del desempleo. Este lunes intentará rizar el rizo convenciendo a la patronal de que hay que subir el salario mínimo.
PREGUNTA: Acabamos de vivir el mejor mes de agosto para el empleo de toda la serie histórica. ¿Qué significan estos datos justo en este momento? ¿La pesadilla ha pasado?
RESPUESTA: Llevamos seis meses de reducción consecutiva del desempleo y cuatro meses seguidos rompiendo la serie histórica. Eso significa que lo hecho por el Gobierno de coalición y el ministerio de Trabajo ha sido un éxito, ha dado resultado. El objetivo era contener el empleo y por eso nos empeñamos en que el ajuste por la gravísima crisis de la Covid no se produjera por la vía de los despidos. El sendero que nos marcamos estaba diseñado para mantener el empleo y las cosas han funcionado. Eso nos permite hablar de la pandemia como un mal sueño, como un paréntesis. Ahora estamos recuperando la actividad a un ritmo muy superior al resto de países de Europa y estamos haciendo que esa actividad se traduzca en crecimiento del empleo. No es que estemos en cifras muy cercanas a las previas a la pandemia, es que en algunos sectores ya tenemos datos incluso por encima como, por ejemplo, el sector industrial o los jóvenes.
P: En la anterior crisis todo el mundo hablaba de recuperación económica mientras decenas de miles de ciudadanos seguían sin recuperar el trabajo que habían perdido. La gente que había sido castigada tardó mucho en percibir que de verdad existía esa recuperación. Ahora, sin embargo, apenas se empieza a hablar de que estamos saliendo de la crisis pero mucha gente ya ha recuperado su puesto de trabajo. ¿Por qué esa diferencia?
R: Porque justo se ha hecho lo contrario. En la anterior crisis se despidió de manera masiva con una reforma laboral que facilitaba despedir rápido y barato. Ahora se ha operado de manera opuesta. Los resultados de entonces fueron una década perdida porque además nunca se consiguieron alcanzar los niveles de empleo previos a la crisis, hubo gente que ya no pudo volver a trabajar. El PP abandonó a los trabajadores a su suerte, ahora hemos desarrollado un plan para protegerlos. Hemos hecho un esfuerzo de protección social sin precedentes, hemos orillado la legislación laboral del PP y hemos tenido la determinación de que el empleo se mantuviera. Eso ha tenido resultados inmediatos recuperando los puestos de trabajo antes incluso de que la crisis sanitaria se dé por concluida.
P: ¿Pero no se suponía que la subida del SMI destruía empleo? Ustedes lo subieron al inicio de la legislatura hasta los 950 euros y se encendieron todas las alarmas.
R: Es la demostración de que algunos organismos, instituciones y una parte del pensamiento económico más dogmático se basan en criterios que no tienen constatación empírica. Está claro que subir el salario mínimo no ha destruido empleo. Pero es que, además, ha rebajado la brecha de la desigualdad entre las capas más altas y más bajas, y también en las mujeres y los jóvenes, por ejemplo. Podemos extraer muchas enseñanzas de la pandemia, una de ellas es que el dogmatismo hegemónico neoliberal estaba profundamente equivocado. Si nos hubiéramos dejado llevar por él estaríamos ante otra década desastrosa.
P: Y ahora el presidente del Gobierno anuncia que se vuelve a subir y que se hará ya. Ustedes lo llevan reclamando desde hace nueve meses. ¿Les ha costado mucho convencerle?
R: Había distintas opiniones en el seno del Gobierno sobre la subida del SMI y la postura de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, es conocida. Creemos que la subida del salario mínimo debía empujar a la recuperación y que tenía que producirse cuanto antes. Esta es la posición que el Gobierno ha adoptado dentro de su discusión interna y lo hará con el horizonte de cumplir con el 60 por ciento del salario medio y con los estándares internacionales a final de legislatura. Nuestra postura era clara desde el inicio y ahora la subida será otro de los logros del Gobierno de coalición.
P: Mañana lunes será la última reunión sobre este tema con empresarios y sindicatos. ¿Qué espera de la patronal?
R: En el diálogo social todos hemos demostrado la capacidad suficiente para adaptarnos a soluciones que hagan posibles los acuerdos. Lo que no parece transitable es una postura de no subir el SMI en 2021. Aquel que mantenga una actitud de bloqueo ante la subida del salario mínimo tendrá muchas dificultades para explicar cuáles son los motivos. Hemos subido el sueldo a los funcionarios, a los pensionistas, se están subiendo los convenios colectivos... Sería decirle a quien menos tiene que no puede participar de la recuperación económica. Es un discurso antisocial y poco solidario. Sería inexplicable que alguien defendiera que quien menos tiene y quien peor lo ha pasado durante la pandemia no puede beneficiarse ahora de la prosperidad del crecimiento económico.
P: ¿La subida del SMI será al menos equivalente al IPC? En las pensiones se ha regulado por ley que sea así para que no se pierda poder adquisitivo.
R: Yo creo que en el SMI hay que tener en cuenta lo que nos dicen los expertos, en eso se va a basar el Gobierno. Es un informe muy riguroso, muy trabajado por expertos independientes y de máximo prestigio. El Gobierno tiene como referencia cumplir con la senda marcada para que nuestro salario mínimo sea respetuoso con la carta social europea. Más que la inflación, lo importante es establecer una subida en 2021 que sea el inicio de un sendero que desemboque en el 60 por ciento del salario medio y que cumpla con las obligaciones de la carta social europea antes de que acabe la legislatura.
P: Tras una decena de acuerdos, ¿la patronal tiene margen político para facilitar un nuevo pacto con el Gobierno?
R: La patronal y los agentes sociales han dado muestras de su voluntad de llegar a acuerdos. La representación del empresariado español ha adquirido un protagonismo muy relevante, no me duelen prendas al decirlo. Espero que eso siga así y ahora se propicie una recuperación justa. Nadie podría entender que después del esfuerzo que ha hecho la ciudadanía española para mantener desde lo público el sistema productivo a flote la patronal no estuviese dispuesta a que esa recuperación y esa prosperidad se compartiera con quien más lo necesita. Soy optimista con que la representación de los empresarios españoles entenderá que es necesario que una parte de los salarios se distribuya con quien menos tiene.
P: Vuelvo a los datos del paro por la letra pequeña. La mayor parte de los contratos que se crean siguen siendo temporales y precarios. ¿Para cuándo la reforma laboral?
R: Estamos satisfechos con los datos de paro porque son buenos, pero es una satisfacción que no puede ser autocomplaciente. Buena parte de ese empleo que se genera va por los cauces de la temporalidad y la precariedad. Por ese camino la recuperación puede no tener la solidez necesaria y por eso es obligatorio abordar una reforma en profundidad de nuestro modelo de contratación. La mesa de diálogo social lleva meses trabajando en eso y tiene que dar resultados antes de final de año. Y ese resultado tiene que propiciar una bajada drástica de la temporalidad. No podemos ser un planeta alejado de Europa, no podemos ser europeos para todo menos para el mercado de trabajo. Una de las partes decisivas de la reforma laboral que estamos trabajando es la del modelo de contratación para que el empleo creado genere estabilidad al conjunto de trabajadores y trabajadoras, especialmente para mujeres y jóvenes, los que más sufren la precariedad y, por tanto, quienes más sufrieron los efectos de la pandemia. Llevamos décadas de fracaso en nuestro mercado laboral, hay que reformarlo. La gestión de la pandemia ha salido bien pero ahora hay que hacerlo bien desde un punto de vista estructural.
P: Usted se pasa la vida negociando con la patronal e imagino que también con la parte socialista de la coalición. ¿Le daría algún consejo a los compañeros que están llamando a movilizarse porque el Gobierno del que forman parte no es capaz de bajar la factura de la luz?
R: En un gobierno de coalición las discrepancias forman parte del funcionamiento normal. Creo que incluso son enriquecedoras, porque al final las decisiones adoptadas suelen ser las más razonables. La vicepresidenta Yolanda Díaz da muestras permanentes de su capacidad de negociación dentro y fuera del Gobierno. Dicho esto, el derecho a la protesta suele ser muy bueno para marcar el camino a los gobiernos aunque hay que diferenciar de manera nítida el funcionamiento del gobierno de lo que pueden ser las manifestaciones en la calle. Los sindicatos se han manifestado por el SMI, por ejemplo, y me parece correcto. La ciudadanía tiene derecho a protestar y el Gobierno la obligación de escuchar y buscar soluciones. El Gobierno gobierna y escucha a la sociedad.
P: Y a 'la jefa', ¿cómo la ve?
R: Magníficamente. Con una capacidad de trabajo inmensa y muy implicada en un reto ilusionante. No hay duda de que la capacidad de Yolanda Díaz es abrumadora para construir y avanzar en espacios progresistas, ilusionantes y aglutinadores.