Talento a la fuga

“Los recortes de los últimos años casi han matado la investigación en España”

Diana Campillo volvió a casa por Navidad una semana antes de lo habitual. Estudiante de doctorado en la Universidad de Amberes (Bélgica), esta ilicitana de 28 años regresó a su Elche natal antes de lo previsto para asegurarse de que su voto contaría como uno más en el recuento de las pasadas elecciones generales del 20 de diciembre. "Si yo meto el sobre en la urna, me aseguro de que llega a su destino", dice esta bióloga que señala estos comicios como un acontecimiento histórico al que no quería faltar. Con la sensación del deber cumplido, apura ahora los días de Navidad junto a su familia, a la que tendrá que volver a despedir para regresar a Vilvoorde, la ciudad que la acoge desde hace un año y en la que se establecerá por al menos otros tres hasta terminar su tesis doctoral en inmunología tumoral.

Diana hizo las maletas en enero de 2015 para estar más cerca de su pareja Carlos, un matemático español que, tras terminar su máster, no logró encontrar espacio en una España que en los últimos años ha segado la inversión en Ciencia hasta reducirla a niveles de 2003, y de la que se vio forzado a marchar para continuar su carrera. "Estuvo buscando becas, solicitó la de Formación de Profesorado Universitario (FPU) y no se la dieron porque las habían recortado. Se convocaron menos y además eran de menor cuantía, así que le salió una en Bélgica y se marchó", explica. Conscientes de que sería difícil que a él le llegara una oportunidad en España, creyeron más factible establecer Bélgica como destino común: "Vimos que era yo la que podía tener más opciones allí", una intuición que no tardó en materializarse cuando logró acceder a una beca por cuatro años que le permitiría terminar su tesis doctoral en el país europeo.

¿Aventurera o expatriada económica? Más lo primero que lo segundo, reconoce esta bióloga que se sabe afortunada por haber podido disfrutar de una beca predoctoral en España antes de tomar la determinación de marcharse. Sin embargo, no tarda en matizar: "Ese no es mi caso, pero sí el de mi novio, que no encontraba un trabajo en el ámbito académico o de la investigación y tuvo que irse antes que yo", afirma consciente de una realidad que no solo ha empujado al exterior a su pareja, sino a cientos de titulados "que no pueden acceder a una beca y tienen que realizar su doctorado sin cobrar al tiempo que se buscan un trabajo complementario", denuncia para después reclamar la necesidad de que la carrera investigadora se reconozca como un trabajo remunerado: "Esto es algo que España tiene que cambiar, porque es cierto que cuando preparas una tesis doctoral te estás formando, pero también estás generando unos resultados y unos beneficios a la universidad o al centro de investigación que finalmente revierten sobre el país".

Diana demanda así a las instituciones que pongan en valor el creciente reconocimiento social que la Ciencia y la profesión investigadora ha adquirido en los últimos años. Un reconocimiento que queda evidenciado en la reciente encuesta elaborada por el FECYT, y en la que se reseña que un 79,8% de los encuestados considera que el Ejecutivo debería aumentar sus partidas presupuestarias en investigación. "Yo creo que la sociedad sí que es consciente de la trascendencia de la profesión, el problema son las instituciones y el Gobierno, que no le dan la misma importancia que la gente", protesta esta estudiante predoctoral que no duda en señalar a los recortes como uno de los grandes males que atenazan su sector hasta casi reducirlo a la nada: "Lo que ha pasado en los últimos años con los recortes casi ha matado la investigación en España", concluye.

Mientras los recortes no dejan de producirse, los científicos luchan ahora por no convertirse en una profesión en peligro de extinción o en un sector acostumbrado a enfrentarse a la precarización, el envejecimiento de las plantillas y la estrechez de recursos, tal y como viene produciéndose en los últimos años y como advierte la Confederación de Sociedades Científicas de España en su informe de 2016. Una tendencia que Diana urge a invertir para además, hacer regresar a los que se han marchado. "La fuga de cerebros no es ninguna leyenda urbana. Es una realidad", apunta despreciando las declaraciones que hace algo más de un año emitió el presidente del CSIC Emilio Lora-Tamayo. "Si hay inversión en I+D+i, que es muy necesaria, probablemente los que se han ido fuera regresarán", declara a infoLibre.

Testigo de la descapitalización a la que se ha visto sometida la Ciencia en los últimos años, Diana ve inviable un pronto regreso a España. "Si cambian las cosas pues sí, obviamente aquí tenemos a nuestra familia y amigos y la tierra siempre tira, pero también hay que trabajar y buscarse la vida. Así que iremos donde haya trabajo, y en España de momento no pinta que vaya a haber ningún futuro", asevera esta joven que se identifica en esa generación perdida, que o se ha visto forzada a marchar o "no tiene opciones ni para estudiar, ni para trabajar". Esa generación que dice, se encuentra en "una especie de limbo o tierra de nadie", expuesta a un futuro incierto. "Yo creo que la gente no está perdida, sabe lo que quiere, pero no puede. Me pregunto qué les pasará en un futuro, cómo van a alcanzar la estabilidad, la independencia".

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