¿Cuándo perdemos ese otro equilibrio entre la despreocupación y el principio de realidad, esa mezcla necesaria para sobrevivir en la jungla disfrutando de la aventura?
Se abre el telón y aparecen un exministro, un arzobispo y un presidente de universidad hablando del diablo. ¿Cómo se llama la película? “Satán cruzado los cables, my friend”.
Fuera de los escenarios, cuando Rosa María hablaba de la vida real y lo hacía con esa crudeza, con la fuerza insuperable que tiene la verdad, completaba el retrato de una mujer excepcional.
Ojalá podamos salir a pelear por que este parón no deje a muchos tirados por el camino. Ojalá la nueva normalidad pueda conservar lo mejor de la que teníamos antes de esta pesadilla.
Estoy dispuesta a asumir que se cuele entre “los otros” alguien que no merezca la ayuda, con tal de que los vulnerables de verdad no se queden tirados.
Nos toca dar la talla de la responsabilidad en tiempos de levadura, esa que está haciendo subir el bizcocho de la mala leche, peligrosamente.
Ojalá se oiga alto y claro el aplauso, pero que no tape la voz de los sanitarios que nos piden responsabilidad para no desandar el camino, ni la que reivindica dignidad en sus contratos y en sus condiciones laborales.
Queridos lectores, qué gusto estar aquí de nuevo. Ah, no descarten que en este tiempo en el que me quedo en casa, abra de vez en cuando el balcón de infoLibre para darles la brasa con mi “diario de una confinada”. Donde hay confianza…
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