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El partido Nueva Democracia, que accedió al poder hace un año, tan pronto como tomó posesión optó por las políticas de firmeza. La crisis sanitaria del covid-19 ha acelerado esta tendencia.
Hay un punto de injusticia en la derrota de Alexis Tsipras y su partido Syriza, aunque se la merecían por no haber estado a la altura de sus promesas y de la ilusión que despertaron a finales de 2014.
Los conservadores se situarían en una horquilla que va del35,4 al 40,4 por ciento de los votos, con una ventaja de unos nueve puntos porcentuales frente a Syriza.
Syriza cosechó este domingo en las elecciones legislativas anticipadas el 35,5% de los votos, un resultado que le otorga 145 escaños en el Parlamento, suficientes para renovar su pacto con los Griegos Independientes.
"Hasta la fecha nadie cuestionaba las políticas de austeridad. Ahora, todo el mundo habla de ellas. Por lo tanto, estamos avanzando, aunque no lleguemos a aplicar el programa electoral de Syriza", dice el parlamentario Thanassis Athanassiou.
El 'no' vence en el referéndum griego de forma rotunda al lograr más del 61% de los sufragios, mientras que el 'sí' se queda por debajo del 39%. La participación supera el 61% del censo. El resultado es un claro espaldarazo al Gobierno de Tsipras. El líder de la oposición, el conservador Andonis Samarás, dimite.