Granada, 1958. Poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada. Es autor de once poemarios y varios libros de ensayo. Recibió el Premio Adonáis en 1982 por El jardín extranjero, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994 por Habitaciones separadas. En 2003, con La intimidad de la serpiente, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica.
Sentir como propia una lengua con casi 500 millones de hablantes nativos es una suerte humana, económica y política. También una forma interesante de reconocimiento intelectual.
Tardé poco en comprender que la justicia social no podía depender de la caridad. Era necesario luchar por un mundo mejor.
A su juicio, el peligro de las opiniones polarizadas es que acaban por considerar "al adversario como una amenaza y, por tanto, como un enemigo".
Consignas, celebraciones, teorías, ideas, militancias, disputas… son papel basura si no tienen en cuenta el rostro humano de la necesidad. Frente al papel basura, la fotografía.
No es que la degradación parlamentaria esté provocando el desprecio popular del mentiroso en favor de la democracia, es que envenena el sentido común de los votantes haciendo que aplaudan bajos instintos, odios e insultos.
Su propuesta política decide con inteligencia que le conviene ocultar por un momento el viejo nacionalismo tradicionalista bajo dos consignas paralelas: la madrileñofobia de España y la libertad contra el socialismo.
Resulta difícil sostener la inocencia de un placer cuando el deseo se llena de turbiedades, injusticias y mecanismos de desigualdad avariciosa.
El PP lo tiene muy difícil, pero enmascararse en el ruido y la manipulación puede ser suicida en una situación de crisis. La parte más oscura del sistema saca provecho.
Conviene que todos y todas nos sentemos a hablar porque los retos son difíciles y son frecuentes los naufragios en el mar y en los oleajes del odio.
En el libro Detrás de las palabras, Luis García Montero recordaba su relación con este poema de Margarit. Tras la muerte del autor catalán, recuperamos ese texto.
Pido la libertad de Pablo Hasél y la reforma del Código Penal, aunque la vida me ha enseñado que no hay mejor aliado de la derecha que un tonto de izquierdas. Además: no hay cárceles para meternos a todos los tontos que este país soporta.
Me importa poco que, en medio de los estallidos, algún salta-taulells me acuse de españolista, catalanista, izquierdista, reaccionario, o todo a la vez, porque estas confusiones son propias de los gritos.
Hay una dinámica de descrédito de la democracia y la política que está deslegitimando las instituciones y confundiendo la diversidad ideológica con una pulsión desquiciada.
¿En qué mundo se creen que viven? ¿No sospechaban que iban a convertirse en noticia inmediata y en escándalo público?
La ética democrática es hoy una responsabilidad urgente para todos los que no quieren que se deshaga su dinámica de comportamientos y valores.
Vigilarnos, cuidarnos, vigilar y cuidar el mundo en el que vivimos, es la tarea para disfrutar de la gran nevada, para que las ilusiones y no las mentiras caigan sobre nosotros.
Somos frágiles, necesitamos cuidarnos, acompañarnos, y hay muchas cosas que se escapan a nuestros deseos y capacidad de consumo. Un día u otro nos vamos a morir por mucho que la industria del entretenimiento, no de la cultura, intente que lo olvidemos.
Es un espectáculo ver en el parlamento cómo aplauden y reclaman a voz en grito libertad, libertad, libertad, los mismos que se consideran herederos de una de las dictaduras más crueles de la Europa contemporánea.
Hay gente que confunde la libertad con la ley del más fuerte y la dignidad con el derecho a imponerle al otro sus creencias.
Un acto de solidaridad y una conciencia de los cuidados tienen mucho que ver con "la ternura de los pueblos", y eso se comprende mejor en una historia que reúne a las vacas, las ubres, las manos y la medicina.
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