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La derecha patrimonializa la Constitución, la jefatura del Estado y la idea de España en un discurso con ecos de dos siglos de nacionalismo antiliberal. El partido de Abascal prodiga alusiones al Ejército, mientras el PP rescata la idea de "españoles de bien" y acusa al PSOE de "rendición" y "traición".
Pedro Sánchez, autor de un Manual de resistencia, tiene ahora una ocasión nueva para demostrar su pericia, porque está a punto de estrenar el Gobierno probablemente más político de la historia reciente de España.
Urge ante todo formar gobierno, un gobierno progresista, sin dilaciones ni esperas, que corte el paso a la derecha y a una ultraderecha muy crecida. Avanzan y a su paso arrasan las libertades.
Ante el desafío catalán, por el procés, Pésanchez alardea de prudencia, mesura y de ser algo pusilánime a conciencia. Pero la mayoría de la oposición le tilda de blandengue y de dejación de funciones de presidente.
Las principales formaciones de derechas en este país son un anacronismo. Se trata de partidos anquilosados en el pasado pseudorreligioso, de joder a los demás de lunes a sábado y comprar la culpa el domingo.
Una red de redes, por Andrés VillenaCampanella: "Creo que soy el único argentino que no ha ido al psicoanalista", por Karmentxu MarínLas raíces del mal, por Fernando BernalCómo perder un país, por Ece Tem...
El mensaje de los liberales españoles, en versión aznariana, se parece al milagro de los panes y los peces. Bajar los impuestos para estimular el mercado. Es fácil descubrir el truco. Nada de impuestos sobre la riqueza, adquirida o heredada, incidiendo solo sobre el consumo.