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Malos, intrigantes y espías, en tintaLibre de junio

A veces la realidad supera a la ficción y se convierte en una gran pantalla. Da la sensación incluso de que el cine y la literatura van por detrás de los villanos y los espías, los intrigantes y los oligarcas que conspiran ahora mismo en esta realidad tan absurda que vivimos en cualquier lugar del planeta.

En junio, tintaLibre se pone los ropajes del mejor cine negro (los de El tercer hombre de nuestra portada, los de Sed de Mal de Welles, incluso los de Funny Games de Michael Haneke) para adentrarnos en la desafiante oscuridad que nos invade. Pocas veces como ahora reclamaremos luz y taquígrafos.

Dice John Dickie, historiador inglés experto en la mafia y que ahora escribe sobre la masonería, que “aunque estamos rodeados de información por todas partes, las conspiraciones son muy contagiosas”. Que se lo pregunten a los seguidores de Trump y de Putin. Ya decía Joseph Goebbels (al que José Angel Mañas trae al “más acá”) que la radio y el cine fueron decisivos a la hora de encumbrar a Hitler en el poder (logrado de forma democrática) y luego obnubilar a gran parte del pueblo alemán. La manipulación tampoco se chupaba el dedo en tiempos anteriores a las redes sociales.

Hablamos del mal y del desprecio. El filósofo Norbert Bilbeny lo tiene claro: “Vivir con la verdad es fundamental para la democracia, pero vivir en la verdad lo es para la salud del alma”. Un buen consejo para los que aún siguen confiando en las luces de la democracia contra los arrebatos del oscurantismo autócrata.

Otra concepción muy distinta tiene un maestro de la novela negra internacional, James Ellroy, que asoma a las páginas de junio: “No pasaría ni un segundo al lado de personas como las que describo”. En medio del escenario de suspense ha brotado también la versión española de este guion: el caso Pegasus. Nadie lo puede definir mejor que Javier Valenzuela: recuerda demasiado a la agencia TIA de Mortadelo y Filemón.

En el repertorio también hay ensayos que alimentan la intriga. La arabista Luz Gómez lee el sempiterno affaire con Marruecos como las cuitas normales con un “vecino secuestrado” y aclara un hecho que a veces se nos olvida sobre “el otro”: el rey Mohammed VI es literalmente en la ley marroquí un “caudillo de los creyentes” y el Sáhara un infalible resorte que enciende la antorcha nacionalista.

Hace 50 años tuvo lugar un hecho también premonitorio. Estallaba el caso Watergate. Casi todo el mundo recuerda más a Robert Redford que a Richard Nixon, pero aquello fue el primer gran triunfo de la prensa (no hubo muchos más, desgraciadamente) y el derecho a la información sobre todo un inquilino, republicano, de la Casa Blanca.

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