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José Miguel Contreras: "El activismo más efectivo se ejerce votando"

Antonio Contreras

El periodista y catedrático de Comunicación José Miguel Contreras (Madrid, 1958) ha desarrollado una larga trayectoria en diferentes medios de comunicación en prensa, radio y televisión. Como productor ejecutivo ha llevado adelante numerosos proyectos, algunos de ellos relacionados con la actualidad, desde 59 segundos hasta El Intermedio. Fue el creador de laSexta, cadena que lideró hasta 2013. Especialista en el ámbito de la comunicación política, colabora habitualmente en medios digitales progresistas como infoLibre y elDiario.es. Siempre ha defendido la moderación en el debate público como "la herramienta indispensable para conseguir el eficaz funcionamiento del sistema democrático".

La estrategia de la intolerancia

"En esta campaña, Vox ha decidido radicalizar su discurso para impedir que el PP amenace su espacio electoral. En muchos países, los que alteran la coexistencia pacífica, excitan los ánimos y promueven la confrontación no se quedan ahí. Lo que desean realmente es el poder. Buscan la representación de un sistema político desasosegante, alterado y en crisis. La provocación es el arma que creen más efectiva para arrastrarnos a un terreno fangoso, negro y funesto. No podemos caer inocentemente en debatir en un lodazal. Ahí es donde ellos se mueven mejor. Más que una posición ideológica, es una simple estrategia para obtener votos. La estrategia de la intolerancia pretende extender problemas para luego presentarse como solución. Si hay desorden, se necesita orden. Si hay descontrol, se requiere control. Ellos promueven las anomalías democráticas para, a continuación, autopromocionarse como la solución más firme, segura y contundente".

El poder del voto

"Los movimientos que promueven discursos de odio, los amplifican y los apoyan representan a una minoría en España. Existen. Tienen seguidores. Pero son minoritarios. No pueden ganar. La democracia tiene una fuerza descomunal, imbatible, abrumadora. Ni la violencia, ni los discursos que la impulsan y la apoyan tienen poder alguno frente a la voz unida de los ciudadanos. En España, hemos superado ya juntos ataques a la democracia. Tras 40 años de dictadura, la inmensa mayoría de los españoles vencimos a un intento de golpe de estado. También hemos derrotado juntos al terrorismo, hasta erradicarlo de nuestras vidas. Tenemos que estar unidos, pero no desde la pasividad o la inacción. En democracia, el activismo más efectivo se ejerce votando y gobernando por el bien común".

La industria del alboroto

"El extremismo y el odio afloran porque hay líderes políticos que los exaltan. Ellos son los primeros y principales responsables de lo que se desencadena a continuación. Esos mensajes se difunden cada día a través de portavoces en algunos medios de comunicación que aceptan voluntariamente colaborar en ese papel. La rabia desatada se convierte aquí en una industria que explota el negocio de llegar a audiencias que necesitan ese tipo de discurso para reafirmar sus pasiones desatadas. La industria del alboroto se puede combatir. Para frenar a quienes quieren limitar la democracia, socavarla y recortarla disponemos del contundente poder de la palabra serena, abierta e integradora. La calma no es sinónimo de debilidad. Al contrario es el síntoma más sólido de firmeza y de desactivación del desvarío".

El peligro de naturalizar el odio

"Uno de los efectos más que demostrados de la comunicación es su capacidad para normalizar cualquier fenómeno a base de exhibirlo cotidianamente. La capacidad de sorpresa desaparece a base de repetición. Lo que un día te impacta, deja de llamarte la atención cuando lo has visto cientos de veces. Tenemos que dejar de naturalizar el uso del insulto, la amenaza y la violencia verbal. Eso no es libertad de expresión. Por el contrario, es la fórmula para destruir el sentido real de la libertad individual al servicio de la convivencia y el bien común. Cada insulto y cada amenaza deberían ser cortados y denunciados públicamente. No podemos aceptar que se convierta en cotidiano. Sólo la presión social puede influir en que la política regule sistemas que impidan que se pierdan las barreras de protección de la convivencia pacífica y solidaria".

La palabra libertad

"Un falso liberalismo intenta extender un uso perverso de la palabra libertad en varias etapas. En primer lugar, apropiándosela. En su discurso dan a entender que sólo ellos la defienden y la representan. Por tanto, acaban por asumir que el ejercicio de la libertad empieza y termina con su derecho a ejercerla sin límite alguno. En realidad, la libertad es la máxima expresión de la capacidad de cada ciudadano para vivir según sus propias creencias, en convivencia pacífica con el ejercicio de la libertad de todos los demás. En una democracia, el ejercicio de la libertad individual acaba donde aparece la pérdida de respeto a tus conciudadanos y empieza el daño al bien colectivo. La máxima expresión de la libertad en democracia es la de la contención de tus propias acciones para no perjudicar a quienes te rodean".

Las redes sociales no son el pueblo

"Las redes sociales necesitan repensarse. Es un invento extraordinario que ha tenido una extensión tan fulgurante que no ha ajustado los evidentes y graves peligros que conlleva. No son la voz del pueblo. Mucha gente no sabe que la inmensa mayoría de los mensajes de odio y de desinformación provienen de robots programados y de granjas de propaganda financiadas por quienes promueven la desestabilización social. Esto es así. El anonimato, la velocidad de difusión y la falta de controles de verificación han convertido el mundo digital en un caótico universo de expansión de contenidos basados en la mentira y que utilizan el insulto y el odio como activador de las peores pasiones de una minoría de ciudadanos que empiezan a ser adictos a esa excitación. Las redes unen a menudo la cerilla a la gasolina".

Intolerantes y radicales en el Gobierno

"Que una fuerza extremista y antidemócrata minoritaria pueda condicionar un gobierno democrático es una aberración. La base de la democracia está precisamente en que las decisiones de gobierno estén avaladas por la mayoría del pueblo. Una de las consecuencias poco analizadas de la polarización es que potencia extraordinariamente la relevancia de los grupos extremistas y radicales. Las ideas nacional populistas defienden y promueven la creación de muros y fronteras que rompan vínculos con el resto de la comunidad. El país acaba por fragmentarse, dividido por muros infranqueables. Cada comunidad identitaria queda encerrada a expensas de sus sectores más radicales que resultan indispensables para intentar sumar una mayoría suficiente que garantice su supervivencia. La discusión democrática sólo funciona si se impone la búsqueda del espacio de acuerdo, en lugar de centrarse en el espacio de discrepancia".

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"Pocos casos resultan tan ejemplificadores como la figura de Trump. Llega al poder como solución a un supuesto sistema corrompido y obsoleto que promete doblegar. En realidad, lo que buscaba era apropiarse del poder democrático para modelarlo a su antojo. Desde el poder en una democracia se tiene una descomunal capacidad de maniobra que Trump exprimió hasta rebasar los límites del propio sistema. Su escudo de protección fue siempre exacerbar las peores pasiones, estimular el enfrentamiento y justificar la violencia verbal y hasta física, en ocasiones. Frente a Trump y su política de confrontación y de agitación las urnas han impuesto el poder de la democracia. Los seguidores exaltados y violentos del trumpismo fueron reducidos entonces por las legítimas instituciones públicas".

Socavar la democracia desde dentro

"En buena parte del mundo occidental se está repitiendo el mismo fenómeno. Desde el populismo extremista y radical se promueven ataques a la democracia aprovechando curiosamente los espacios de libertad que la propia democracia deja abiertos. La estrategia ya la conocemos. La estamos viviendo estos días una vez más en España. Se aprovecha el sagrado espacio de libertad colectiva para exaltar la tensión, la provocación y, en definitiva, para debilitar esa democracia que les permite desarrollar sus actividades. La solución no es la persecución, ni la represión, ni el establecimiento de cordón alguno. Si la democracia está amenazada, lo que resulta indispensable es rearmarla, potenciarla. Eso se consigue votando. Los demócratas nos empoderamos en las urnas. El autoritarismo se deshace ante una imparable masa de votos".

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