... Paul Auster y una página en blanco

Cuando muere alguien muy querido, haces un doble viaje: al pasado que recuerdas con nostalgia, a veces ligeramente edulcorado, y a ese futuro impredecible que tiene una sola certeza: él, ella, no estará contigo. 

Sucede también con esas otras personas a las que queremos a través de su obra. Hemos leído sus novelas, hemos visto sus películas, hemos admirado su pensamiento, son aquellos y aquellas que han amueblado algunas estancias de nuestra vida y las han hecho más confortables y más bellas.

Ha muerto Paul Auster y una se pone a hojear mentalmente las páginas que leyó de lo que él escribió. Como cuando muere un amigo y tu cabeza recorre las escenas que vivisteis juntos y construyes una película resumen de vuestra historia uniendo escenas, tal y como hizo el fotógrafo Eadweard Muybridge para lograr el famoso caballo en movimiento. 

Pero, al tiempo, proyectas el futuro sin el autor y visualizas una página en blanco, la que no escribirá. Y te preguntas cuántas obras suyas te perderás, tal y como te lamentas al pensar en los momentos futuros que jamás compartirás con tu amigo…

Cuando muere alguien muy querido, haces un doble viaje: al pasado que recuerdas con nostalgia, a veces ligeramente edulcorado, y a ese futuro impredecible que tiene una sola certeza: él, ella, no estará contigo

El expresidente uruguayo José Mujica está enfermo, más enfermo que antes. Ahora es un tumor de esófago, nos ha contado. Y sin darle importancia, así como él suena siempre, dice que la parca le ha rondado muchas veces y parece que ahora sí que sí. Y le quita trascendencia cuando los periodistas le preguntan si tiene miedo:

¿Miedo de qué? Todo lo que nace, nace para morirse. ¡Yo he tenido una suerte! Tengo balazos a patadas, perdí el bazo, tengo una enfermedad inmunológica. Estoy viviendo gratis, expresó.

Una persona me dijo sobre la reciente muerte de su madre: “Siento que el mundo es peor porque ella no está”. Es eso lo que sucede con la pérdida, el miedo siempre queda en este lado, brota al tomar conciencia de que vas a tener que vivir en un lugar más vacío de contenido. Y eso que sucede con las personas amadas, las que viven contigo, ocurre también con quienes entran en tu casa a través de sus letras, de sus melodías, de sus secuencias, de sus ideas. Lo que lamentas es la certeza de los momentos en los que te harán falta y no estarán.

Cuando murió José Luis Sampedro, escribí aquí –en un intento de consuelo, supongo– la idea a la que me aferré al perder a mi padre: “nos queda lo que fueron, nos queda lo que son”. Me repetí al morir Forges y hoy vuelvo a rezarlo, como un salmo, para despedir a Auster. Consuela saber que siempre nos quedará leer y releer. 

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