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Cine

Cambiar el mundo desde (una) casa

Un fotograma de Las vidas de Grace.

Si escribe usted un diario, no se apresure a considerarlo íntimo y –por ende– impublicable. Si sus vivencias son lo suficientemente interesantes –también extravagantes, aunque eso es otra cuestión– quizá pueda sacar algo en claro de sus recuerdos hechos palabra. Al director estadounidense Destin Daniel Cretton le sirvió para dar forma a un corto, Short Term 12 que, tras su buena acogida, acabó estirándose hasta el largo, del mismo nombre en inglés y traducido en España como Las vidas de Grace, de estreno este viernes. Venciendo el miedo a revelar sus sentimientos más personales, que en su caso atravesaban el arco del dolor a la esperanza, tocando todos los matices intermedios, el cineasta se abrió en canal para retratar la aspereza de las existencias truncadas de los menores huérfanos, abandonados o maltratados que acaban en centros de acogida y, con ellos, las de sus cuidadores. 

No es que Cretton fuera uno de esos jóvenes. Él trabajó durante dos años en una institución así en su país. Aunque al principio le resultó extremadamente dura e intensa, a la postre la experiencia le supuso un revulsivo. Tanto, que no podía dejar de contar una historia así, en la que no son solo los niños o adolescentes los protagonistas, sino también sus cuidadores. Mientras que en el cortometraje eligió a un hombre para interpretar el papel principal, el del supervisor del centro –llamado Short Term 12 en referencia a que solo se pueden pasar allí periodos cortos de tiempo, cosa que al final no sucede–, en el largo el peso de la trama recae sobre la joven actriz Brie Larson, quien da vida a la atribulada Grace.

“La reacción de los espectadores y de la crítica ante el cortometraje fue suficientemente estimulante como para querer explorar más y crear un largometraje”, abunda el director (Hawai, 1978), que ya había realizado otra película, I am not a hipster. “Cuando pusimos en marcha el proyecto, llevamos a cabo una búsqueda muy intensa entrevistando a gente que había trabajado en sitios similares durante largas temporadas. Todas las historias que nos contaron nos fueron útiles para crear los personajes y las tramas secundarias de algunos chicos. Esto nos acercó a la idea final del largometraje Las vidas de Grace. De aquí es de donde procede nuestra historia”.

Los recuerdos ya no son lo que eran

Los recuerdos ya no son lo que eran

Rodada cámara en mano, cercana e intimista, la película se encierra entre las cuatro paredes de una de estas residencias de menores. No sabemos muy bien dónde está, ni de dónde vienen sus habitantes. Solo sabemos que viven allí, y que Grace está a su cargo. Siempre abnegada, absolutamente volcada en los chavales, la protagonista cuenta con el apoyo de su novio y compañero, el bromista y encantador Mason, a quien da vida John Gallagher Jr. "Su papel siempre fue escrito con un punto humorístico", apunta Cretton. "El personaje de Mason representa a muchos de los supervisores que trabajan en estos centros y utilizan el humor como una herramienta de trabajo".

Entre ambos y otros dos empleados se ocupan de hacer más llevadero el día a día de una docena de chavales, algunos muy tocados a su corta edad por las miserias de la vida. Cada uno de ellos, sin excepción, carga con una pesada historia en la maleta. Muchas veces a través del arte, de la música o de la literatura, van abriendo su corazon y liberándose de sus fantasmas a través de la verbalización de su dolor, hasta que al final solo queda Grace. Con un buen consejo siempre en la boca, resulta ser ella quien más necesita limpiar los lodos de su pasado para emprender el camino del futuro. 

“Gran parte de todo esto proviene directamente de la inspiración que me aportaron las entrevistas que llevé a cabo con personas que trabajan en centros como el de la película y una cosa que tenía en común toda esa gente es que eran fantásticos contadores de historias”, explica el cineasta. “Usaban el acto de la narración como forma de procesar todas aquellas graves experiencias por las que habían pasado. Así que esto es algo que me encantó al hablar con todos ellos, y el hecho de contar historias es una forma más de expresión artística. Es algo que todos los personajes de la película utilizan hábilmente para definir o explicar algunas de sus experiencias, por lo que de alguna manera pensé que sería la mejor manera de acabar la película”.

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