Eva Orúe: "Recibiremos con alegría a los políticos en la Feria del Libro, está muy bien que se note que leen"

Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid,

Eva Orúe (Zaragoza, 1962) dirige la Feria del Libro de Madrid desde el 1 de enero de 2022. Afronta, por tanto, su tercera edición a los mandos, tratando año tras año de mejorar y acercarse lo máximo posible al ideal que tiene en mente. "El año pasado mostramos ya bien a las claras lo que queríamos hacer. Faltan todavía cosas desde mi punto de vista, pero quien acuda a El Retiro va a ver novedades y un cambio en algunas maneras de comportarnos como organización que espero que gusten y que completan el giro que había que ir dándole a la feria", avanza en conversación con infoLibre mientras cuenta los días para que llegue la apertura del 31 de mayo

Tercera edición al frente de la Feria del Libro de Madrid. ¿Ya has conseguido materializar todo lo que imaginabas hace dos años y medio?

La comparación está muy manida, pero es válida: esto es un transatlántico y no es fácil hacerlo virar. Tampoco se trataba de un giro para ir en dirección contraria, porque la feria tiene establecida su personalidad y es una cita comercial y popular, contra eso nadie quiere ir. Es una feria en la que los autores y los lectores se encuentran, y eso está en su base. Pero había cosas que había que modernizar, cosas que a lo mejor el público ni ve ni tiene por qué conocer, pero la manera de trabajar dentro sí que ha variado mucho en estos dos años y pico. Había que profesionalizar más algunos aspectos, y en eso hemos avanzado muchísimo, aunque sigue quedando terreno de mejora. Pero entiendo que la organización de la feria ha mejorado mucho en este tiempo, sinceramente.

¿En qué puede notar el visitante todas estas mejoras?

El año pasado hubo novedades obvias en la construcción de la feria: cambios estéticos en las casetas en el tipo de letra en los rótulos, la manera de indicar el recorrido en los paneles... Antes la feria era un continuo de números, y desde el año pasado trabajamos por bloques para que la gente se sitúe mejor. Además, pusimos casetas en el centro e hicimos transparentes los pabellones. Este año estamos buscando otro tipo de patrocinios, colaboramos con quienes nos ayudan para hacer actividades, y sobre todo dentro de la feria hemos incorporado maneras de trabajar que nos permiten ser más eficaces. También hemos digitalizado el archivo de la feria con fotografías, carteles y otro tipo de documentos disponibles en nuestra web.

La escritura es algo así como un deporte de alta competición que exige la misma disciplina y dedicación

El tema este año es el deporte, que puede parecer una elección extraña. ¿Tiene mucho que ver con la literatura?

Sí. No hay género literario que no haya tratado el deporte o que no haya tenido a deportistas como protagonistas, por no hablar de los muchos escritos por los propios deportistas o en los que se habla de técnica deportiva. Además, entre otras cosas, en las líneas temáticas que ponemos en marcha este año señalamos que la escritura es algo así como un deporte de alta competición que exige la misma disciplina y dedicación. Hay muchos autores de enorme calidad que o bien se inspiran haciendo deporte o han hecho del deporte uno de los ejes de su obra literaria. 

¿Es también el tema del deporte una buena manera de llegar al público más joven? Esa siempre es una de las principales intenciones de la feria.

Digamos que desde que empezamos a trabajar en la feria por temas –primero fue el viaje y el año pasado la ciencia– podemos atraer a públicos que hasta ahora quizás no pensaban que este era un sitio donde ellos podían encontrarse. Hay que ampliar la base de gente, teniendo presente que estamos trabajando básicamente para lectores y compradores de libros. Para eso estamos en El Retiro. Pero la verdad es que en las casi cuatrocientas actividades que vamos a poner en marcha este año hay muchas que tienen que ver con la literatura y el deporte, y confiamos en atraer a mucha gente hacia la literatura y los libros tirando del deporte.

¿Cuáles son las cifras de este año en cuanto a editoriales, librerías y distribuidoras?

Son 117 librerías, de las cuales 59 son especializadas y 58 generales. Además, 14 distribuidoras, 213 editoriales y quince organismos oficiales. Esto en las casetas en línea, en las de los lados, donde hay en total 359 puestos. Luego tenemos cinco gremios regionales, el bloque de la Plaza de la Ciencia y las Universidades con ocho casetas, la zona central de editoriales y el Espacio Indómitas dos fines de semana con veinte editoriales el primero y veinte distintas el segundo. Calculamos que, al final, podemos acercarnos a las mil editoriales, como el año pasado, contando las que están con caseta propia y las que vienen con distribuidoras, con gremios o con esos espacios alternativos como Indómitas.

¿Cuál es la representación internacional? Ya no hay país invitado como antaño.

Acabamos ya con esa fórmula del país invitado protagonista, eso es. Pero vamos a tener de nuevo el pabellón de la Comisión Europea y stands de Rumanía, Países Nórdicos, Portugal y Andorra. Quebec estará el primer fin de semana y otra gran novedad este año es que habrá un stand de libros de África en colaboración con el Salón del libro de Guinea Conakry.

Hay tanto interés por estar en el entorno de la feria que los espacios naturales que tenemos no son suficientes para acoger todas las actividades que se nos proponen

En la feria se venden libros, pero hay otras muchas actividades de todo tipo. ¿Es una manera de ir más allá de lo comercial y hacer activismo cultural?

En general, las ferias del libro españolas se han convertido en grandes festivales literarios con mesas y presentaciones estupendas. Lo que distingue a Madrid es la amplitud del inmenso programa, y por eso este año incluso ampliamos nuestras sedes, porque tradicionalmente hacemos actividades en los pabellones que construimos (el CaixaBank, el Europa, el de la Comunidad de Madrid y el infantil), y desde hace unos años también en la Biblioteca Eugenio Trías, que se incorpora a la feria. Esta edición hacemos tres cosas en el pabellón Cecilio Rodríguez, porque son actos en los que necesitamos más espacio, hay también cosas en Casa de América, haremos podcasts en el teatro de Casa de Vacas y llevamos dos actos al Espacio Bertelsmann, que está en la calle O'Donnell. Hay tanto interés por estar en el entorno de la feria que los espacios naturales que tenemos no son suficientes para acoger todas las actividades que se nos proponen. Y este año tenemos cosas muy potentes que interesarán mucho a los visitantes.

No hay nada más bonito que un niño leyendo en voz alta y contagiando su entusiasmo por la lectura

¿Son tan importantes las actividades culturales como la venta de libros propiamente dicha?

Con la excepción de LIBER, que es una feria profesional, en las ferias del libro españolas sacamos los libros a la calle para acercárselos a quienes habitualmente los compran y a quienes no. Al mismo tiempo, cada vez más se convierten en otra cosa, manteniendo como irrenunciable la parte comercial, en la medida en la que, efectivamente, para muchos libreros, editores y distribuidores es un momento álgido del año. Pero nadie entendería que nos dedicáramos a eso sin ofrecer como complemento actividades a la altura de la industria editorial que tenemos en este país. Eso es lo que intentamos hacer y en los 17 días que tenemos da tiempo a hacer muchas cosas. Es bueno pensar que en eso que hacemos no solo hay presentaciones, mesas redondas o debates, que los hay, pero tenemos también por ejemplo clubes de lectura que durante el año funcionan en otros ámbitos y en junio quieren venir a la feria para leer donde hay libros. También hacemos un concurso de lectura en voz alta para niños de diez años, que este año se ha celebrado en colegios de la Comunidad de Madrid, Castilla y León y Asturias (con proyectos pilotos en Logroño, Alcázar de San Juan, Granada y La Laguna). La final se celebra en Madrid en un proceso que ha durado desde noviembre en colegios, bibliotecas provinciales y ahora la feria, con la particularidad de que los finalistas leen en voz alta acompañados por los autores de esos libros. Y no hay nada más bonito que un niño leyendo en voz alta y contagiando su entusiasmo por la lectura.

¿Este tipo de iniciativas convierten a la Feria del Libro de Madrid en un ente que vive todo el año?

Sí. Mi primer año fue trabajar todo el año, pero no hacer actividades. Ahora tenemos un programa que llamamos El vaivén de la feria que nos permite estar durante todo el año en contacto con comunidades de lectores y vamos a colegios, clubes de lectura, hospitales, centros penitenciarios... la idea siempre es que la feria va para que luego ellos vengan. La esencia del programa es la vuelta. Es un programa muy modesto, pero sí creo que tiene algo de devolverle a la sociedad madrileña lo que da a la feria, que es mucho.

¿Es pasear por la feria en el Retiro un ejercicio de escapismo del mundanal ruido de la ciudad?

(Risas). Es muy importante subrayar que las ferias en general, y esta en particular, son espacios donde no hay una puerta de entrada y otra de salida. En nuestro caso, una de las cosas que la gente notará al pasear es que abrimos huecos entre las casetas que coinciden con los caminos naturales del parque, que no pueden cortarse. Esto quiere decir que hay gente que acude ex profeso a la feria para comprar o asistir a una actividad, pero también hay otra gente que va solo a pasear y curiosear, y otra mucha que seguramente cruza la feria en su camino al trabajo o de vuelta a casa. No podemos hablar de un solo tipo de público. El año pasado nos llovió doce de los 17 días y tuvimos un bajón importante de visitas -que se quedaron en 1,1 millones de personas-, pero tuvimos un importante aumento de ventas y la facturación subió casi un millón de euros respecto al año anterior hasta 11,2 millones de euros. De esto concluimos que no acudieron los paseantes porque llovía y no era cómodo, pero sí los lectores y compradores. Si a los fieles se suman los paseantes porque el tiempo acompaña, seguramente seremos más. Pero, efectivamente, hay un porcentaje elevado de gente que no viene a nada más que no sea darse un paseo, asistir al espectáculo y cotillear.

¿Las ferias de libros se están convirtiendo en espacios cotidianos en nuestras ciudades y barrios?

Sí, se han convertido en una especie de cita, en general primaveral, que la gente espera. En el caso de Madrid es una cita importante en el calendario, es una tradición que pasa de padres a hijos. Y es bonito que así sea, porque en una ciudad tan acostumbrada a los acontecimientos extraordinarios y los eventos multitudinarios como Madrid, la Feria del Libro sigue ocupando un lugar en el corazoncito de la gente de la ciudad. La gente viene porque considera que tiene que venir, en el sentido de que la feria es importante para la ciudad y marca algo, el inicio del verano o el fin del curso, quizás. En el mundo literario las editoriales por lo general publican hasta finales de junio y la Feria del Libro de Madrid es como la gran traca final de la temporada.

Leer es bueno y tiene repercusiones positivas para la salud. Pero claro, si encima lo haces en un ambiente como el parque de El Retiro ya es apuesta ganadora total

¿Qué beneficios para la salud tiene acudir a la feria en El Retiro? Seguro que los tiene.

Yo creo que sí (risas). Leer es bueno para la salud, no cabe la menor duda. Me atrevo a decir que casi leer cualquier cosa, porque el ejercicio de la lectura es bueno y tiene repercusiones positivas para la salud. Pero claro, si encima lo haces en un ambiente como el parque de El Retiro eso ya es apuesta ganadora total. Nosotros no imaginamos un espacio mejor que El Retiro. Un cursi diría que es el marco incomparable, pero desde luego es la compañía perfecta.

¿Puede hacer algo la feria frente a este clima constante de crispación política?

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Yo creo que sí. Pero no porque crea en el poder sanador de los libros, tenemos suficientes ejemplos a lo largo de la historia de gente lectora y extremadamente cruel. Pero sí creo que hacemos algo en el sentido de que en la feria hay editoriales de todo tipo y de todo signo, siempre y cuando se atengan al marco que nos hemos dado y no haya faltas de respeto. Y es interesante ver cómo conviven y cómo no pasa nada, algo que yo creo que también ocurre generalmente en la vida cotidiana. Mientras algunos políticos y los que se dedican profesionalmente a la crispación se dedicar a crispar, la mayor parte de la ciudadanía se levanta, trabaja, convive con gente que no opina igual y sale adelante porque la vida sigue. Y la feria es una especie de ciudad efímera que dura 17 días, en la que tenemos un poco de todo, y en la que convivimos con buen rollo.

Pasear por El Retiro, comprar algún libro y olvidarse por un rato del panorama político.

Pues volvemos a tener elecciones en medio de la feria (risas). El año pasado fueron las municipales y autonómicas el primer domingo y este son las europeas el segundo, el 9 de junio. Todo el mundo es bienvenido en la feria. Si los políticos vienen les recibiremos con alegría porque además está muy bien que vengan, compren libros y se note que leen y hacen caso a esta industria fundamental en el sector cultural español y para la imagen de España en el mundo. Porque la industria editorial española es potente, consolidada y prestigiosa. Intentaremos que la feria transcurra independientemente de cualquier vaivén político.

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