Ojo público

¡Que sea la última vez, TVE!

Pasada la campaña electoral, es hora de mirar al futuro. Un futuro que en el caso de TVE se ha de asentar en no incidir en los errores de esta convocatoria y las pasadas. Cierto es que la legislación sobre plazos y la mecánica general es tan anacrónica como absurda, pese a que pudo tener algún sentido en los albores de la democracia con el dictador aún sociológicamente presente. Sin embargo, llega al ridículo cuarenta años después.

Una campaña electoral de quince días –cuando realmente se abre con la disolución de las Cortes–; una jornada de reflexión carente de tal contenido y tantas veces burlada; la prohibición de publicar encuestas en los últimos días, provocando que "los precios de las frutas" en Andorra sea la información más leída... Un cúmulo de disparates sobre los que debiera reflexionar el nuevo Parlamento.

Dentro de este marco general, quiero referirme a la actuación específica de los medios de comunicación públicos, y muy en concreto a la de TVE. Ante las reacciones de los profesionales y de la ciudadanía en su conjunto, se dan una serie de elementos que no deben estar presentes nunca más:

- Que sea la última vez que se emitan bloques electorales, rígidos en su esquema y duración, y dedicados a la propaganda de las principales formaciones, en lugar de poner en manos de los periodistas la valoración del interés informativo de cada situación, sin más requisitos que la neutralidad, pluralidad e independencia.

- Que sea la última vez que la dirección designe a presentadores y responsables de los programas especiales en función de cercanía y confianza ideológica. Experiencia, mérito y trayectoria en el medio deben ser los criterios profesionales que presidan la elección.

- Que sea la última vez que en un telediario se refieran a "unos manifestantes", cuando en realidad –tal y como tuvieron que corregir después– se trataba de los trabajadores de la propia TVE, quienes mostraban, en los aledaños del debate entre candidatos, sus demandas para una RTVE independiente del Gobierno.

- Que sea la última vez en que un responsable público -y más si está a la cabeza del poder ejecutivo- haga afirmaciones contrarias a la realidad, como cuando Rajoy deseó que "RTVE fuera como la BBC", sin ser interpelado por el contraste entre los actos de gobierno y sus palabras.

- Que sea la última vez que los telediarios destaquen en ubicación y duración informaciones que perjudiquen a una formación política y omitan o minimicen las que puedan afectar a otra. Como el día que se dedicaron más de dos minutos a los presuntos pagos de Venezuela a una organización germen de Podemos, y no se dijo que los frustrados avalista de Mario Conde ocupaban cargos significativos en la fundación Francisco Franco.

- Que sea la última vez que se retrasa la emisión de noticias de inequívoco interés, que afectan a un miembro del gobierno, hasta que el aludido haga declaraciones.  Tal y como ocurrió con las conversaciones del Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, silenciadas durante 17 horas y parcialmente tratadas a partir de la rueda de prensa del mismo. 

- Que sea la última vez que se censure un elemento esencial de la información (que la dirección ordenó retirar de la escaleta del TD1), mientras se emiten reacciones provocadas por la noticia. Este hecho sucedió con los audios antes referidos, con lo que se hurtaba a los ciudadanos, no solo el origen de los posibles hechos delictivos, sino incluso la comprensión global de aquello que varios telediarios destacaron como noticia de apertura.

Representantes sindicales y profesionales de TVE critican el tratamiento del ‘caso Soria’

-Que sea la última vez en que la dirección de TVE mienta a la sociedad, como hizo al emitir un comunicado oficial en el que aseguraba que "no es práctica común de los telediarios difundir conversaciones grabadas sin el consentimiento de los interlocutores". Una afirmación desmentida por el Consejo de Informativos con ejemplos varios precedentes en que sí lo había hecho.

- Que sea la última vez en que los periodistas se vean obligados a protagonizar protestas multitudinarias para denunciar manipulaciones y censuras. Que los responsables se vean rodeados por carteles reclamando los audios, emitidos por todos los medios, evidencia la confrontación entre la dirección política y la redacción profesional.

- Que sea la última vez, en definitiva, que TVE, como medio público de comunicación, esté al servicio de la propaganda del gobierno, y se ponga, como ordena el estatuto, al servicio de los ciudadanos: sus legítimos propietarios.

Más sobre este tema
stats