Librepensadores

Yo acuso

Luis Felipe Rodríguez Oliete

Los últimos acontecimientos me rebasan. Soy un ciudadano que pertenece a la generación de la cada vez más vergonzosa Transición. Próximo a los setenta, viví la común ilusión del cambio. Me burlé del “atado y bien atado “.

Yo confieso: que los de nuestra generación estamos penetrados y contaminados hasta el tuétano. Primero fue la delación (no lo viví, por suerte), pero luego nos instalamos en el amiguismo, el enchufísmo y el soborno. Era todo tan habitual que nadie ponía en duda que fuera la única forma de conseguir los objetivos. Desde el magistrado al ujier, del general al recluta, del cardenal al cura de pueblo, del catedrático al alumno, del director al empleado, o tenías padrino o no prosperabas. La recomendación.

¿Alguien se pregunta por qué somos una generación tan amoral? (La excepción, que la hay, no es la regla). Yo sí, me lo he preguntado muchas veces: Fuimos formados para ser así durante cuarenta años como bien lo refleja la literatura y el cine de nuestros tiempos. Somos una sociedad con mucha podredumbre y, a más altura, mayor. La Transición fue una burla, un apaño y un reparto. A las consecuencias me remito.

Yo acuso: a aquellos miembros de la familia real que, pese a sus privilegios, necesitaron tener más. A los presidentes de Gobierno que lo fueron todo y que tuvieron merecidas y jugosas jubilaciones que tampoco les fueron suficientes. Además de hacer “bolos” (bien pagados), pertenecen a consejos de grandes compañías (¿servicios prestados?). A ministros y presidentes de comunidades bien colocados. Alguna tiene la desfachatez de presumir, al dejar el cargo, de su fichaje a los pocos días como “cazatalentos” después de haber tenido que destituir a varios contratados por ella por “presuntos” corruptos para las administraciones públicas. Paro en este nivel porque hacia abajo, que también hay, es minucia.

Yo acuso: a las cúpulas de los partidos políticos, sobre todo a los grandes, por participar de la fiesta y proteger a los propios corruptos. A estas alturas, ¿alguien tiene dudas de la vergonzosa financiación? ¿Alguien tiene dudas de sobres, dobles y triples sueldos? Campañas electorales tramposas y despilfarradoras para mayor gloria del lider. Mentirosos en sus programas y tratando al votante de súbdito y tonto.

Yo acuso: a la jerarquía judicial que no alza la voz para denunciar la exasperante lentitud en hacer justicia (culpa de todos los poderes). En los asuntos en los que hay alguien importante implicado irremisiblemente pasa lo siguiente: se alarga al menos un quinquenio o más. El corrupto de turno hace un tiempo que no está a exposición pública (ya no es de los nuestros). Alcanza una edad avanzada que todo lo amortigua y genera pena a la sociedad. Además, si es aforado, agota la vía y poco antes de abrir causa, renuncia al aforamiento y vuelta a empezar con lo que al final el tribunal sentencia pena menor porque ha “sufrido” la lentitud de la justicia. Es rentable, 30 años a cuerpo de rey ejerciendo el cargo, dos añitos a lo sumo en prisión o indultado y, al salir, a seguir disfrutando de lo robado. Previamente si el caso se estigmatiza, con la colaboración de la prensa afín, al juez díscolo se le aparta, a ese sí, con celeridad.

Yo acuso: a la jerarquía de la Iglesia católica que fue la responsable, por delegación, de su adoctrinamiento vacío durante nuestra formación en lugar de educar (la mayoría fuimos a colegios religiosos). La ética en los cajones y el único pecado: el que tiene que ver con lo que ocurre de cintura para abajo. Ahí están los resultados, iglesias vacias y seguimiento de su magisterio cero.

Yo acuso: a la prensa de este país que se ha plegado y ha ejercido la omertá como nadie omertá , ora por seguridad, ora por exceso de “prudencia” y cuando no, por intereses espúreos. Últimamente, todo por la audiencia. Están polarizados en bandos, lo que para uno es titular a cinco columnas para el otro ni aparece o “poquito” para disimular. Basta ver las portadas y hasta las gráficas, partiendo de una misma noticia objetiva, lo manipuladas que están.

¿Alguien puede creer que lo último publicado hasta hoy  sobre el señor Pujol y familia no lo conocían el poder político local y nacional así como la prensa? Yo no me lo creo. Cuando se les ha ido de las manos el problema secesionista, han funcionado las cloacas y todos a una al degüello. Incluso algún periodista dice, sin despeinarse, que era “vox pópuli”. Más de treinta años y estos fabulosos periodistas de investigación (¡Qué risa! Sólo averiguan cuando hay denuncias interesadas que los utilizan para sus vendettas), si tanto sabían, no eran más que igual de sinvergüenzas.

Todo el poder es cómplice, mientras convino, se calló y protegió. No obstante admito apuestas: ¿Cuántos tribunales?, ¿Cuántos años? ¿Se nos habrá muerto y no hay caso? ¿Habrá protección por lo que diga alguien que ha gobernado con unos y con otros? ¿Se devolverá el dinero? ¿Quedará todo prescrito? ¿Habrá nueva amnistía fiscal, que ya sabemos para lo que ha valido? ¿Será el único objetivo final desactivar el enredo y “pelillos a la mar”?

Yo me acuso: como ciudadano, de mirar para otra parte en época de vacas gordas, de reelegir con mayorías a gobernantes bajo sospecha de corrupción, de haberlo justificado con el “todos son iguales”, “los de enfrente son más”,  “los que vengan serán peores”, pero yo con mis corruptos que para eso son míos. ¿Ahora nos asombramos? ¡¡Que vergüenza!!

Yo sugiero: permitamos que generaciones que aún no tienen los cincuenta tomen el relevo y si no hemos sabido educarla en valores éticos, que aprendan a partir de nuestros errores.

Luis Felipe Rodríguez Oliete es socio de infoLibre

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