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Librepensadores

De los círculos al Círculo

Jesús Pichel Martín

Podemos se originó en los círculos, aquellas reuniones de ciudadanos en las plazas para exponer, debatir y decidir propuestas políticas, económicas y sociales alternativas a las de la vieja política, la de la casta (como entonces se decía), la de los políticos que no, que no, que no nos representan (como se coreaba). Actualmente los círculos que aún quedan, territoriales y sectoriales, están pendientes de validación y, mientras, Podemos funciona de hecho como un partido al uso.

El pasado día 26, Iglesias Turrión participó como ponente en otro círculo bien distinto, el Cercle d' Economia, reunido en Sitges para celebrar su encuentro anual. Es el Cercle una prestigiosa institución con casi sesenta años de historia, un think tank de la burguesía catalanathink tank por la que han pasado presidentes del gobierno de España, presidentes de la Generalitat, ministros, alcaldes, grandes empresarios, etc. todos personajes relevantes en la política y el establishment de cada momento. Quizá para no darle alas, quizá por miopía, el Cercle no invitó a Iglesias a la reunión del año pasado con el argumento de que no tenía representación en el Parlamento (aunque ya era evidente su peso político).

El profesor Antón Costas, consciente de estar presentando a alguien extraño y ajeno a lo que representa la institución que ha presidido durante los últimos tres años, y, a la vez consciente del poder que Iglesias tiene y podrá tener, ha sido amablemente sincero con su invitado, intentando suavizar sin ocultarla la desconfianza del auditorio hacia el secretario general de Podemos.

Por su parte, Iglesias Turrión, consciente de estar en corral ajeno, juntó corbata y coleta y, en un ejercicio del pragmatismo que quiso transmitir, permanentemente se esforzó en hacer equilibrios para explicar sus propuestas económicas (reforma fiscal, derogación de las reformas laborales de 2010 y 2012, renta garantizada, impuesto de transacciones financieras, etc.) y tranquilizar al auditorio (somos pragmáticos; somos los nuevos socialdemócratas; gobernar es elegir, pero las opciones son limitadas...).

Pese a todo, lo más significativo del encuentro creo que fueron las preguntas finales, que el profesor Costas calificó de personales, hechas con buena fe: desde si creía en el respeto a la propiedad y en la cultura del esfuerzo, hasta si creía en Dios.

En 1689 John Locke, uno de los padres del liberalismo clásico, en su Carta sobre la tolerancia escribió: no han de ser tolerados en modo alguno aquellos que nieguen la existencia de Dios. Las promesas, los pactos y juramentos, que son los lazos que unen a la sociedad, no significan nada para el ateo. Al apartarse de Dios, aun en su espíritu, se disgrega todo. Han pasado 327 años de aquella Carta y ese liberalismo originario ha devenido en un neoliberalismo aparentemente alejado de aquellos prejuicios. Pero quizá no sea exactamente así, porque a alguien del auditorio, quizá para saber la fiabilidad del ponente, le preocupó la cuestión y se la hizo llegar a la mesa. El profesor Costas, al trasladar la pregunta, se justificó: esta cuestión se la han hecho a Bernie Sanders hace muy poquito y tuvo una enorme repercusión. Sanders, que lucha aún para ser el candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, representa a una izquierda más que moderada en el país que lleva escrito en cada dólar In Got We Trust, el país del Tea Party y de Donald Trump, ese país en el que la izquierda siempre resulta sospechosa de algo. __________________

Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre

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