Librepensadores

En minoría y en soledad

Jesús Pichel Martín

Para evitar unas terceras elecciones, que todos los partidos dicen no querer –aunque esa posibilidad por experiencia sabemos que no es descartable en absoluto–, tendrá que haber algún acuerdo para la investidura de un candidato y un candidato que acepte someterse a las sesiones de investidura. Y para ello, poco a poco se van instalando en el ambiente político dos ideas: que el candidato debe ser Rajoy, como vencedor de las elecciones, y que el PSOE debe facilitar su investidura al menos absteniéndose en la segunda votación, aunque no en solitario.

Dependiendo de la combinación final, Ciudadanos es numéricamente irrelevante en el sí a la investidura de Rajoy, pero es políticamente muy relevante tanto en la abstención como en el no: un no de C's inevitablemente llevaría a las terceras elecciones porque el PSOE no podría soportar políticamente aparecer como el único partido que hace presidente a Rajoy, dejando que Unidos Podemos y Ciudadanos ocupen el papel de oposición, y, en consecuencia, no podría abstenerse y la investidura sería imposible.

Es evidente que los casi ocho millones de votantes del PP, por miedo a Podemos o por lo que sea, han preferido no tener en cuenta los innumerables casos de corrupción en los que está envuelto, como parece que no les incomodan las políticas de recortes sociales, y de derechos y libertades que ha practicado. Pero es también evidente que muchos de los 15,2 millones de electores que han votado a los otros partidos que han conseguido representación parlamentaria no quieren tratos con el PP precisamente por la corrupción y los recortes. Así que Rajoy tiene enormemente complicado conseguir socios que le hagan presidente del Gobierno con un apoyo explícito y solo puede aspirar a que algún partido (o varios), bien negociando y consiguiendo contrapartidas, bien alegando razones de Estado y de estabilidad política para justificarse, le dejen serlo.

Pero si efectivamente Rajoy llega a ser investido (quizá en la primera quincena de agosto), el Gobierno del Partido Popular no solo debería estar en minoría, sino que debería estar, además, visiblemente en soledad y hacer así su particular travesía del desierto, teniendo que negociar con unos u otros cada coma de cada iniciativa legislativa o resignándose a perder votación tras votación si no negocia, y temiendo siempre una moción de censura que le quite lo que le han regalado, lo que implicaría cambios sustanciales tanto en su cultura política y en sus hábitos parlamentarios, como en las personas elegidas para sentarse en el Consejo de Ministros. ________________

Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre

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