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Slimane, una mayoría de edad ilegal

Slimane, una mayoría de edad ilegal

A Slimane Larhorti la mayoría de edad le liberó del centro de menores de Tenerife en el que vivía desde los 14 años. Allí había llegado en patera, desde el Sáhara Occidental. Le expulsaron el día de su cumpleaños con un NIE (Número de Identidad de Extranjeros) en el que ponía escrito “no apto para el trabajo”, a no ser que encontrase un empleo donde le hiciesen un contrato de un año. Algo que, a todas luces, era una tarea casi imposible. Él y sus amigos, que también habían sido expulsados del centro, se dedicaron entonces a vagar por las calles, a dormir donde podían, a dejar pasar el tiempo condenados en un limbo jurídico que les dejaba totalmente desprotegidos en un país al que no pertenecían del todo.

José Ángel Alayón, realizador tinerfeño formado en la prestigiosa escuela de San Antonio de Baños, Cuba, por donde también han pasado los cineastas españoles Benito Zambrano y Jaime Rosales, quería hacer una película de temática social: una historia narrativa, con tres personajes y plagada de puntos de giro. Pero cuando conoció a Slimane, el guion se fue desintegrando hasta acabar siendo una película de ficción, pero con una estética documental, centrada en un solo personaje y en las paradojas que aparecen cuando se juntan inmigración y la Ley del menor. 

Fue un poco como un amor a primera vista: “Slimane tiene mucho magnetismo. En el casting hicimos una prueba siguiéndole con la cámara muy de cerca, como luego también hicimos en la película, y nos dimos cuenta de que desaparecía ante él”, explica Alayón. Le dieron entonces una cámara de mano y dos tarjetas de ocho gigabytes cada una para que grabase todos los días un par de horas de su vida. A partir de ahí, el equipo de la película fue construyendo el nuevo guion, “como un Frankestein”, bromea Alayón, en el que cosieron ficción con las historias reales de Slimane y su grupo de amigos.

El resultado es, Slimane, un filme homónimo de su protagonista en el que se habla de “la energía derrochada de la juventud”, de un grupo de amigos que pasa el rato enredando, intentando ganar algo de dinero con pequeños trabajos, durmiendo en casas abandonadas y esperando que nadie les encuentre. “Las casas que aparecían en la película son las mismas en las que ellos se quedaban en la vida real. De hecho, habían ocupado el centro de menores de Tenerife, que había sido cerrado”, explica el realizador canario. El equipo de El Viaje Films llegaba a estas localizaciones con un guion preparado, pero dejaban hacer a los actores hasta encontrar una escena que les llamase la atención, y a partir de ahí repetían hasta que conseguían exprimir el momento al máximo.

Debido a la improvisación y a ese espíritu cinema verité, el 80% de la película está en lengua amazigh (bereber), la etnia a la que pertenecen casi todos los personajes. Nadie del equipo entendía amazigh, pero más que un hándicap lo vieron como un gesto coherente con su voluntad de improvisación. “A la hora del montaje fue todo una sorpresa, nos encontramos con textos muy buenos”, confiesa Alayón. Y cita la frase que le dice uno de los amigos a Slimane “Los árabes sólo somos buenos en una cosa: en engañar (…) pero si no sabes mentir te arrastra el río y te suelta en el mar”.

Slimane se presentó en la sección Panorama del Documental Español del festival Documenta Madrid, en el que ha resultado ganadora el largometraje My Name is Salt, de la realizadora india Farida Pacha. Es el cuarto festival en el que recalan después de pasar por el de Dubai, la tercera edición de Márgenes y el Festival Internacional de Cine de Autor, además de haber obtenido el premio IBAFF (Festival Internacional de Cine de Murcia) a Mejor Ópera Prima. A partir de octubre, distribuirán su película para que llegue a las salas de cine independiente.

 

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