La portada de mañana
Ver
El PSOE se lanza a convencer a Sánchez para que continúe y prepara una gran movilización en Ferraz

Cine europeo

La dignidad de un parado

La dignidad de un parado

La primera escena de La ley del mercado te lanza sin reparos al corazón de la tragedia: si eres un asalariado y te echan del sistema, nadie te va a salvar. La historia comienza con Thierry (Vincent Lindon) discutiendo con un trabajador del servicio público de empleo francés porque lo han enviado a un curso de formación totalmente inútil. De los 15 desempleados que asistieron, 13 nunca habían pisado una obra en su vida, condición imprescindible para que después pudieran optar a un puesto de trabajo para el que les habían formado: conductor de grúas. “¿Por qué?”, se pregunta Thierry, “seguro que no soy el primero al que le pasa esto”. El funcionario se disculpa, pero no logra aliviar la sensación de derrota y abandono que sufre el hombre que tiene enfrente: 51 años, 18 meses engrosando la lista del paro (en Francia, el pasado diciembre, era del 10,2%). Aunque aquí no importan los datos macroeconómicos ni la alegría del consumo: es el día a día de quien intenta mantener a una familia, y a un hijo con una grave discapacidad, con 500 euros al mes.

Thierry está solo ante la rapiña de quienes buscan sacar provecho de su situación: la asesora del banco que le propone vender su casa porque últimamente ha gastado mucho dinero de su cuenta de ahorro (¿Has pensado en tu familia si a ti te pasara algo?, le pregunta para insinuarle que contrate un seguro de vida segundos después); una pareja que le ofrece un precio irrisorio por la caravana en la que pasa los veranos, cerca de la costa. “Yo no he venido aquí por una limosna”, les responde Thierry. Porque le han quitado todo, pero le queda su dignidad para lidiar con el día a día. Es la misma dignidad con la que Sandra (Marion Cotillard) intenta buscar la complicidad de sus compañeros para evitar que la despidan en Dos días y una noche, de los hermanos Dardenne. Y también la de Rocío (Natalia de Molina, ganadora de un Goya por este papel) en el descarnado drama de Techo y comida. “¿De qué vives, Rocío?” Le pregunta la asistenta social a la madre soltera que tiene delante y que lleva tres años sin trabajar, “reparto publicidad dos o tres veces al mes y me pagan 20 euros”. La suya es la decencia de una madre que dice no tener hambre porque no hay nada para comer.

“Lo que pretendía era poner en línea a un individuo digno con una sociedad que quiere ponerle de rodillas”, cuenta Stéphane Brizé, director del la cinta, que se acaba de estrenar en España. A Brizé le gusta filmar lo cotidiano, amontonar unas escenas aparentemente sin tensión narrativa -Thierry hace una entrevista de trabajo por Skype, baña a su hijo, limpia la cocina, asiste a clases de baile- para al final revelar al espectador la verdadera naturaleza del protagonista, lo que ha barruntado durante todo este tiempo en el que ha estado sometido a los vaivenes de un capitalismo feroz. “Una de las grandes victorias de la patronal es que hayamos perdido la fe en lo colectivo”, arguye Brizé, que sugiere en una de las escenas el pasado sindicalista de Thierry.

Tras su paso por el festival de Cannes, La ley del mercado consiguió el premio a mejor actor para Vincent Lindon, lo que se tradujo en un éxito de taquilla en Francia. “Sin el premio habríamos hecho un quinto de los espectadores que hemos tenido”, reconoce Brizé. Y el próximo 24 de febrero se celebrarán los premios César, que otorga la Academia de cine gala, donde es una de las candidatas a mejor película, director y actor protagonista. ¿Pero hay demanda de este tipo de cine? “Sí”, responde el actor Vincent Lindon en una cafetería del centro de Madrid, “al público se le educa. Si le das buenas películas, se va a poner un poco así [y gesticula una mueca], pero luego estará contento. Es como el café, si no le echas azúcar al principio no te gusta, luego te acostumbras y, al final, no te vuelve a gustar el café con azúcar”.

La esperanza en el ser humano

‘Techo y comida’: la larga caída hacia el desahucio

'Techo y comida': la larga caída hacia el desahucio

No obstante, en el drama social de Brizé hay esperanza. “Creo filosóficamente que el hombre es más grande que cualquier sistema al que se pueda enfrentar”, afirma. La primera señal: Thierry se niega a aceptar la ridícula oferta que le hacen por su caravana. La segunda: encuentra trabajo como guardia de seguridad en un gran supermercado. Con corbata, rostro serio y adusto, el protagonista vigila los pasillos y delata a los que roban. Ahí comienza otro drama. La empresa quiere reducir plantilla porque ha habido pocas prejubilaciones y, por ello, pretende que Thierry espíe a sus compañeros y les pille cometiendo pequeños errores. Cualquier tontería (que no pasen por máquina un producto o se queden con los cupones para algún descuento) les sirve de excusa para echarles a la calle ahorrándose la indemnización. Entonces surge la pregunta: ¿Hasta dónde será capaz de llegar por conservar su empleo?

“Es una película llena de esperanza. Cuando acabé de rodar me sentía mucho mejor. Es un hombre que se queda de pie, que no se doblega”, explica Lindon. El actor es un personaje hiperactivo y mordaz que cuando le preguntan sobre cómo ha preparado su personaje ríe y responde: “No lo he preparado. Lo que me interesa es la ropa, los movimientos, la forma de hablar. Todo lo demás viene después”. Para explicar su manera de actuar –en la película destaca por su tono sobrio y comedido- Lindon intercala la respuesta con interpretaciones de los diferentes registros emocionales ante los periodistas.

Brizé, por su parte, no cree que el cine, como la literatura, deba plantear respuestas a situaciones como las de su personaje. Pero sí preguntas. “Toda situación dura nos obliga a escoger el campo en el que estamos. Es una guerra lo estamos pasando ahora, una guerra económica, pero una guerra al fin y al cabo”, zanja. Y él escoge quedarse con la dignidad de Thierry.

Más sobre este tema
stats