Fotografía

Las fotos arden bien

Así arderán los ejemplares de 'El diari indultat'.

Este libro de fotografía no ha nacido para reposar en los estantes de las librerías, para anunciarse como un regalo perfecto de Navidad, para reinar en Paris Photo o PhotoEspaña. Este fotolibro (así se llaman ahora que protagonizan un minúsculo boom editorial) ha nacido para arder. Nada de distopías tipo Fahrenheit 451 ni de temibles realidades como aquella quema de libros en la Bebelplatz de Berlín ("Allí donde se queman libros se terminan quemando personas", escribió Heinrich Heine). Aquí el fuego es festivo y purificador. Aquí el fuego es de falla. Los 5.000 ejemplares de El diari indultat arderán en la pira de la agrupación Arrancapins, una de las más lejanas del boato, en una cremà el 19 de marzo en plenas fiestas valencianas. A menos que un lector los indulte, como al ninot, mediante un crowdfunding abierto hasta el 27 de febrero.

Y van 655 (cuentas del viernes) que se apiadan del diari. Ya sea porque participan más de 70 fotógrafos españoles —entre ellos, los premios nacionales Joan Fontcuberta y Juan Manuel Castro Prieto— o por el placer de salvar del fuego un ejemplar de un fotolibro que se descatalogará en el mismo día de su publicación. Por 20 euros, un diario (tendrán 96 páginas, entre 100 y 150 fotografías impresas en papel de prensa mejorado) se libra de la quema. 

Todo empezó con un cierto hartazgo ante el llamado boom del fotolibro. Lo que antes eran libros de fotografía han ido tomando cierto estatus en el mundillo, convirtiéndose en el elemento central de festivales y exposiciones como un nuevo objeto de moda. Ante tanta reverencia, Eduardo Nave, fotógrafo y miembro del colectivo NoPhoto, dijo: "¿Y si hacemos uno y lo quemamos?". La idea pirómana, admite, tenía algo que ver con su origen valenciano. Junto a Juan Valbuena, editor del sello Phree, pensaron que qué mejor momento para arder que en las fiestas que celebran la purificación mediante el fuego.

Aquello que parecía una idea loca empezó a tomar forma: "Invitamos a gente, nos dijeron que sí... No nos lo imaginábamos, porque es un proyecto muy punki, muy provocador. Pero les ha seducido", explica Nave. Entre contactos de uno y otro han logrado reunir a un buen puñado de autores. Lo de "reunir" no es figurado. Los llevarán a todos a Valencia durante tres días, entre el 15 y el 17, para que cada uno haga su particular retrato de la fiesta y el fuego. "Queríamos que hubiera distintos estilos, currículos y edades, claro. Lo bonito es que se junte gente de 60 años y de 20 y que vayan a participar en el mismo proyecto con las mismas posibilidades de ser editados", dice Nave. Así, han conseguido unir a autores como Ricardo Cases y su trabajo sobre el folclore y el kitsch; a fotorreporteros como Carlos Spottorno, ganador del World Press Photo 2015 en categoría multimedia con un trabajo sobre la emigración; a maestros del retrato como Sofía Moro; a jóvenes autores tan alejados del canon como Dalila Virgolini. "Hemos conseguido hacer una especie de termómetro de la fotografía española", se felicita Nave. 

Laura Carrascosa, a sus 22 años, es la más joven de los participantes, y se siente afortunada de estar entre los elegidos: "Cuando me invitaron fue 'Guau, el honor es mío'. Quizás cuando vea a alguno de los grandes me dé vergüenza hablar con ellos. ¿Qué hago yo a su lado? Aprender, claro". Ya está dando vueltas a por dónde tirará su trabajo. Lleva un año trabajando con la comunidad china en España —su exposición Como la casa mía es una de las actividades organizadas en Madrid por el año nuevo chino— y baraja explorar la conexión entre ese país y Levante: "Las naranjas y las mandarinas, el arroz, el gusto por la polvora...". O quizás no haga nada de eso. Quizás, como Paco Junquera, se deje llevar.

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El fotoperiodista celebra lo mismo que Carrascosa, pero al contrario: "Como profesor, estás en contacto con la gente joven, y eso siempre le refresca a uno. Ves cómo va la sociedad. Menos mal, ¿no?". Confía en las décadas de profesión a la espalda para dejarse arrastrar por la fiesta. Seguir "ese punto barroco, algo recargado". Después de su trabajo en la agencia Cover, de la que fue director, después de esos años ochenta retratando a los nuevos inquilinos del Congreso, sabe que su trabajo es siempre fugaz: "Las noticias del día siguiente machacan a las del anterior". Igual que el fuego. 

Sus trabajos y los de sus compañeros conformarán el diario después de un intenso día de edición. Y es decir poco. El equipo ha alquilado un piso con diez camas que servirá de centro de operaciones y camarote de los hermanos Marx. Tendrán 24 horas para recolectar las fotos de los autores, seleccionarlas, maquetarlas, confeccionar los textos, editar el conjunto y hacer que el diari llegue a imprenta en la misma noche del 18 de marzo para hacer la plantà el 19. Quizás sea su proyecto con los plazos de entrega más extremos, pero no es el primero en el que corren contrarreloj. En la iniciativa 1+1=3, varios fotógrafos se reunían en una casa y debían generar un libro en cinco días. En Vegaviana. Memoria colonizada retrataban la vida de ese pueblo extremeño durante un verano. Tampoco es su primer diario: en Dúo reúnen a parejas de fotógrafos en una misma publicación de este formato. 

Por eso, Juan Valbuena mantiene la calma: "Habrá una maquetación anterior, pero tendremos que ver qué material hay... 100 o 150 imágenes seguro que entran". Todavía no saben cuál será el criterio de edición. Han descartado que haya divisiones por autor, y sopesan respetar el orden temporal de la falla: "Primero el día que se plantan, el día que se van a ver, la cremà... Pero al final creo que no haremos nada de eso", bromea. "Buscamos lo mismo que en cualquier otro libro: que todo el mundo esté representado, que funcione...". Y salvarlos de la quema, algo que no necesita buscar la mayoría de los editores. ¿Y si todo esto funcionara demasiado bien?¿Y si se indultaran los 5.000? "¡Sería imposible, son un montón!", contesta Eduardo Nave, "Pero incluso así sería interesante: hacer un proyecto para quemar el fotolibro y que al final no se quemara ninguno, ¿no?". No es probable. Los Guy Montag de la fotografía tienen la hoguera asegurada. 

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