Música

Els Catarres: “Jordi Pujol ya no es nuestro símbolo erótico”

Jan Riera, Roser Cruells y Èric Vergés, integrantes de Les Catarres.

Llueve en Madrid. Diluvia. Parece irónico que la climatología responda así a la energía de supernova de Els Catarres, que aterrizan en la ciudad este viernes para tocar en la sala Joy Eslava. No se trata de ningún descubrimiento científico, sino de un grupo musical para el que el big bang no sólo simboliza el origen del universo. Es el título de su tercer disco, un álbum creado desde las entrañas de Barcelona y cuya magnitud va más allá de las fronteras. De hecho, para Els Catarres, ésta, Madrid, es una de ellas.

Èric Vergés, vocalista y guitarrista; Jan Riera, guitarrista y percusión; y Roser Cruells, contrabajo; llegan a la entrevista con infoLibre tras un día de intensa promoción. Este viernes tocan en la sala Joy Eslava y los medios quieren saber más sobre los ganadores del Premio MIN de la música independiente al mejor álbum del año en catalán, entregados el pasado martes, aunque éste no sea el único motivo por el que suscitan interés en la capital. Su canción “Invencibles” fue la banda sonora del Junts pel Sí durante la campaña, y no ocultan su apoyo a la independencia catalana

Comenzaron tocando en 2011 por los bares del Vallés Oriental hasta que una de sus primeras canciones, “Jenifer”, se viralizó en Youtube gracias a una pegadiza e irónica letra en la que un chico de tendencia independentista reconocía haberse enamorado de una “choni de Castefa”. Es decir, la antítesis de la soberanía catalana. Tal fue la magnitud del éxito que el propio Jordi Pujol se animó a entonarla, afirmando sentirse halagado porque el protagonista de la historia reconocía tener sueños eróticos con él. Hoy Els Catarres sentencian con un “no” a la pregunta de si el president continúa siendo su símbolo erótico. “Tampoco es que antes fuéramos fans”, matizan entre risas.

Con o sin éste, “Jenifer” les convirtió en un fenómeno dentro de Cataluña que hoy acumula tres discos en el mercado y una gira que se expande hasta Francia e incluso China. Este último aún con la incógnita de si corearán las canciones. “No nos entenderán ni nosotros a ellos”, bromea Roser, pero “esperamos que salten y bailen como aquí”. Escuchando a su compañera, Èric añade: “Somos un grupo muy enérgico que con su música trata de transmitir buen rollo” y ese es el fin último de cada concierto. Eso, y divertirse.

“Es lo bueno de este trabajo, que siempre es distinto”, afirma por su parte Jan. “En el día a día cada uno hace el trabajo que le toca y Èric… Èric duerme”, añade ante la mirada sentenciosa de su compañero. El guitarrista vacila y ambos ríen. Roser aprovecha para tomar un sorbo de su infusión al tiempo que esboza una sonrisa. La sintonía entre ellos es inequívoca. Las horas de convivencia denotan una amistad certera. Pronto, Riera recupera la seriedad para responder: “Ya no estamos en los noventa y con la música puedes vivir justito, por eso tienes que echarte mucho trabajo encima para no tener que contratar gente. Roser lleva los números, Èric la programación web y yo me encargo del diseño y las redes”. Un modo de optimizar los conocimientos previos de cada uno —salvo Roser, que estudió arte y diseño— en su oficio musical.

La BSO del independentismo catalán

Más allá de la música, los tres artistas comparten una ideología, un pensamiento: la independencia de Cataluña. Vergés, además, figuró como suplente en la lista de Junts pel Sí durante las pasadas elecciones. Un gesto que el vocalista cataloga como “simbólico” y cuyo objetivo era “animar a la juventud para que votara a JxSí”. No obstante, esta no fue la única representación de Els Catarres en la candidatura vencedora. Los de Barcelona fueron recordados durante toda la campaña, pero no de forma directa, sino indirecta: mediante su música.

Su canción “Invencibles”, uno de los éxitos de su segundo disco Postals, abanderó la lucha del soberanismo catalán actuando como banda sonora de la formación. No sólo eso. Otras entidades como el FC Barcelona también la han usado como hilo musical. Estos, “encantados”, explican que la candidatura independentista eligió la canción y a ellos dieron su visto bueno. Para Èric significó “un orgullo”, para Jan “un buen momento para sumarse a un movimiento civil” con el que comparten —aunque con matices entre ellos— un presente y un futuro.

— La situación política catalana está como siempre, complicada, porque es un tema complicado, pero en España también lo está—, señala el vocalista.

— El independentismo no puede demostrar a nivel internacional que la mitad de Cataluña lo apoya. Es un camino complicado y se tiene que ir luchando. Ojalá llegue, pero hacen falta más de 18 meses y mucha pedagogía—, comenta Jan.

— Pero ahí estamos, ¿no?—, interviene Roser con un enfoque optimista.

La solución parece no llegar, pero Jan pide “que se haga sea una consulta para ver qué es lo que quiere todo el mundo. Si sale que no, pues no hay nada que hacer, pero que se desenquisten con el referéndum”. Roser añade que a España “económicamente no le interesa nada” una soberanía catalana y que no lo va a permitir. Sus compañeros coinciden. Acto seguido, Èric matiza tratando de reconducir la conversación: “Bueno, pero no somos políticos tampoco, ¡eh!”. Sonríen.

Aun así, el grupo continúa en una tormenta de ideas. La de Centelles apuesta por una “independencia saludable” en la que España entienda las razones de la marcha, Riera por el “federalismo” a la europea, y Vergés escucha a los restantes tras sentenciar con un “sí” rotundo que Cataluña logrará la soberanía. Es su punto común, el sí como respuesta. La música retoma centralidad en el final de la conversación, al tiempo que los posos se disciernen en el fondo de las tazas. Aprovechando el símil, Èric se emprende como vidente para tranquilizar a sus fans madrileños como conclusión: “Volveremos, aunque nos independicemos, volveremos”.

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“La venta de discos no genera ingresos”

La producción de Els Catarres es artesanal y gratuita en su mayoría. “La venta de discos no te genera dinero, al menos en un mercado tan pequeño como el catalán —argumenta Èric—. “Algo te sacas, pero para vivir ni de coña”. Por eso consideran más beneficioso facilitar la descarga de sus temas —aunque también pueden adquirirse pagando— que luchar contra un enemigo, la piratería, que siempre va a estar ahí. “Nosotros hemos creído desde el principio en esto y nos ha ido bastante bien, porque al final a la gente a la que le gusta termina por comprar el disco y venir a los conciertos”, defiende Èric.

En el caso de Big Bang, la ya oficialmente encargada de los números, Roser, explica que para este último álbum han grabado en un espacio “logísticamente más práctico”: el pueblo de los chicos, Aiguafreda. “Nuestras canciones siempre están muy arriba y es muy agradecido volver a un sitio que está en calma y que no haya más impulso de estrés. Se trabaja mejor”, argumenta. Èric y Jan asienten de acuerdo. Todos coinciden en lo “redondo” del resultado final. “Los tres tienen su parte curiosa y dependiendo del estado de ánimo uno te puede sonar mejor un día que otro, pero Big Bang es el más completo”, sentencia Roser.

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