Música

Rosalía, el cante jondo visto desde el siglo XXI

La cantaora Rosalía.

Rosalía se ajusta el plumas negro y mira a cámara como si llevara dos décadas de entrevistas y sesiones de fotos a sus espaldas. Pero esta barcelonesa de 23 años está terminando, en realidad, uno de sus primeros días de intensa promoción. Los Ángeles (Universal) es su único disco en el mercado, pero ya sonaba en el mundo del flamenco –y fuera de él– como una nueva voz a la que prestar atención. Cuando se supo que la producción del disco la firmaría Raül Fernández Refree, guitarrista que ha trabajado junto a Rocío Márquez y Niño de Elche, dos de las figuras más relevantes del flamenco contemporáneo, pero también con creadores como Lee Ranaldo y Silvia Pérez Cruz, las apuestas subieron. Rosalía no iba a ser una cantaora clásica, pero tampoco una cantante de flamenco-pop comercial. De hecho, ni siquiera contempla esas categorías. 

"Uno asocia el flamenco a una imagen concreta. Pero hoy a muchas formas de ser un cantaor", dice con un aplomo que sorprende –quizás erroneamente– en alguien de su edad. Rosalía no acaba de llegar. Lleva diez años formándose en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), ha aprendido del maestro Chiqui de la Línea y ha trabajado ya con artistas como Chicuelo o Rocío Márquez. Los conocedores del género, y sobre todo los que frecuentan Barcelona, habían oído ya hablar del timbre de su voz, de su capacidad expresiva sobre el escenario y su constancia en el trabajo. "Hoy en día no sé si es tan real que se aprenda el flamenco desde la tradición", continúa, "Camarón se ve que de joven tenía que ir grabando por los pueblos cómo los viejos cantaban no sé qué cante. Hoy puede ser más natural alguien rebusque en Internet durante años, descubriendo cantes que personas random del mundo puedan colgar". Obviamente, habla por experiencia propia. 

Porque aunque sus influencias tocan el rock, el soul, la electrónica o el trap –su tema más conocido es, en realidad, "Antes de morirme", un hit junto al rapero C. Tangana–, Los Ángeles es un trabajo de investigación sobre el cante jondo y las figuras de los flamencos viejos, e incluso de algunos preflamencos. En los 12 temas de su disco hay espacio para las seguiriyas, para los tientos, para unas malagueñas por la Niña de los Peines, para una guajira de Pepe Marchena o una milonga por Manolo Caracol. En las letras, todas en torno al tema de la muerte, hay romances olvidados y saetas populares. Año y medio de búsqueda. "Para hacer mi propuesta", explica, "yo necesito saber lo que se ha hecho. Y no solamente en los últimos cien años, sino incluso antes. Conocer la fuente, los primeros pasos del flamenco. También porque es lo que me ha enseñado mi maestro: reivindicar estos cantes, estas letras, estos referentes".

Pero ocurre que Refree no es un guitarrista flamenco: su acompañamiento no es en absoluto ortodoxo y toca con frecuencia el punk, el folk y la música contemporánea. Rosalía aclara que han construido canciones "con estructura de música pop", aunque contengan cantes populares. Los títulos de las canciones no respetan los de las coplas originales, ni incluyen el palo al que pertenecen, como es tradición, e incluso combinan varios –"Si tú supieras compañero" comienza con alegrías, sigue con cantiñas y termina con una copla popularizada por Concha Piquer–. Pero no es esto flamenco fusión. Rosalía se justifica como temiendo la reacción de los puristas: "No me atrevería a decir si esto es flamenco o no. Yo me siento cantaora y esto son cantes, pero luego se convierten en otra cosa, y es bueno matizarlo. Intento ser cuidadosa con las definiciones, que pueden traicionarte. Hay que ser respetuoso". Pero es difícil escuchar su single "Catalina" y pensar que eso es otra cosa que flamenco. 

Raúl Rodríguez se enchufa a la raíz

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La trayectoria de Rosalía es también ejemplo de un cambio en el mundo del flamenco: ella es paya, y su familia no tiene ningún contacto con la escena. Descubrió a Camarón de pequeña y empezó pronto a frecuentar los tablaos, buscando quien enseñara. Descubrió a Chiqui de la Línea, que le animó a formarse de manera reglada. Ni Niño de Elche ni Rocío Márquez, a quienes menciona con frecuencia, proceden de dinastías flamencas, y todos ellos llegan al flamenco con sus propias referencias. Si él ha cantado por Miguel Hernández y se ha acompañado de electrónica, ella ha fundido el flamenco con la música barroca. Rosalía y Refree estuvieron escuchando mucha música juntos –describe largas sesiones de charlas y altavoces– antes de ponerse a tocar, y sus referencias no pueden ser más eclécticas: la electrónica de Shlohmo y Lapalux, el pop de James Blake, Chato de la Isla, el folk de Sufjan Stevens… y Nico, "esa chica rubia" que le descubrió su compañero.

Desde fuera se ha visto con extrañeza esta mezcla de referentes. ¿Por qué cree ella que cuesta asimilarla? Rosalía frunce el ceño ante la pregunta. "No te entiendo, ¿a quiénes les cuesta?". Es una buena pregunta. Los seguidores de su generación han pasado sin mayor problema del trap al flamenco, y corean con la misma energía el rap de C. Tangana que el tango arrumbao de "Catalina". "Mi generación", dice, "está en contacto con muchas músicas distintas, de muchos sitios distintos, hechas de muchas maneras distintas. Internet ha sido fundamental". El Internet que le ha permitido a ella acceder a grabaciones antiguas del Mochuelo y utilizarlas en su proceso de creación, pero también descubrir a la Velvet Underground. 

Y con este equilibrio entre tantos mundos, ¿se toca distinto en una peña que en Casa Patas que en un festival pop? "No, para nada", contesta tajantemente, "porque eso sería predisponerte a que hay una forma correcta de hacer las cosas en un sitio y en otro. El acto escénico será lo que tenga que ser, y no es una cosa que esté bien o mal. No me interesa acatar un código concreto, me parece muy encorsetador. No creo ni que existan". Se despide mientras se ajusta el plumas. Ayer llenó el Teatro Lara en Madrid, en marzo tocan en un festival de guitarra en Barcelona y en junio tienen el Primavera Sound. Y eso ya no tiene nada de raro. 

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