Cumbre del Clima

Los niveles de contaminación en China amenazan las condiciones del agua y del suelo

Los niveles de contaminación en China amenazan las condiciones del agua y suelo nacional

El 47% del consumo mundial de carbón, el 20% de los recursos hídricos del país no se pueden aprovechar, una contaminación atmosférica intensa... Aunque la política económica china se ha traducido en auténticos logros para el país, como la reducción drástica de la pobreza, también ha tenido efectos devastadores para el medio ambiente. Más allá de los niveles de contaminación del aire, que acaparan las portadas de la prensa nacional e internacional porque afectan a las grandes ciudades y sobre todo a Pekín, el problema más grave está relacionado con la contaminación del agua y de los suelos, que afecta principalmente a las zonas rurales donde todavía vive prácticamente la mitad de la población. China está llamada a desempeñar un papel clave en la cumbre del clima COP21, que se inicia este lunes 30 de noviembre en París. Pero, ¿cuáles son los factores que han llevado al gigante asiático hasta el estado actual, cómo trata de resistir la sociedad china a los abusos de los intereses comerciales y gubernamentales con el fin de impulsar un cambio en la gestión de la cuestión medioambiental por parte de las autoridades?

Desde 2007, China es el país que más gas carbónico emite, hasta representar a día de hoy un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el planeta. No fue hasta 2012-2013 cuando la opinión pública tomó realmente consciencia del problema, cuando Pekín pasó la mayor parte del mes de enero bajo la bruma, con una visibilidad inferior a 50 metros en la capital de provincia de Heilongjiang, Harbin. Según el diario oficial China Daily, de las 74 ciudades con estaciones de medición de la calidad del aire en aquel momento, en más del 80%, la contaminación superó los umbrales máximos del país durante más de medio mes de diciembre de 2013. Además, según el estudio más reciente (de 2007) elaborado por el Banco Mundial y la agencia nacional para la protección del medio ambiente (predecesor del Ministerio de Medio Ambiente), la contaminación ha costado entre el 4% y el 5% del PIB anual entre 1995 y 2007. Otros informes más recientes de think thank no chinos cifran el coste en un 10%. No obstante, si bien es verdad que la polución atmosférica es un problema importante, el de la contaminación del agua lo es aún más.

El caso de los 16.000 cerdos hallados en el río Huangpu, cerca de Shanhái, que acaparó todos los titulares en marzo de 2013, sólo volvía a poner sobre la mesa un problema que afecta a las zonas rurales chinas desde al menos hace una década. Según el Ministerio de Medio Ambiente, en 2014, casi dos tercios de las capas freáticas y un tercio de las aguas superficiales chinas “no eran válidas para el contacto directo con los seres humanos”. 280 millones de personas utilizan estas aguas peligrosas para la salud y 250 millones viven cerca de industrias contaminantes. Los siete ríos más largos de China están contaminados.

Además de estar contaminada, el agua en China se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso: las sequías crónicas azotan el norte del país. Según los cálculos del Ministerio de recursos acuíferos, 440 de las 660 principales ciudades de China sufren graves problemas de abastecimiento y la mitad no tienen acceso a agua apta para el consumo humano.

Esta situación se explica por el tamaño de la población china, el mix energético en el que se basa desde 1949 el crecimiento del país y el modo en que funciona el modelo económico chino. Para Jean-François Huchet, profesor en el Instituto nacional de lenguas y culturas orientales, en Francia: “La evolución demográfica de China desde 1949 es el principal factor que explica el deterioro del medio ambiente. La población china ha aumentado un 170% desde 1950, ocupando una superficie análoga del territorio [principalmente en la costa Este y el centro del país], lo que ha derivado en una fuerte presión sobre el medio ambiente. El recurso masivo al carbón para la producción de electricidad y para la producción industrial no ha hecho más que reforzar dicha presión. En 2013, ¡China consumía más carbón que el resto del mundoChina y cuatro veces más que Estados Unidos o 218 veces más que Francia! El tercer factor es de carácter ideológico y hunde sus raíces en el modelo económico maoísta, que hace hincapié en el poder de las masas a la hora de conquistar y transformar la naturaleza con fines productivos, sin preocuparse de las consecuencias que acarrea para el medio ambiente. Este marco sigue influyendo en los responsables políticos de todas las escalas de la administración, los dirigentes de las empresas públicas y privadas y la población de manera general hasta una época reciente. Esto ha permitido el crecimiento rápido de la economía, pero ha agravado la situación del medio ambiente. Hasta que no se produjeron las primeras catástrofes medioambientales, en los 90, este sistema de pensamientos no comenzó a evolucionar”.

Duplicidades administrativas

La prosperidad económica que ha conocido el país en los últimos 30 años va pareja a los problemas medioambientales que padece. Las reformas que han permitido el desarrollo de la economía china —especialmente en lo relativo a desconcentración de la toma de decisiones en materia económica y la evaluación de los responsables locales sobre sus capacidades para generar crecimiento económico y asegurar la estabilidad social— han llevado a ignorar los aspectos medioambientales. La reforma fiscal y del control que dichos cargos locales ejercen sobre la financiación de la economía en sus respectivos ámbitos de actuación (fundamentalmente por el hecho de que tienen el poder de nombrar a los directores de sucursales de los bancos comerciales del Estado) han permitido la creación sostenida de empresas y una fuerte inversión en la economía, pero también han favorecido la connivencia entre autoridades y actores económicos. Estos cargos electos, que son sometidos a una gran presión, han hecho todo lo posible por atraer el mayor número de industrias posible a su localidad, por mejorar el crecimiento económico local y, de paso, porhacerse conalgún soborno.

De modo que, en el modelo de desarrollo chino, el olvido de la cuestión medioambiental tiene su origen en la organización administrativa misma del país. La entidad que de forma específica se encarga de velar por la protección del medio ambiente no tuvo categoría de Ministerio hasta 2008. Hasta ese año, era una agencia, con un peso mucho más limitado que el que tiene un Ministerio de Industria o una comisión de Estado, orientada al desarrollo económico. Además, varias administraciones tienen competencias sobre medio ambiente, lo que hace difícil dotar de legitimidad al sistema. Así, con rango nacional, además del Ministerio de Medio Ambiente, existe un Ministerio de Recursos Acuíferos y un Ministerio de Tierras y Recursos. En el ámbito municipal, a la configuración administrativa análoga se le suma el hecho de que las oficinas de protección del medio ambiente no pueden intervenir en los asuntos de los grandes grupos estatales, que dependen del Gobierno central, para forzarlos a cumplir con la ley. Otro elemento que explica la catástrofe medio ambiental china es la falta de independencia del sistema judicial: los ciudadanos víctimas de la contaminación y los denunciantes no disponen de canales institucionales en los que dejarse oír.

La situación medioambiental china es muy preocupante. Antaño se limitaba a las zonas más remotas del país, pero la contaminación afecta ahora a las megalópolis del Este. Más allá de la contaminación atmosférica de la que se escucha hablar mucho en Occidente porque la situación china tiene un impacto directo en la situación medioambiental mundial, lo que constituye un verdadero problema es la contaminación del agua. Mientras que la terciarización de la economía china está llamada a resolver buena parte del problema de la polución china, la multiplicidad de las causas de la polución del agua (vertidos industriales, el no tratamiento de los residuos, la utilización extensiva de los pesticidas...) hacen que dar con una solución sea más complejo.

El Gobierno puede ordenar el cierre de fábricas y limitar la circulación, en días alternos, durante una semana, para que el cielo de Pekín esté azul coincidiendo con la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico o la celebración del 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, pero es más difícil prohibir a los agricultores el uso de pesticidas o que la población tire los desechos al aire libre cuando no hay sistema de gestión de desechos en las zonas rurales. Son necesarias una voluntad política firme y reformas de calado para conseguir reparar los inmensos daños que sufre el medio ambiente después de 30 años de desarrollo económico desenfrenado.

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Traducción: Mariola Moreno

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