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Guerra en Siria: imposible conocer el número de víctimas

Un soldado sirio espera en el cruce de al-Ramousseh, donde los combatientes rebeldes van a ser evacuados de los barrios del este de Alepo.

En los artículos que se escriben sobre el conflicto sirio, la fuente que más a menudo se cita es el OSDH, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, al que se recurre para hacer el macabro balance de esta guerra. Las tres agencias de prensa mundiales, AFP, AP y Reuters, se basan en sus cifras. Hay otros organismos y presentan estimaciones sensiblemente diferentes. Sin ir más lejos, la ONU dejó de dar las cifras del conflicto en 2014. Y el régimen de Damasco ya no informa de sus propias bajas desde 2013. En cinco años y medio de guerra, ¿cuántas personas han sido asesinadas, cuántas se han visto forzadas a dejar la ciudad, cuántas han desaparecido…? ¿Es posible medir la sangría?

En su último balance, del 13 de diciembre, el OSDH dice tener documentado el asesinato de 312.000 personas, desde que se produjo el primer muerto en la revolución siria, el 18 de marzo de 2011, hasta el 13 de diciembre de 2016. A esa cifra, calcula que hay que sumarle al menos 80.000 muertos más de las tropas leales, del Estado Islámico y de diferentes facciones islámicas “por la discreción extrema de las partes con relación a las pérdidas humanas que ha causado el conflicto y por los problemas en las comunicaciones existentes en Siria”. Según estimaciones del Observatorio, hay también dos millones de heridos y más de 12 millones de desplazados, dentro y fuera del país.

En su página web, el OSDH se presenta como “un grupo que cree en los derechos humanos, del interior y del exterior del país, que documenta la situación de los derechos humanos en Siria y que informa de las violaciones de los derechos humanos”. La organización, creada en 2006, dice apoyarse en una red de más de 200 activistas presentes sobre el terreno, pero no se precisa cómo sigue existiendo dicha red tras cinco años y medio de guerra. La dirige, desde Londres, un hombre, Rami Abdel Rahman, que hace mucho tiempo que no pone los pies en Siria.

Para Fabrice Balanche, demógrafo y especialista en Siria, país en el que ha centrado sus investigaciones en el último cuarto de siglo, las estimaciones del OSDH son simple y llanamente “descabelladas”. “El director del Observatorio es un personaje bastante turbio, procedente del mundo de los negocios. En un primer momento era una persona próxima a la oposición siria; al comienzo de la guerra, el organismo recibió apoyo del exterior, sobre todo de Al Jazeera. Ahí comprendió la importancia de proporcionales cifras a los occidentales y desde entonces no ha dejado de publicarlas; lo de menos es si son falsas. A veces son aproximadas, como ocurrió con las manifestaciones de Hama del verano de 2011; se hablaba de 500.000 manifestantes cuando la ciudad no tenía más que 300.000 habitantes, de los cuales sólo 75.000 hombres estaban en condiciones de salir a la calle…. La OSDH ha sobrevalorado continuamente la magnitud de las protestas y de las víctimas civiles de la guerra”.

Para este investigador, actualmente establecido en Estados Unidos, donde trabaja para el Washington Institute, el éxito del OSDH se explica por su accesibilidad en internet y por la frecuencia casi diaria en la publicación de informes. “Pocos periodistas se van a perder en la literatura de la ONU para ir a buscar cifras algo más fiables”, dice. Y, a día de hoy, este organismo no tiene nada de independiente. “Está financiado por Francia, Gran Bretaña, la UE y Catar”, asegura el investigador.

Otro organismo que documenta las violaciones de los derechos humanos sobre el terreno es el Centro de documentación de las violaciones en Siria, una ONG que comenzó su trabajo de vigilancia en junio de 2011, al ver que la situación derivaba en “conflicto armado” y al observar “una campaña agresiva del Gobierno dirigida a intimidar, acosar, encarcelar y reprimir a los considerados relatores de la situación (periodistas, blogueros, escritores…)”. Este organismo cuenta con una treintena de activistas residentes en varias ciudades del país. En la actualidad está radica en Suiza, después del ataque de su oficina siria en 2013 y publica estadísticas periódicamente. En esos datos se apoya Human Rights Watch a la hora de denunciar los “crímenes de guerra” cometidos por la coalición ruso-siria. En el comunicado difundido el 1 de diciembre, la ONG norteamericana hacía suyas las cifras de aquella organización –que contabiliza, de septiembre a octubre, 440 civiles muerto bajo las bombas de Alepo, entre ellos más de 90 niños–. En total, desde el comienzo de la guerra, han sido asesinados 31.771 habitantes de la segunda ciudad siria, según esta organización, que publica en línea una base de datos donde se registran todas las víctimas, con su nombre, fecha en que se conoce, sexo, día y causa de su muerte (bombardeo/tortura/ejecución/ataque químico…), así como su afiliación, si se llega a conocer (civil/Ejército siria/Estado Islámico…).

El balance de la guerra que esta organización hacía a finales de noviembre es netamente inferior al que realiza el OSDH: 170.741 muertos, civiles y no civiles, desde marzo de 2011. También contabiliza los detenidos (65.863) y las personas desaparecidas (2.683). Entre las personas asesinadas, para el Centro de documentación de las violaciones en Siria, hay una mayoría de civiles (el 63,4%, según sus propias estimaciones).

Este organismo también trata de documentar los ataques cometidos por las fuerzas del régimen. En su informe mensual de noviembre, en Alepo, se produjeron 25 ataques de las fuerzas rusas y sirias dirigidos a hospitales o centros sanitarios y a otros 13 edificios escolares, fábricas, un mercado y un campamento de desplazados internos. Todas estas infraestructuras están actualmente inoperativas. Prudente, el comunicado aporta la precisión siguiente: “Estas cifras no son definitivas, los activistas del centro, los administradores de la base de datos y el equipo de documentación sobre el terreno las revisan continua y periódicamente. Puede existir disparidad entre los informes y, el informe más reciente, siempre se considera como el más aproximado”.

Otras dos ONG también proporcionan periódicamente estimaciones sobre el número de muertos: la Red siria para los derechos humanos (203.097 civiles muertos a día de hoy) y el Centro sirio para las estadísticas y la investigación (141.296 asesinados). En resumen, nada coincide.

Para Fabrice Balanche, hay “una guerra de comunicación con relación a las cifras”. “Gran parte de estas páginas web están financiadas por los países del Golfo, a menudo se trata de propaganda catarí y saudí, con los Hermanos Saudíes a la cabeza”, dice. Las listas muy detalladas de las víctimas no son una prueba de fiabilidad, al contrario. De hecho, es imposible dar cifras fiables sobre este conflicto. Yo mismo, nunca he adelantado estimación alguna. Todo lo que sé es el reparto demográfico del país antes de la guerra y, según los últimos censos del Estado sirio (hasta 2004) y varias proyecciones científicas, en 2010, el país tenía 21 millones de habitantes”.

6,3 millones de desplazados dentro del país

Ni siquiera Naciones Unidas hace ya balances. En la página de la ONU dedicada a Siria, el informe más reciente es de junio de 2016. Se basa en violaciones de derechos humanos en un periodo limitado de tiempo (del 1 de noviembre de 2015 al 1 de febrero de 2016) y se contenta con un listado de los incidentes conocidos para el periodo estudiado, en el que se emplea sistemáticamente al condicional y a fórmulas muy prudentes (“según las informaciones recibidas”, “a decir del vídeo”, “el Alto Comisariado ha tenido conocimiento de las alegaciones según las cuales….”, etc.). Las estimaciones más generales son muy vagas: “Las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario continúan sin descanso en la República Árabe Siria. Sigue siendo muchos los civiles asesinados y heridos tras los ataques aéreos, los tiros de artillería y de mortero y los artefactos explosivos improvisados, como los barriles explosivos y los coches bomba”. No es hasta el final del informe donde se puede leer: “unas 250.000 personas han perdido la vida en la República Árabe Siria”.

El último análisis estadístico de la ONU sobre los muertos del conflicto sirio data de hace… dos años. Naciones Unidas se basaba entonces en los datos recabados en las cuatro organizaciones que trabajan en defensa de los derechos humanos citadas anteriormente y en las informaciones ofrecidas por el Gobierno sirio. Hablaban de 191.369 personas muertas, todas identificadas, toda vez que reconocían ya que su balance no reflejaba “el número total de muertos vinculados con el conflicto en Siria”. Porque desde septiembre de 2013, el Gobierno sirio ya no responde a las demandas de datos y la OSDH ya no comparte sus informaciones con la ONU desde principios de 2014.

Otro problema para entender lo que realmente sucede sobre el terreno es que, del lado de los representantes oficiales, las fuentes tampoco no son fiables. “Cuando el alcalde de Alepo Este declara que hay un máximo de 200 yihadistas en su ciudad, no dice la verdad”, asegura Fabrice Balanche. “¡Todo el mundo miente continuamente! En Siria, incluso en tiempos de paz, es imposible disponer de un discurso objetivo”. Las organizaciones internacionales no han tenido acceso a determinadas parte del país: en Alepo Este no hay ninguna. En cuanto a los medios de comunicación… Los reporteros occidentales hace tiempo que ya no viajan a Siria, salvo a las zonas controladas por el Ejército sirio, lo que les permite acceder únicamente a una parte de la realidad. Para hablar con la oposición, se dirigen a los campos de refugiados en los países limítrofes. Por su parte, los periodistas sirios han huido.

Hassan Alkalesh es uno de ellos. Hace dos años que vive como refugiado en Francia y lamenta que los pocos periodistas occidentales que cubren el conflicto sirio –a menudo desde Beirut– sean partidarios de Asad. “También está relacionado con el hecho de que es necesaria una acreditación del régimen para poder entrar en el país, sino hay que entrar de manera clandestina”. Para Hassan, las informaciones más reales proceden de ciudadanos sirios residentes en el país que transmiten en las redes sociales. Por el contrario, las cuentas alimentadas desde los países occidentales están dirigidas: “Hay numerosas cuentas proAsad y prorrusas. Sólo se asustarán cuando los cristianos de Oriente se encuentren en peligro”.

Para este sirio, refugiado en Niza, existe una extrema mediatización del final de la batalla de Alepo. “Durante esta guerra, ha habido masacres más sangrientas en otros puntos. Sobre todo en la ciudad costera de Al Baida, no lejos de Tartús, uno de los feudos de Asad. Fue en mayo de 2013. Milicias del régimen, en colaboración con civiles alauitas, mataron, degollaron y quemaron a civiles de la localidad antes de empujarlos al éxodo. En esa época, yo vivía en Tartús. Supe lo que había pasado gracias a los activistas opositores que habían conseguido colarse en la región. Los medios de comunicación no han hablado de ello”.

Hassan Alkalesh no puede evitar hablar de la masacre de Hama. En 1982, esta ciudad del oeste de Siria fue aplastada por el Ejército de Asad padre. “Los occidentales no informaron de nada, pero hubo ¡alrededor de 30.000 muertos!”. Y el periodista añade: “La diferencia hoy es que hay otros ejércitos que luchan con el Ejército sirio: las milicias iraníes de Hezbollá, los rusos… es similar a una ocupación, cuando al comienzo de la guerra se trataba de un conflicto que enfrentaba a sirios contra sirios”.

Los muertos, los heridos, los desaparecidos y los detenidos no son las únicas víctimas de este conflicto. A esta larga lista se suman los millones de desplazados, dentro y fuera del país. En ese sentido, las cifras del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) son más sólidas porque se basan en el registro de los refugiados en los campos –lo mismo que en Líbano y en Jordania, la condición de refugiado permite cobrar una ayuda modesta de 20 dólares al mes–. El Acnur calcula que hay 4,8 millones de refugiados sirios en los países de la región, cerca de un millón de ellos en Líbano y más de 650.000 en Jordania. “Dicho esto, numerosos sirios todavía siguen sin registrarse, por miedo a que los Gobiernos informen a Damasco o por miedo a no poder volver un día a sus casas”, matiza Fabrice Balanche. La Universidad Saint-Joseph de Beirut calculaba este verano que el 20% de los refugiados sirios en Líbano no estaban registrados. Y son todavía más numerosos en Jordania”. En Ammán, las estimaciones del Gobierno son el doble de las del HCR: se considera que hay 1,2 millones de refugiados, frente a los 600.000 oficialmente registrados… “Cifrar que hay que tomar con cautela también en este caso”, puntualiza Fabrice Balanche. “Los Gobiernos hinchan las cifras para cobrar más ayudas”.

Lo que es indiscutible es que Turquía es el país que acoge a mayor número de sirios: más de 2,7 millones han encontrado refugio en ese país. La UE debería sonrojarse por contar con 884.000 demandantes de asilo o refugiados registrados en todo el continente.

No obstante, es el interior de Siria donde hay un mayor número de desplazados. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), 6,3 millones han abandonado sus hogares. Una cifra que no se puede comprobar porque estas personas no viven en los campos, pero que pone de manifiesto que la población siria se ha transformado completamente en cinco años y medio de guerra. En total, más de la mitad de los sirios se encuentran desplazados, dentro o fuera del país.

 

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Traducción: Mariola Moreno

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