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Entrevista con Eva Kreisler, de Ropa Limpia

“Nuestra decisión de consumo afecta a sus condiciones de trabajo”

Lucía El Asri

Eva Kreisler, portavoz de la red Ropa Limpia en España, denuncia la implicación de grandes empresas occidentales en los cinco talleres textiles que trabajaban en el edificio derrumbado el pasado miércoles en Bangladesh, donde han muerto ya 363 personas y 900 permanecen desaparecidas.

Pregunta:

¿Qué es Ropa Limpia?

Respuesta: Se trata de una de las filiales de Clean Clothes Campaign, red formada por más de 200 organizaciones repartidas por todo el mundo que engloba sindicatos de productores de ropa, organizaciones no gubernamentales y asociaciones de consumidores de algunos países. Sus objetivos son defender los derechos de la mujer, del consumidor y reducir la pobreza, así como intentar que esos trabajadores puedan reivindicar sus derechos, que tengan libertad de asociación y no sean represaliados. En definitiva, defendemos los derechos humanos en el ámbito de la industria textil. En total, la red tiene 15 campañas en Europa, y su secretariado está instalado en Ámsterdam. Ropa Limpia trabaja en temas relacionados con producción textil, en colaboración con los sindicatos de los países donde se insertan las empresas productoras, para hacer de altavoz a las reivindicaciones de los trabajadores de las mismas.

P: ¿Cómo se financia la red?

R: La financiación procede de aportaciones particulares. También de programas de la Comisión Europea, como el Human Rights Defenders, y otros proyectos de la Unión Europea. Antes, en España, la Asociación Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo también contribuía, pero con los recortes se han perdido todos los fondos, incluidos los autonómicos y municipales.

P: ¿Qué pruebas tienen de que en el edificio derrumbado en Bangladesh se fabricaban productos para marcas españolas?

R: Cuando ocurre algo como lo sucedido en Bangladesh, lo primero que se hace es buscar etiquetas de empresas internacionales, o documentos (de pedidos, por ejemplo). También se investigan datos de importación. Todo esto es clave para saber qué empresas pueden estar implicadas en el asunto. Ahora, sobre la cuestión del derrumbe del edificio Rana Plaza en Bangladesh, aparte de etiquetas de Bon Marche, El Corte Inglés, Primark, Mango y Joe Fresh encontradas entre los restos del edificio derrumbado, también se han hallado indicios que vinculan otras marcas (por datos de importación, etiquetas y demás documentación), como son Benetton, Cato Fashions, Lugar para la Infancia y Carrefour. Marcas que, a su vez, han negado la producción o no han respondido a las acusaciones. Primark ya ha viajado a Bangladesh para reunirse con los sindicatos de trabajadores, tratar el tema de las indemnizaciones, y coordinar de forma conjunta un acuerdo de defensa de sus derechos.

P: ¿Qué otras marcas operan de forma similar en Bangladesh?

R: Todas las conocidas de la industria textil. A lo que ha ocurrido no puede llamársele accidente, porque se podría haber prevenido. En noviembre de 2012 murieron 112 trabajadores en el incendio de Tazreen, también en Bangladesh. En abril hubo una reunión en Ginebra donde se pretendían buscar soluciones a lo ocurrido. A esta reunión acudieron empresas como C&A y KIK (esta involucrada en casi todas las últimas tragedias de la industria textil). También participóEl Corte Inglés, que había producido en Tazreen hasta cinco meses antes de lo ocurrido. Sin embargo, algunas marcas como Walmart o Disney ni aparecieron.

Hay empresas que reaccionan antes que otras en estas situaciones, aunque haya que presionar primero para que lo hagan. Pero otras ni siquiera responden, o incluso sacan su propio programa unilateral para dar a entender que están haciendo mucho para resolver una situación injusta, pero la realidad es que no cuentan con nadie, y con esto me refiero a que no tienen en cuenta a los sindicatos de trabajadores de los países correspondientes. Todas estas grandes firmas que se benefician de los bajos costes y la mano de obra barata deberían comprometerse con un programa de seguridad, que obviamente sería vinculante para esas empresas y que les supondría un coste económico, como pagar costes a los proveedores, suficientes como para que éstos puedan realizar mejoras en las fábricas.

P: ¿Bajo qué condiciones se trabaja en esos talleres?

R: El 90% de los trabajadores son mujeres, la mayor parte de ellas jóvenes que vienen de zonas rurales y no conocen sus derechos. Sus salarios son muy bajos, los horarios superan los límites establecidos (en ocasiones de once horas o incluso más). En ciertos talleres las horas extra son obligatorias, no tienen permitido salir de las fábricas hasta que no terminan los pedidos. Muchas de ellas tienen las puertas de emergencia bloqueadas, materiales inflamables en las habitaciones, y rejas en las ventanas, que favorecen los incendios. Esclavitud de este siglo. En este tipo de países la conciencia antisindical es fuerte, de hecho, los sindicalistas se la juegan mucho. En 2012, un sindicalista muy visible fue torturado y asesinado. En ocasiones, se quita el estatus legal que permite a las ONG trabajar sobre el terreno. En Bangladesh, por ejemplo, entre el 80 y el 90% de los ingresos proceden de la industria textil, por lo que el vínculo entre los dueños de las fábricas y el Gobierno es muy fuerte. La patronal también es poderosa y cuando hay protestas se reprimen con violencia por parte de la policía.

P: ¿Qué poder tienen estas grandes empresas sobre los trabajadores?

R: Las empresas más conocidas tienen mucha capacidad de compra en estos países, así como de maniobra para influir en los proveedores para que mejoren las condiciones de trabajo de esos talleres y los precios.Todas estas marcas tienen unos códigos de conducta vinculados a temas de derechos humanos, convenios internacionales…y se supone que las empresas deberían cumplirlos. Normalmente, las empresas transnacionales suelen llevar a cabo auditorías que controlan si se cumplen o no. Pero en muchos casos se demuestra que este sistema no funciona para proteger los derechos humanos. Si se dan cuenta de que una fábrica no cumple los requisitos adecuados, nunca sale a la luz porque el sistema no es transparente. Lo que nosotros pedimos es que no se fundamente la protección de derechos humanos en un sistema de este tipo. Deberían hacerse evaluaciones independientes, y las empresas tendrían que hacer una lista pública de proveedores (algo que suele ser complicado), algunas transnacionales ya lo han hecho, pero aún son muy pocas.

P: ¿En qué otros países operan marcas españolas para producir a bajo coste sin que se respeten los derechos de los trabajadores?

R: Las empresas europeas deslocalizan la producción a Asia (Sri Lanka, India, China, Camboya o Indonesia, éste último país con una industria muy fuerte de calzado deportivo), y Norte de África (como Marruecos). Las empresas transnacionales de Estados Unidos también lo hacen en Asia, pero la mayor parte están focalizadas en Centroamérica. En Bangladesh, Europa domina aproximadamente un 50% de la producción y Estados Unidos, alrededor del 40%.

P: ¿Qué pueden hacer los consumidores para cambiar esta situación?

El Corte Inglés se lava las manos

El Corte Inglés se lava las manos en la tragedia de los talleres textiles de Bangladesh

R: Exigir que ese cambio sea real. Nosotros vamos a lanzar una petición online para empujar a las empresas a sentarse y hablar sobre indemnizaciones y condiciones de trabajo. Hay que presionar a las marcas, hacer introspección sobre nuestro modo de vida y de consumo. Y sobre todo, hay que ser conscientes de que nuestra decisión de consumo afecta a sus condiciones de trabajo. Para esos empresarios ser competitivos implica reducir derechos, eso debemos tenerlo en cuenta como consumidores. Situaciones como la actual te hacen ver qué hay detrás de los escaparates, y tomar, así, conciencia de ello.

P: ¿Por qué cree que a estas prácticas se les da poca cobertura en los medios de comunicación?

R: Bueno, ahora es noticia porque se trata de un caso muy dramático y están vinculadas firmas internacionales que todos hemos consumido alguna vez, pero no suele ser habitual que este tipo de noticias aparezcan en los medios de comunicación. El poder publicitario de estas marcas influye, sólo hay que ver quién se anuncia en los medios, y por supuesto, los periodistas tienen dificultades para publicar información de este tipo.

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