Nacido en los 50

Los que generan odio

El Gran Wyoming

Las declaraciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en el sentido de que daría orden de investigar los comentarios que han aparecido en las redes sociales a raíz del desgraciado asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, han conseguido levantar una polémica considerable.

En su indisoluble alianza, como parte de ese plan que todo lo criminaliza para que no nos extrañemos de las medidas que nos merecemos por confundir libertad con libertinaje, el Gobierno y sus medios de comunicación afines, la práctica totalidad, se han encargado desde el primer momento de responsabilizar del crimen a los que no han tenido absolutamente nada que ver con él. A saber, políticos que generan crispación, siempre los otros; plataformas que luchan contra los desahucios; movimientos ciudadanos, bautizados como antisistema; profesionales de los medios de comunicación que no forman parte de su aparato de propaganda; y, en general, cualquier atisbo de disidencia que no mire para otro lado ante sus fechorías y se niegue a ensalzar los logros de lo que durante esta campaña, sin el menor sentido del ridículo, proclaman de esta manera: “España es el motor que mueve la economía de Europa”.

Y es posible que si llegamos a alcanzar las condiciones de trabajo y los derechos de los que ya gozan los trabajadores de países del extremo oriente, entonces no sea necesaria la deslocalización y muchas empresas volverían a fabricar sus productos en España para ahorrarse el porte. Mientras, vemos compañías como la Coca Cola que a pesar de obtener cuantiosos beneficios, está decidida a cerrar las fabricas que tiene en nuestro país, poniendo en la calle sin el menor problema a los trabajadores, sin que hayamos escuchado una sola palabra en defensa de nuestros intereses a los miembros del Gobierno que dicen que se van a partir la cara por nosotros allá en Europa, esos que, por lo visto, dedican toda su energía a la generación de empleo mientras fomentan y amparan su destrucción.

Para convertirnos en ese motor de la economía europea que vende Cañete y que ya nos anunció el señor Klaus Regling, responsable del Mecanismo Europeo de Estabilidad, tenemos, dijo, que seguir profundizando en nuestras reformas. Necesitan un caladero de mano de obra barata y sumisa y a ello se emplean sus delegados en España: usted proponga que nosotros dispondremos, siempre que no nos incluyan en su código ético, ni jurídico. No pregunten dónde van a parar esos millones de euros que reflotarían nuestra precaria situación, y llevaremos a cabo las reformas estructurales profundas, según contrato, que les despejen la pista de los que viven anclados en el pasado y pretenden impedir el normal tránsito del rodillo del desarrollo.

Mientras, se dejan a un lado los luctuosos hechos de León: una madre y su hija con la colaboración, al parecer, de una policía municipal, asesinan a tiros a una compañera de partido, máxima responsable del Partido Popular de aquella provincia. Como consecuencia de este dramático suceso sale a la luz, una vez más, toda una trama de intrigas políticas que, al parecer, es la única causa, el único móvil, según apuntan todas las investigaciones, del crimen: Despotismo, clientelismo y corrupción.

Esos ciudadanos que luchan por el futuro de sus hijos no son los que han creado el clima propicio para el asesinato de Isabel Carrasco en León.

Los hechos son los que son. Los autores han confesado. Y las causas pueden ser, si se quiere interpretar de esa manera, consecuencia de un grado de crispación política evidente, pero que nada tiene que ver con las legítimas exigencias de una vida mejor de los ciudadanos.

Detrás de estos hechos subyace una corrupción sistémica que se ha instalado en la forma de hacer política del Partido Popular donde hasta los altos cargos, incluido el presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, son acusados de recibir sobresueldos en dinero negro y donde se hacen oídos sordos a las conclusiones a las que llega el juez que les investiga en la Audiencia Nacional que ve cada vez más clara la financiación ilegal de ese partido, y la también ilegalidad de las donaciones que recibe por parte de empresas adjudicatarias de obras públicas.

El ministro de Interior pretende lanzar una cortina de humo sobre la escandalosa realidad a la que nos someten con sus formas antisistema para poder trincar. Recientemente han aparecido otras seis cuentas en Suiza de algún alto cargo, de momento anónimo, y en vez de aclararnos este nuevo episodio tan grave como vergonzoso, persigue a los que realizan comentarios vejatorios sobre el asesinato de su compañera de partido, cargando las tintas sobre los que generan, según él, una crispación que enfrenta a los ciudadanos con la clase política.

Si quiere saber lo que es generar un clima de violencia con los de su clase, un enfrentamiento real de la clase política y los ciudadanos, le recomiendo que vea detenidamente el vídeo del abandono del pleno del Ayuntamiento de Toledo de los concejales de su partido cuando iba a intervenir una mujer en representación de las familias que tienen hijos afectados de cáncer. La arrogancia, chulería, desprecio y crueldad con la que se despachan sus concejales con esas familias tan vulnerables a las que se deben, supera todas las cotas de indignación posibles. Es en esas situaciones tan dramáticas donde se aprecia hasta qué punto pueden llegar a ser miserables. Esa es la matriz del merecido rechazo, no un estúpido comentario en Twitter que no nos afecta ni condiciona en absoluto y que sería desconocido si no fuera por la promoción que le dan.

Señor Fernández Díaz, si de verdad su meta es criminalizar y detener a los que generan odio contra la clase política, deje de buscar terroristas donde no los hay, en ese ayuntamiento tiene trabajo. Es difícil que una imagen, una acción, genere mayor desprecio hacia los servidores de los ciudadanos.

A usted, que exige que no generalicemos con los comportamientos de los políticos, le exigimos dignidad y respeto. Le recuerdo, señor Fernández Díaz, que abandonaron ese pleno todos menos una concejala. No sé de dónde los sacan, pero es difícil encontrar gente así. Son generadores de crispación y, según podemos ver en las imágenes, por la altanería con la que se enfrentan a esos afligidos padres, violencia.

Por una vez, dé ejemplo de lo que predica. Proceda. Dé una lección magistral y reconcilie a la ciudadanía con la clase política poniendo en su sitio a estos impresentables compañeros suyos. ¿O está de su lado?

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