Caníbales

La verdad de la guerra

Después de un año viviendo en mi kindle, me he metido en el aire acondicionado de unos grandes almacenes con la excusa de buscar un libro que, obviamente, no he encontrado. El autor es Per Olov Enquist y el libro se llama “Otra vida”.

Se lo he pedido a tres dependientes y a todos les ha parecido mal (el libro, el autor o yo; quizá las tres cosas):

Dependiente 1:

– No lo conozco. No dices que son memorias, pues vete a buscarlo a biografías, que estás en novela, guapa.

Dependiente 2:

– Yo no estoy para eso. Busca un compañero.

Dependiente 3:

– ¿Cómo es que no te acuerdas del título? A ver, dime el nombre del autor.

– Per Ol…

– ¡¿Quééé?!

– Espera, te lo deletreo.

– No me lo deletrees que no te entiendo con el ruido.

– Pues míralo, que lo he googleado y está aquí, en la pantalla de mi móvil.

– Nunca miro móviles ajenos porque puede llegar algo privado.

Y ahí, me callo y me rindo.

Tres dependientes para un libro que no tienen, pero aún así aguanto y compro otros tres, sin dignidad pero con mucho amor por los libros y por los hermanos con los que comparto el rincón de bookcrossing que hay en casa de mis padres.

Empiezo por Nuevo destino, el de Phil Klay, nada más llegar a casa en uno de estos días que solo ha hecho calor y mal humor (todo el mundo con el que he hablado andaba lleno de rabia) y yo me he aislado en la nevera de un libro lleno de piel.

“Cuando hablaba con alguien que creía tener una visión clara de Irak me entraban ganas de restregarle mierda por los ojos”.

Eso dice, sin acritud, uno de los personajes de Phil Klay. Sólo que no es un personaje, es un tipo triste y sarcástico al que casi puedes tocar: es una persona. Que sí, que ha ido a la guerra, que ha estado en Irak y que, al otro lado, a diferencia del protagonista que retrata Clint Eastwood en El francotirador no ha visto manchas sino gente.

Qué importante es distinguir a la masa de las personas.

Qué importante es entenderse.

Qué importante es la verdad.Y la piel.

Dicen de este libro que es “divertido, mordaz, contundente y triste”. Lo dicen y es cierto, porque está escrito por un hombre sensible. Sensible antes, durante y después de Irak.

Lo leo y sonrío y lloro. Lo leo y recuerdo hace 15 años ya esa joya maravillosa que escribió Tim O’Brien sobre Vietnam: Las cosas que llevaban los hombres que lucharon.

Con mucha más poesía y tanta verdad como En tierra hostil. Porque parece que no, pero la verdad es importante. La verdad, la empatía y el amor.

Y así trata Phil Klay hasta a las mujeres que deja atrás.

"Habría sido perfecta. Era melancólica. Era delgada. Pensaba siempre en la muerte, pero no se flipaba con el tema como los chicos góticos. Y la quería porque era considerada y amable. Aún hoy, no le haré creer a nadie que fuera especialmente guapa, pero escuchaba, y hay una belleza en eso que uno no encuentra a menudo".

P.D.: Del libro de Per Olov Enquist ya hablaremos otro día.

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