Desde la tramoya

‘Sorpasso’

En enero de 1995 Julio Anguita y José María Aznar se reunieron en el bar del Congreso de los Diputados, a la vista de diputados y funcionarios. Trataban de acordar el apoyo de Izquierda Unida a una moción de censura contra Felipe González, entonces ya muy desgastado por aquello que Ramón Cotarelo describió en su libro La conspiración: la concurrencia de gente como Anson, Pedro J. Ramírez, el peculiar García Trevijano, Mario Conde y otros pintorescos personajes de la derecha, que se desesperaban porque, por la vía de las urnas, el presidente socialista resistía. A pesar del acoso periodístico sistemático a propósito de los GAL (que habían desaparecido en 1987), Roldán (que estaba fugado mientras Anguita y Aznar conversaban) y otros casos de corrupción que afectaban al PSOE. Había un nada simulado interés de Aznar y de Anguita en derrotar al PSOE. Para el primero, el interés era el gobierno. Para el segundo, liquidar a su eterno adversario de la izquierda. Ha sido siempre un sueño más o menos cercano de los comunistas lograr más apoyos electorales que los socialistas. A aquella operación que finalmente fracasó se la llamó “la pinza”.

Las similitudes con la situación actual son evidentes. Pablo Iglesias lo ha dicho explícitamente. Podemos sueña con superar al PSOE en votos (me olvido de IU, que, si prospera su acuerdo con los morados, será de forma inmisericorde absorbida y desaparecerá). El PP sueña con una oposición comunista que deje al PP en una posición más ventajosa para posicionarse como el partido de la moderación frente a la barricada.

Pero también son evidentes las diferencias. Ahora no se trata de batir a un presidente carismático y desgastado como Felipe González, sino a un líder nuevo y cuestionado por algunos de los suyos, naturalmente más débil que aquel presidente experimentado de la Transición. Ahora el sorpasso de Podemos al PSOE podría hundir literalmente a los socialistas en la más profunda depresión. Quizá llevarle a la insignificancia como ha sucedido en Grecia con el Pasok, que es la referencia preferida de Podemos en su estrategia. En estos meses de legislatura fallida, algo hemos aprendido. Primero, hemos confirmado que la flema de Rajoy no tiene límites. Segundo, que hay dos líderes, uno de la derecha y otro de la izquierda, que son capaces de entenderse y ponerse de acuerdo al menos en 200 cosas, cediendo uno y otro para llegar a acuerdos. Y tercero, que el único interés real de Podemos es cenarse al PSOE previa merienda de IU.

Chinchón contra Barcelona

Creo que el PSOE haría muy bien en pararle los pies a Pablo Iglesias una vez que las cosas han quedado claras: Podemos es un partido comunista –con todo lo bueno y lo malo que tiene un partido comunista, sin ningún ánimo peyorativo–. Y el PSOE es un partido socialista. Cada uno de ellos tiene su origen, su ideario y sus principios. En muchos puntos coincidentes. Pero para que haya un gobierno en el que ambos pudieran entenderse, uno tendría que quedar nítidamente por encima del otro, porque si no seguirían compitiendo a cara de perro en una lucha agónica por superarse mutuamente.

Hay que recordar que el resultado de la famosa pinza del 95 no fue, ni de lejos, el sorpasso de IU sobre el PSOE, sino una orgullosa acumulación de votos para los socialistas. Aún en su peor momento, los socialistas fueron capaces de reaccionar y respondieron con mucha dignidad en las urnas, aunque en 1996 ganara las elecciones Aznar y luego se abriera una larga travesía del desierto con la retirada de González. La llamada a la resistencia ante el acoso por ambos lados, por la derecha y por la izquierda, fue crucial para que la gente percibiera las verdaderas intenciones de los adversarios. El PSOE no puede ya andarse con remilgos. Podemos quiere ocupar su espacio. Ni más ni menos. Veremos si lo logra.

Eterna declaración de principios: los lectores de infoLibre son muy libres de juzgar lo que escribo, por supuesto, y agradezco siempre sus comentarios, porque eso significa que me leen, y para mí no hay mayor privilegio. Pero es una crítica muy frecuente de algunos de mis críticos que yo no soy objetivo porque soy asesor del PSOE. No pretendo ser objetivo. Y sí, soy asesor del PSOE. Jamás lo he ocultado. Al contrario. Digo aquí lo que me da la gana, siempre con el apoyo de mis editores, que nunca me dieron la más mínima instrucción sobre qué escribir o qué no. No es incompatible ser asesor y opinar en un medio de comunicación. Con respecto a si cobro o no por mi asesoría, declaro que vivo de asesorar, sí, y también que cuando me apetece hago cosas gratis. Supongo que no tengo obligación de dar más explicaciones.

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