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El dilema del PSOE: ¿desplazarse o ensancharse?

Llama la atención la audiencia alcanzada por el especial de laSexta dedicado al resultado de las elecciones primarias del PSOE, emitido el pasado domingo. Entre las 21:30 y las 24:00 horas el programa fue lo más visto de todas las cadenas. Parece evidente que para una parte significativa de españoles la política es un asunto de interés, especialmente cuando se producen acontecimientos de especial trascendencia. Me parece gratificante.

La amplia e inesperada victoria de Pedro Sánchez ha vuelto a colocar al PSOE, desde su salida del Gobierno en 2011, en el foco de la atención pública con una repercusión positiva. Hace apenas un par de semanas, el interrogante más extendido era el de si los socialistas españoles se encaminaban irremisiblemente por la senda marcada en los últimos tiempos en Francia o en Reino Unido, tras los desastres electorales vividos por Corbyn y Hamon, después de sus previos triunfos en primarias. Sin embargo, ahora la historia ha dado un giro y la incertidumbre ha cambiado de signo. A día de hoy, se plantea la posibilidad de que el PSOE pueda cambiar la tendencia de caída de los últimos años y vivir un proceso de crecimiento significativo, siempre y cuando no cometa nuevos errores tácticos que acaben por hacerle caer en el abismo. Seguramente, las mejores estrategias pasan por asumir algunas realidades basadas en datos contundentes:

1. El objetivo es ensanchar el campo de actuación, no desplazarlo. Es curioso observar cómo el resto de partidos parece desear y dar por hecho que el PSOE va a desplazarse, a moverse hacia la izquierda. Cabe plantear en ese punto el interrogante de qué significa moverse más o menos a la izquierda, porque hay varios aspectos a considerar:

 

  • El PSOE tiene un primer gran problema que es el de reunir a un número de votantes demasiado escaso para aspirar a gobernar, por tanto, lo que necesita prioritariamente es aumentar el número de seguidores.

En España, cuanto más se desplace hacia la izquierda un partido, más se dirigirá a un auditorio pequeño de electores. Según los últimos datos del C.I.S., aproximadamente casi un 70% de españoles se sitúa entre el centro izquierda más moderado y las posiciones más radicales. El 30% restante se sitúa entre el centro derecha y la derecha extrema. Si nos quedamos con ese 70% de simpatizantes de ideas progresistas y lo repartimos en un gráfico, obtenemos la siguiente tabla:

 

 

  • Como puede verse, la inmensa mayoría de los españoles de izquierdas se coloca en la escala política en posiciones moderadas, que no hay que confundir con los que defienden apoyar al actual Gobierno de Mariano Rajoy.

Finalmente, conviene recordar que los sectores que se sitúan en niveles más radicales están prácticamente monopolizados y cubiertos por Unidos Podemos. Mientras tanto, el área más moderada de la izquierda también cuenta con ofertas alternativas al PSOE. Baste recordar un dato también recogido del último C.I.S.: el 32,2% de los votantes de Ciudadanos (1 de cada 3) se considera socialista, social-demócrata o progresista. Es decir, que abandonar las posiciones moderadas, que es donde se disputa la batalla electoral, tiene el peligro añadido de que existen formaciones dispuestas a ocupar el espacio de inmediato.

2. El problema electoral del PSOE es que falta gente, no es que sobre. En 2008, los socialistas ganaron las elecciones generales con un 43,9% de votantes. En la última convocatoria de 2016 apenas alcanzó el 22,6%. Conseguir cambiar la curva decreciente y transformarla en alcista podría hacerse recabando apoyos de tres sectores del electorado:

 

  • Entre los que se han ido a otras opciones como Ciudadanos y, principalmente, Podemos. Entre los votantes del partido dirigido por Pablo Iglesias hasta un 55% se define como progresista, social-demócrata, socialista, feminista o ecologista, según el CIS.
  • Entre los que se han ido a la abstención en estos años, que suponen casi un 5% más respecto a 2008, desmotivados por la falta de una oferta consistente en la izquierda, en especial tras la incapacidad de las fuerzas progresistas para alcanzar un acuerdo electoral que desalojara a la derecha del Gobierno.
  • Entre los jóvenes que se han incorporado al censo electoral en estos últimos años. En la última década, según los datos del INE, alrededor de 6 millones de jóvenes alcanzaron la mayoría de edad y se incorporaron al censo electoral. El voto en este grupo de edad se ha dirigido a los nuevos partidos, particularmente hacia Podemos, y ha dejado de lado al PP y al PSOE.

3.  Es imprescindible encontrar nuevos portavoces y prescriptores. La amenaza de una batalla interna que termine por quebrar la actual estructura del partido es solamente una parte del problema. La consecución de un partido cohesionado en torno a un liderazgo sólido sería un primer paso indispensable. Pero no se puede olvidar que el actual electorado socialista es el más bajo de la historia democrática. Por tanto, es evidente que hacen falta nuevos dirigentes capaces de atraer de nuevo a un mayor número de electores. La capacidad de atracción de los actuales ya se conoce. Es fundamental contar con portavoces renovados con dotes comunicativas actualizadas y alta capacidad de prescripción.

Hay evidentemente dirigentes de gran valía que pueden seguir aportando su experiencia y su prestigio adquirido durante años. Pero resulta imposible articular una oferta renovadora creíble si no se personaliza en nuevos rostros capaces de representar una actualización y una regeneración del discurso del PSOE. No es sólo una cuestión de añadir nuevas caras, también tienen que ser nuevas sus ideas y las formas de transmitirlas.

4. Se necesita incorporar nuevos ejes discursivos alternativos. Las nuevas formaciones políticas han cambiado los criterios desde los que analizar la sociedad actual. El tradicional eje izquierda-derecha subyace en el fondo una sociedad desigual e injusta, pero el combate contra los abusos del poder, sea político, económico, mediático, etc… necesita nuevos enfoques que permitan abordar los conflictos en sectores cada vez más diversificados y fragmentados.

El PSOE ha perdido a lo largo de la última década una significativa presencia en sectores sociales en los que tradicionalmente había mantenido un soporte de gran fortaleza. Cualquier proceso de crecimiento de su base electoral pasaría por recuperar la presencia en esos segmentos que no se reconocen en la trasnochada alternativa que hoy representa. Algunos de estos grupos son perfectamente identificables:

 

  • Los jóvenes. Todos los estudios coinciden en el acelerado envejecimiento del votante socialista. Para el PSOE, es urgente la búsqueda de conexión con las generaciones progresistas más jóvenes que en su mayoría se inclinan hacia Podemos con claridad.
  • Los profesionales de prestigio. Tradicionalmente, buena parte de los profesionales más destacados en diferentes campos profesionales solían apoyar al Partido Socialista. Esta tarea era especialmente valiosa a la hora de elaborar y actualizar el programa electoral. Además, servían para conectar con significativos campos del conocimiento de gran influencia social: científicos, arquitectos, médicos, ingenieros, profesores, etc.
  • Los movimientos sociales. El activismo ha recuperado un papel fundamental en la lucha frente a los abusos del poder. La creciente desconfianza en las instituciones de representación ha crecido en paralelo al asentamiento del apoyo al esfuerzo colectivo y solidario de los ciudadanos. El PSOE, asimilado por muchos como parte de la gerontocracia política, ha quedado desplazado de este trascendental territorio de la izquierda.
  • El mundo de la intelectualidad y la cultura. Hace poco más de una década este significativo sector fue determinante para la llegada de Zapatero al poder y para su mantenimiento hasta el estallido de la crisis. Hoy en día resulta inimaginable pensar en un escenario similar. La sociedad de las ideas y de sus expresiones culturales son indispensables para una visión progresista del mundo actual.

Pedro Sánchez en el bosque perdido

5. El PP es el rival. Podemos, un competidor. El nítido resultado de las primarias despeja cualquier duda respecto a la errónea gestión que supuso la forma de pasar del “no es no” a la abstención en la investidura de Rajoy. Parece claro que el principal argumento que obtiene un amplio respaldo entre la militancia y los simpatizantes socialistas es el rechazo a cualquier atisbo de sostenimiento o apoyo al Gobierno de Mariano Rajoy. El PP es el rival directo en la pugna por dirigir este país. No caben componendas, ni acuerdos por debajo de la mesa. En el caso de este gobierno en concreto, marcado por sus vinculaciones con extendidos casos de corrupción y por políticas claramente perniciosas para los más desfavorecidos, no cabe otra estrategia que la oposición absoluta para la mayor parte de los votantes de izquierda.

En el caso del partido de Pablo Iglesias, la situación es diferente. Se trata del competidor para conseguir el apoyo de una parte del electorado, la que se sitúa entre el centro-izquierda, que el PSOE disputa a su vez a Ciudadanos, y la izquierda más radical, que es caladero exclusivo de Unidos Podemos y sus confluencias.

Respecto al PP, la nueva dirección socialista parece que quiere establecer una barrera infranqueable que impida cualquier sensación de que Rajoy se mantiene al frente del Gobierno gracias al apoyo del PSOE. Consideran que esta posición les aportará un doble beneficio. Por un lado, será muy bien recibida por su potencial electorado. Pero, además, cortará de raíz el principal argumento que esgrime Pablo Iglesias para erigirse como jefe de la oposición virtual, al haber podido presentarse hasta ahora como el único partido que se enfrentaba abiertamente al actual gobierno.

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