Movimiento 15-M

Objetivo de los indignados: “mover” lo público

Participantes del taller "Mueve lo público", en una de sus sesiones.

Son profesores, médicos, enfermeros, secretarios judiciales o empleados de algún ministerio. Hasta hace poco más de dos meses eran también perfectos desconocidos. Les une su condición de trabajadores de la función pública y, precisamente para defender su sector, al que sienten amenazado por "recortes", "desprestigio" o "falta de movilización", decidieron converger juntos en un experimento participativo a pequeña escala de nombre elocuente: "Mueve lo público". 

La idea partió del grupo de Análisis que surgió de la acampada de la Puerta del Sol de Madrid en mayo de 2011, integrado principalmente por personas vinculadas a la sociología o la filosofía que ya han estudiado otros fenómenos como la represión de las protestas o el reflejo de los movimientos sociales en los medios de comunicación. "En 2012 vimos cómo un sector tradicionalmente poco movilizado como es el funcionariado empezó a salir a la calle, pero nos extrañaba el hecho de que cada grupo profesional fuese por su lado. Y decidimos investigar por qué haciendo entrevistas a trabajadores", cuenta Salomé Ramírez, participante del grupo. Hicieron octavillas y las distribuyeron en los llamados viernes negros, las movilizaciones que, desde el pasado verano, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy les recortó una de sus pagas extra, llevan a cabo los empleados públicos a las puertas de sus centros de trabajo. Aprovecharon esas convocatorias para contactar con algunos de ellos y explicarles sus propósitos. 

"Era verano, yo estaba junto a otros compañeros en una de esas movilizaciones que llevábamos a cabo todos los viernes. Se acercaron tres personas, nos dijeron que eran activistas del 15-M y que estaban intentando diagnosticar los problemas de nuestro sector. Les di mis datos y me dijeron que me llamarían". Aquel fue el primer contacto directo de Mercedes Portero, trabajadora social en el Ayuntamiento de Madrid, con el 15-M y con el esbozo de lo que luego sería el taller. El siguiente fue una entrevista en un bar, unos meses después. 

En esos encuentros les preguntaron por las condiciones de trabajo, los conflictos, los objetivos de movilización, las formas de organización o sus opiniones y actitudes hacia el 15-M. Concluida esa fase, y tras la elaboración de un informe, comenzaron los talleres presenciales dinamizados por activistas. Desde el 24 de noviembre se reúnen cada sábado en un local del barrio madrileño de Lavapiés. Suelen ser unas 20 personas. 

En post-it de colores pegados sobre papel de estraza han ido poniendo en común los problemas de su sector. Entre ellos, desmantelamiento y externalizaciones, falta de estructuras movilizadoras, carencia de conciencia de lo público como patrimonio o de motivación para la movilización. Los han examinado y han intentado ver cómo pueden solucionarlos "desde lo común". "Se han dado cuenta de que sus reivindicaciones eran muy individualistas, de que el sector educativo se movía por un lado, el sanitario por otro... tras estos talleres se ha ido creando un flujo de comunicación que ha ido del yo al nosotros. Eso es lo más interesante", relata Salomé. 

"Tengo la sensación de que sólo nos movemos cuando nos tocan, aunque eso empieza a cambiar", asegura José Gutiérrez, trabajador del Ministerio de Empleo, que se manifiesta cada viernes junto a trabajadores de un centro sanitario cercano y empleados de mantenimiento del ayuntamiento que tienen su sede cerca. Y pone de ejemplo las movilizaciones del sábado 23 de febrero, en las que diferentes mareas y colectivos sacaron de forma conjunta su indignación a las calles de toda España. 

Exportar dinámicas

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Aunque el 15-M ha mirado con recelo a los sindicatos, especialmente a sus direcciones, en el taller se habla de "debilitamiento de la función sindical", aunque no hay desprecio a las organizaciones que tradicionalmente han defendido los derechos de los trabajadores. "Los sindicatos están un poco aburguesados, pero nos necesitamos mutuamente. Ellos requieren de nuestro apoyo y nosotros de su estructura", señala Marisol Alcázar, auxiliar administrativa en el mismo centro que Rosa. Rubén Herrero, que trabaja como técnico de proyectos en el Imserso, también participa en el taller. El hecho de estar afiliado a CCOO no le supuso conflicto alguno a la hora de acercarse al 15-M. "¡Mucha gente del sindicato participa en las asambleas!", dice cuando se le pregunta por ello. A su juicio, una de las cosas más positivas es la "confluencia" que se ha creado entre sus participantes. 

Es un experimento a muy pequeña escala, pero el objetivo es que los participantes del taller exporten estas dinámicas a sus centros de trabajo. Algunos ya lo han intentado, pero no es fácil. "Los que estamos movilizados somos pocos y tenemos muchos frentes abiertos. Yo lo he proyectado a algunos compañeros pero no veo una gran disposición, hay mucha pereza. A veces me pregunto a dónde vamos con todo esto", dice, algo resignada, Rosa Morales, fisioterapeuta del Hospital Santa Cristina de Madrid. Mercedes sí tuvo más éxito y ha conseguido que la iniciativa empiece a moverse entre los trabajadores sociales a través de su colegio profesional.

El taller no tiene todavía fecha de cierre, pero la idea es que sean los empleados públicos los que vayan tomando la iniciativa, trabajando de forma autónoma y difundiendo la iniciativa para crear "verdaderos espacios de confluencia" entre los trabajadores del sector. Mercedes es optimista, cree que de este pequeño grano de arena pueden surgir grandes cosas: "Algunos piensan que la crisis pasará, pero se quedará en forma de pérdida de derechos. Por eso es imprescindible actuar y hay mucha gente que ya ha empezado a hacerlo", sentencia. 

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