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Talento a la fuga

La cara y la cruz de trabajar como periodistas en Chile

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La situación económica en España y, también, sus circunstancias personales son las causas que empujaron a Carolina Martínez, madrileña, a abandonar España y afincarse en Santiago de Chile para desarrollar su carrera profesional como periodista. Llegó en el año 2012 y desde entonces no ha dejado de trabajar en lo suyo: la comunicación. De momento no se plantea la vuelta a casa, se siente realizada y no le falta de nada. Una experiencia positiva que contrasta con la de Verónica Recamales, de Cádiz, que, tras licenciarse en Periodismo por la Universidad de Málaga y haberse encontrado con todas la puertas cerradas en España, decidió marcharse a la capital chilena, donde trabaja en el departamento de comunicación de un bufete de abogados. Ella sueña con regresar, pero sabe que será difícil encontrar aquí un trabajo.

Carolina, de 33 años, y Verónica, de 29, pertenecen a una generación de periodistas que asiste a uno de los mayores descalabros laborales de los medios de comunicación en España. El adelgazamiento de las plantillas y los ERE se han convertido en la fórmula generalizada con la que las empresas periodísticas hacen frente a la crisis . El resultado es que más de 10.500 profesionales perdieron su empleo en el año 2013, según los datos que arroja el Informe Anual de la Profesión Periodística 2013. Una cifra a la que hay que sumar otros 6.393 empleos perdidos entre mediados de 2008 y octubre de 2012 y que, en suma, evidencia el severo castigo al que se ha visto sometida la profesión en el último lustro. Por eso, y como tantos otros españoles, Carolina y Verónica se han visto empujadas a desarrollar su profesión en el extranjero.

A los despidos masivos producidos en los últimos años se une la saturación de titulados en disciplinas relacionadas con la comunicación. Una realidad que dificulta aún más el acceso a un mercado laboral marcado por un acentuado desequilibrio entre la oferta y la demanda. Por eso, Carolina, que acumula ya varios años de experiencia en el sector, cree que hay más facilidades en Chile, donde la competencia es todavía menor. “Como hay tanta falta de trabajo y tanto profesional desempleado en España, quizá un licenciado o graduado tenga ahora más opciones aquí”, señala.

Verónica, en Santiago de Chile.

Esa misma lógica llevó a Verónica al extranjero. “Tras licenciarme, me pasé más de un año moviendo el currículum sin encontrar nada. Entonces decidí que tenía que irme fuera”, explica Verónica, que, tras mirar datos económicos, tasas de desempleo y contrastar información con otras personas que ya habían iniciado una experiencia similar, finalmente se decantó por Chile, aunque tampoco se encontró el escenario que esperaba. “Me vendieron muy bien la moto”, recuerda. “Todos te dicen que están viviendo en los mejores barrios, y luego descubres que es mentira, que viven en todos lados menos ahí”, relata con un marcado acento gaditano que, de momento, no le abandona.

Verónica siguió el procedimiento que Carolina aconseja a todos aquellos que quieran seguir sus pasos

: informarse sobre la situación del país, contrastar diversas opiniones e intentar detectar las recomendaciones sinceras. “Habrá gente que dirá que le ha ido muy bien y otra que le ha ido muy mal”, explica Carolina, que coincide con Verónica en advertir que no es tan fácil establecerse en una ciudad como Santiago de Chile: “Hay que hacer un montón de trámites engorrosos para regularizar tu situación”. Una dificultad que se ejemplifica muy bien con la experiencia de Verónica. “Repartí muchísimos currículos, y cuando me llamaban para entrevistarme, me preguntaban si tenía ya la visa –un documento que se obtiene una vez contratado– para trabajar. Al final, la situación se convertía en una pescadilla que se muerde la cola: no te querían contratar porque no tenías visa, pero si no te contrataban no la podías conseguir”.

Ha tardado en encontrar otro empleo un mes y medio 

Carolina tuvo más suerte en este sentido. Antes de tomar la decisión de irse a Chile, trabajaba en una agencia de prensa internacional. “Yo estaba siempre viajando y Chile fue uno de los últimos destinos a los que me mandaron”, recuerda. La empresa para la que trabajaba comenzó a retrasarse en los pagos y Carolina vio peligrar su futuro. “De repente vi que había oportunidades profesionales en Chile y que el país estaba atravesando un momento muy bueno. Empecé a mover el currículum y cuando estaba en Perú, me llamaron de una agencia de comunicación y me hicieron una oferta “. Carolina la aceptó y estuvo trabajando un año para ellos. Ahora ha comenzado con un nuevo empleo que ha tardado en encontrar un mes y medio, un espacio de tiempo que asegura, en España “no se da”.

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¿Y qué hay de cierto en la idea de que en Latinoamérica los titulados españoles están muy bien valorados? Según Carolina, la percepción del español y del europeo es que está muy bien formado. Sin embargo, Verónica advierte de que no hay que bajar la guardia. “Cuando llegas a Chile te das cuenta de que el nivel educativo no es tan distinto del español, que hay gente con dos carreras y muy preparada”. En todo caso, ambas coinciden en señalar que muchos españoles llegan atraídos por cantos de sirena y acaban regresando porque, en definitiva, “no es tan fácil encontrar trabajo”. Exigen formación e idiomas como en España. Tampoco los sueldos son muy elevados, señala Verónica. “Aquí los salarios son bajos y el coste de vida elevado”, revela. Un dato que Carolina respalda: “Santiago de Chile no es barato”.

Frente a la extendida idea de que la nacionalidad española supone una ventaja comparativa a la hora de competir en el mercado laboral chileno, rasgos como el acento pueden convertirse en una traba a la hora de encontrar un empleo en sectores como el audiovisual. Carolina indica que algunos canales de televisión exigen a los españoles que suavicen su deje. Y reconoce que en algún momento se ha sentido limitada en el sector de la comunicación corporativa. “Cuando haces vídeos para empresas, no les gusta que seas extranjero, porque si vas a presentar una empresa chilena, lo lógico es que locutes como ellos”, explica.

Mientras Carolina descarta la posibilidad de regresar a España porque se encuentra “a gusto” en Santiago, Verónica se debate entre la precariedad laboral chilena y el vacío profesional español. Una decisión en la que seguro pesará la posibilidad de seguir trabajando para aquello en lo que se formó. Algo que para Carolina supone “todo un privilegio”.

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