Maltrato animal

Asociaciones claman por el fin de los circos con animales

Susy, Jenny y Bully se han convertido en las grandes estrellas que el Gran Circo Mundial lleva por toda Europa y que desde el 3 de marzo hasta el próximo domingo 13 actuarán en Madrid. No son bailarinas, acróbatas, magas, payasas, equilibristas, ni ilusionistas. Son tres elefantas entrenadas para ejecutar acrobacias, bailes y destinadas a formar parte de una escenografía pensada para impresionar a niños y adultos.

Sin embargo son muchas las asociaciones animalistas que denuncian lo que se esconde tras el brillo de los focos, la música estridente y los trajes de colores y lentejuelas. Este viernes la asamblea antiespecista de Madrid Acabemos con el Especismo ha convocado una concentración frente a la plaza de toros de Las Ventas, donde está asentado el Gran Circo Mundial, para denunciar el uso de animales en este tipo de espectáculos.

Según explica la plataforma, el circo "ha pasado tres semanas en Madrid sin tener los permisos, por lo que las tres elefantas y el resto de animales han estado en el aparcamiento de Las Ventas". La semana pasada, InfoCircos –una coalición formada por las entidades de protección de animales ANDA, Anima Naturalis, Born Free Foundation, FAADA y APP Primadomus– se concentró por el mismo motivo.

Esa misma entidad entregó el pasado 10 de febrero más de 100.000 firmas al Ministerio de Cultura para exigir que no se destinen fondos públicos a circos que utilicen animales salvajes. La cantidad de empresas que lo hacen es difícil de calcular, tal y como explica la coordinadora de InfoCircos, Marta Merchán: "Ni siquiera lo sabe el Gobierno central, porque no existe un registro. Nosotros intentamos hacer un inventario por nuestra cuenta, tenemos una red de vigilancia, instamos a la gente a que nos escriba". No obstante, cuenta, "existe otra problemática, y es que los circos cambian de nombre y dirección".

Compromiso legislativo

La petición ciudadana de InfoCircos ya se ha traducido en acciones concretas en cerca de 230 municipios de todo el Estado, donde se ha decidido prohibir este tipo de actividades con animales. El distrito de Arganzuela, en Madrid, ha sido de una de las últimas entidades en plantear el debate mediante una petición al Ayuntamiento para prohibir el uso de animales salvajes en espectáculos.

Cataluña, por su parte, fue pionera en la prohibición de la explotación animal en circos. En octubre de 2013, CiU, ERC, PSC, ICV-EUiA y la CUP presentaron de forma conjunta un proposición de ley para incorporar a la Ley de protección de los animales catalana un nuevo punto que impidiera los espectáculos de circo con animales en la comunidad, después de que 99 ayuntamientos catalanes ya lo hicieran previamente.

La abogada Anna Mulá, que siguió todo el proceso, relata en conversación con infoLibre que en Cataluña "se firmó un acuerdo preelectoral con la gran mayoría de partidos, donde había un compromiso por el que durante la legislatura se aprobaría esa iniciativa, impulsada por la plataforma Libera!".

A partir de ahí, agrega, se redactó una proposición de ley que modificaba el artículo seis del Decreto Legislativo 3/2008 del 15 de abril. A la prohibición de usar animales en "peleas y en espectáculos u otras actividades si les pueden ocasionar sufrimiento o pueden ser objeto de burlas o tratamientos antinaturales, o bien si pueden herir la sensibilidad de las personas que los contemplan", se añadieron expresamente los espectáculos circenses.

"Hubo enmiendas a la totalidad por parte de del PP y Ciudadanos, de forma que se tuvo que debatir en Pleno si esta ley desaparecía o seguía adelante", continúa Mulà. Y siguió, gracias a los votos positivos de la mayoría de partidos y a un periodo de comparecencia de expertos, entre los que se encontraba la propia Anna Mulà en representación de la Comisión de protección de derechos animales del Colegio de abogados de Barcelona.

"Quedó muy claro que Cataluña se iba a encaminar hacia esa prohibición, pues quedó demostrado que los animales sufrían", explica. El sector circense, por su parte, "quería la no prohibición, o una regulación", pero esa regulación, a juicio de la letrada, "no era posible". Mulà sostiene que la experiencia de otros países como Inglaterra, Francia o Alemania, donde se regulan aspectos como "el tipo de cadenas o el espacio de las jaulas" para los animales, muestra que sus espectáculos no deben ser objeto de regulaciones "esperpénticas", sino directamente una práctica a erradicar.

Finalmente la ley se aprobó en el penúltimo Pleno de la pasada legislatura, el 22 de julio de 2015. El texto definitivo se centra en los animales salvajes y deja a los domésticos fuera de la prohibición, aunque "se creó –relata la letrada– un observatorio que en dos años tendrá que dictaminar si estos últimos deben entrar dentro de la prohibición". No obstante, lamenta Mulà, "ese observatorio aún no se ha creado".

Una normativa “genérica e insuficiente”

El representante de Ecologistas en Acción Theo Oberhuber admite que "hay muchos que cumplen la normativa". Sin embargo, matiza, "se trata de una tarea bastante fácil porque es totalmente insuficiente". El activista resalta que la legislación vigente –que es diferente en cada municipio y que suele fijar unos parámetros básicos en cuanto al control del Seprona– "no establece superficie mínima, y en cualquier caso tener a un león en un camión es inadmisible". Por otro lado, "no existen controles en relación a los adiestramientos", y la normativa no diferencia tampoco entre un animal y otro, "cuando estos reaccionan de forma diferente: no es lo mismo un elefante que unos babuinos". La legislación es, para el ecologista, "genérica e insuficiente".

Con él coincide la presidenta del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma), Silvia Barquero, quien sostiene que la "normativa es mínima". Los trabajadores del sector circense, a su juicio, "no tienen nada que cumplir", a lo que añade que "cuando hemos denunciado que se han instalado sin cumplir los requisitos, lo único que hace el Seprona es acudir a revisar que los papeles estén en regla", lamenta la animalista. En el caso de que esto no sea así, además, "no hay dónde llevar a animales salvajes como leones o tigres, de modo que se los deja en custodia a los dueños". A juicio de Barquero, "las autoridades no tienen la capacidad de poder asegurar el bienestar de estos animales, porque no hay normativa y porque no tienen dónde llevarlos".

Por otro lado, existe un convenio internacional, el conocido como CITE, que impide que los animales empleados en circos sean capturados en la selva. Silvia Barquero explica que los domadores "crían animales en cautividad para el propio espectáculo. Siguen siendo salvajes, y su comportamiento natural es salvaje. Obligarles a llevar una vida miserable contraria a su vida natural les genera miedo y alerta", remata.

La abogada Anna Mulà explica que "el derecho al trabajo [de los empleados del circo] y otros valores constitucionales hay que preservarlos, pero no son absolutos". Además, continúa, "el derecho al trabajo no se vulnera porque no se está diciendo que los circos cesen, sino que no deberían usar animales en sus espectáculos". En cuanto a la legitimidad de los ayuntamientos para tomar la decisión de prohibirlos, la abogada explica cómo en Cataluña "se estudió en su momento si los municipios tenían competencias, y por la Ley de espectáculos catalanes consideramos que tienen potestad" para declararse libres de circos que usen animales, del mismo modo que lo han hecho cerca de 230 municipios en toda España.

Los animales como mercancía

"En nuestra sociedad los animales son utilizados como recursos prácticamente para todo: alimentación, vestimenta, experimentación y entretenimiento", denuncia la asamblea Acabemos con el Especismo. Este colectivo "horizontal y asambleario" ha convocado la concentración de este viernes en protesta por la actividad del Gran Circo Mundial en Madrid. "Estamos totalmente en contra del uso de animales", argumentan, porque "el simple hecho de estar encerrados en una jaula, da igual lo grande que sea, ya se puede considerar maltrato".

Los activistas se muestran igualmente categóricos al referirse a las condiciones en las que cohabitan estos animales. "No hablamos de sus condiciones, que en algunos casos pueden ser mejores o peores. Hablamos de que están encerrados y son utilizados para sacar un beneficio", continúan, "los animales en los circos son utilizados para ganar dinero a través de un espectáculo para entretener a otra gente".

Las consecuencias que experimentan al vivir en cautiverio son diversas. Acabemos con el Especismo relata, por un lado, las consecuencias físicas, como las alteraciones sensoriales en el oído –"al tener que estar escuchando fuertes sonidos, música o motores de máquinas"–, el hacinamiento y las "deficiencias en las instalaciones, que suelen ser los causantes de la falta de aseo y acicalamiento natural en ellos". También sufren "agarrotamiento muscular por falta de movilidad, o por los ejercicios que les obligan a hacer". Con frecuencia, explica este colectivo, concentrar todo el peso sobre las patas delanteras, lo que puede causar "heridas en las articulaciones y en los discos intervertebrales de los elefantes adultos".

En cuanto a las consecuencias psicológicas

, la asamblea menciona los "comportamientos repetitivos y estereotipados" como consecuencia de "la falta de control sobre su entorno y de la dependencia de otras personas para poder realizar sus actividades". Zoocosis es el nombre que se le ha dado al sufrimiento psicológico de los animales encerrados y que les hace tener este tipo de comportamiento. Los animales de circo experimentan, además, problemas como apatía, agresividad, automutilación, la indefensión aprendida –condición de aprender a comportarse pasivamente– o desórdenes alimenticios.

Existen asimismo toda una serie de consecuencias sociales. La plataforma asegura que "el encierro impide una natural socialización con los individuos de su especie a pesar de estar rodeados de miles de ellos". Destacan también el cambio en las relaciones, "ya que su naturaleza en muchos casos sería vivir en grupo", y las alteraciones de la afectividad, producto de un "estado de abatimiento y de tristeza permanente". Finalmente, hacen referencia a "la ansiedad, el miedo, la agresividad, la depresión y la angustia" constante de estos animales.

La Federación de Veterinarios de Europa afirma mediante un comunicado que el uso de "mamíferos salvajes –en especial de elefantes y grandes felinos– en circos itinerantes refleja una visión de los animales tradicional pero desfasada". Estos animales, continúa, "comparten la misma estructura genética que sus homólogos en estado salvaje, y conservan sus mismos impulsos y necesidades de comportamientos instintivos". Necesidades, asegura la Federación, "que no pueden satisfacerse en un circo itinerante, especialmente en lo que respecta al alojamiento y a la posibilidad de expresar comportamientos naturales". Los veterinarios recalcan, además, los "riesgos para la seguridad, la salud pública y la sanidad animal".

Finalmente, la federación veterinaria recomienda "a todas las autoridades competentes, europeas y nacionales, que prohíban el uso de mamíferos salvajes en circos itinerantes por Europa, puesto que no existe en ningún caso la posibilidad de satisfacer adecuadamente sus necesidades fisiológicas, mentales y sociales".

El debate entre animales salvajes y domésticos

Surge un debate entre quienes defienden abolir por completo el uso de animales en espectáculos circenses: los animales domésticos, ¿deben ser excluidos de esta prohibición? Theo Oberhuber explica que "hoy en día la mayoría de animales empleados son silvestres", de ahí que se suela excluir a los domésticos. "La mayoría son criados en cautividad, y luego hay algunos domésticos, como perros o caballos", aclara, aunque mantiene la actitud crítica ante el uso de todo tipo de animales en circos: "En cuanto a las condiciones, no se producen tantas diferencias. Perros y gatos pasan por un proceso de domesticación, tienen una capacidad de relación con los humanos mayor, pero cuando las condiciones son inadecuadas al final también se produce maltrato". Con él coincide la plataforma Acabemos con el Especismo, quien se posiciona en contra del uso de todos los animales, sin distinción entre especies: "Su comportamiento natural es igualmente frustrado y las consecuencias son iguales para animales domésticos o salvajes".

Marta Merchán denuncia que se utilicen "animales salvajes fuera de su hábitat" porque, señala, "el primer paso es que se prohíba el uso de animales salvajes, pero obviamente lo deseamos para cualquier animal", aclara, al tiempo que destaca que se trata de "un primer paso porque no hay un marco legislativo específico que les proteja, y los de compañía sí cuentan con uno, que puede ser mejor o peor".

La coordinadora del Teatro Circo Price, Yolanda González, explica en conversación con infoLibre que su circo "nace en los caballos, de la mano del domador irlandés Thomas Price". A su juicio, los caballos "siempre han estado ligados a todo tipo de actividades con humanos, desde terapias hasta espectáculos". Además, continúa la coordinadora, "cuando se inauguró se consideró como el circo estable de Madrid, nada que ver con los circos de carpa". González asegura estar "en contra de usar animales salvajes en espectáculos de circo", y asegura que su circo "nunca jamás ha usado animales de este tipo".

Los circos que sí emplean animales salvajes en sus espectáculos suelen argumentar el buen trato que estos reciben, los controles periódicos a los que son sometidos, e incluso el cariño que los domadores profesan a sus animales.

El circo Wonderland ha dejado este año –después de casi cuatro décadas de actividad– de utilizar animales en sus espectáculos. Enrico Mecaggi, integrante del circo, explica que "siempre" han contado con cerca de 35 animales, "todos criados con nosotros, no son animales sustraídos de su hábitat natural". Entre ellos, "tigres, búfalos, dromedarios, llamas y avestruces". En la actualidad, sin embargo, diversos municipios a los que se trasladan para realizar sus espectáculos han decidido prohibir el uso de animales.

Mecaggi reclama a las asociaciones animalistas que "demuestren con fotos y documentos recientes" el maltrato que les atribuyen. "Que vengan a mi circo y lo demuestren", reitera. Las imágenes de animales encadenados, dice, forman parte del pasado: "No existen actualmente en ningún circo del mundo", percepción que atribuye a la "mala información" que prima en la actualidad y a la incapacidad del sector circense para defenderse. Mecaggi critica a su vez que este tipo de prohibiciones se den en España, que, considera, "debería ser el ultimo país del mundo en prohibir los circos con animales, cuando en tu misma ciudad se siguen matando toros". Asimismo, defiende que "el 90% de los ciudadanos" les continúa preguntando por sus animales, de modo que, recalca, "el público español lo que quiere es ver el circo con animales".

Finalmente, denuncia que la decisión tomada por aproximadamente 230 consistorios "de momento no ha supuesto ninguna solución a su bienestar", puesto que ninguna autoridad se ha hecho cargo de los animales, que siguen viajando con ellos de ciudad en ciudad: "No se ha solucionado nada". Considera, de este modo, que se trata de "una normativa muy mal hecha" y reclama como solución una mayor vigilancia y regulación de las condiciones. "Hemos hecho mucho por nuestros animales, para que ahora nos digan que no podemos exhibirlos en la pista", remata Mecaggi, quien asegura haberlos criado siempre "en buenas condiciones y bajo supervisión veterinaria".

"Este es el ejemplo de cómo un maltratador piensa que los quiere, cuando les está dando una vida terrible", denuncia Silvia Barquero. "El sufrimiento al que se les somete no puede entenderse como una relación positiva, es una relación víctima verdugo", continúa, "es un amor mal entendido, un amor letal". La asamblea antiespecista Acabemos con el Especismo sostiene que "los domadores cuidan a los animales porque son su instrumento de trabajo, el animal tiene que estar bien para que ellos puedan trabajar". Los activistas no niegan "que un domador pueda coger cariño al animal con el que trabaja todos los días", sin embargo, consideran, "la mayoría de los animales explotados en circos no suelen tener mucho cariño a sus domadores".

Las asociaciones animalistas coinciden en que los circos con animales serán algo del pasado dentro de muy poco. Confían en un aumento progresivo de la concienciación ciudadana respecto al sufrimiento animal, deseo que cada día se ve respaldado por encuestas, peticiones y colectivos que se organizan para reivindicar sus intereses. "El debate sobre los animales ya está encima de la mesa", celebran representantes de Acabemos con el Especismo, al tiempo que reclaman "una vida digna" para los animales, objetivo para el que la prohibición de su presencia es espectáculos circenses "es un primer paso", pero no la solución definitiva, que sólo se alcanzará "buscando lugares donde puedan terminar sus días de la mejor manera posible".

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