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La estrategia del PP

Casi seis años de acoso y derribo de la mano de Casado y Feijóo con la ayuda de la extrema derecha

El presidente de la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, y el de Murcia, Fernando López Miras, junto al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (i), la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, y la vicesecretaria popular, Ester Muñoz, durante el encuentro organizado este miércoles por el diario digital OKdiario.

La estrategia de acoso y derribo puesta en marcha por el Partido Popular desde la moción de censura que en mayo de 2018 puso fin al mandato de Mariano Rajoy y abrió la puerta de la Moncloa a Pedro Sánchez ha ido creciendo en virulencia tanto de la mano de Pablo Casado como de Alberto Núñez Feijóo. Siempre con la colaboración de la derecha mediática, en especial los pseudomedios situados en la órbita de la extrema derecha, y de los ultras de Vox. 

Con la familia del presidente siempre en el punto de mira. Y bulos que trataban desde instalar la idea de que la esposa del presidente es en realidad un hombre a que tenía conexiones sobre la identidad de género de su esposa a acusaciones dirigidas contra su suegro acusándole de haber vivido de la prostitución.

La utilización de la mentira como estrategia política durante estos años está bien documentada. Casado despejó ese camino durante sus casi cuatro años de mandato al frente del Partido Popular, pero Feijóo, y sobre todo su equipo, no se ha quedado a la zaga. 

La mecánica siempre es la misma. Medios afines, algunos de ellos cuya condición periodística no resiste los criterios de las asociaciones y los colegios profesionales, difunden mentiras y bulos o presentan de forma parcial informaciones para insinuar la presunta comisión de delitos. A continuación, el PP, y también Vox, los mueven a través de redes sociales y los incluyen en sus argumentarios. Y sus dirigentes, por último, los introducen en sus ruedas de prensa en forma de acusaciones y de preguntas paras alimentar las dudas sobre sus adversarios políticos.

Mentiras

Los ejemplos abundan. Para tratar de frenar la investidura de Sánchez, el PP dio credibilidad en octubre a la mentira de que los ministros de la Presidencia y de Exteriores, Félix Bolaños y José Manuel Albares, se habían reunido en secreto con Puigdemont en dependencias de la Embajada de Colombia en Bruselas, gracias a la colaboración del presidente de aquel país, Gustavo Petro. 

En julio, el vicesecretario de Economía del partido, Juan Bravo, llegó a difundir datos falsos para poner en tela de juicio las cifras oficiales de empleo basándose en noticias faltas publicadas por varios medios conservadores en las que aseguraban que el Ministerio de Trabajo estaba contabilizando trabajadores de “cero horas”. 

Las redes sociales del portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, están plagadas de ejemplos a partir de supuestas denuncias de pseudomedios ultras. Sus excesos verbales son cotidianos, como cuando comparó la petición del Gobierno para que el PP cumpla la constitución y desbloquee el CGPJ con los ultimátum de ETA.

La estrategia es conocida y Feijóo la aplicó a conciencia en la última campaña de las generales para, mediante el uso frecuente y sistemático de afirmaciones falsas o engañosas, tratar de moldear la opinión pública, desacreditar a sus oponentes y mantener el control de la narrativa política.

Una oportunidad

El PP vio inmediatamente una oportunidad en las informaciones que, sin prueba alguna, tratan de sostener desde hace meses que el Gobierno ha tomado decisiones para favorecer a empresarios supuestamente afines a Begoña Gómez, la esposa del presidente. Saltándose sus propias líneas rojas, porque cuando les afecta a ellos, en el PP consideran la familia un asunto privado, como está pasando en relación con los delitos confesados por el novio de la presidenta de Madrid y las mentiras que ella misma ha pronunciado para encubrirle.

Feijóo, que ahora exige al presidente que explique si la conjetura del PP sobre su esposa es cierta, no vio, sin embargo, razón alguna para investigar la decisión de su gobierno, cuando era presidente de la Xunta, de contratar durante trece años al grupo Eulen, al frente del cual está, en el noroeste de España, si propia hermana, Micaela Núñez Feijóo. Y vetó todas las iniciativas al respecto.

La estrategia del PP se ha extremado desde que estalló el caso Koldo y Génova vio la posibilidad de sembrar dudas sobre el conjunto del Gobierno a partir de una investigación judicial que, al menos de momento, solamente afecta a un exasesor del Ministerio de Transportes.

A este objetivo se han apuntado todos, desde Feijóo a la vicesecretaria de Sanidad del partido, Esther Muñoz, cuyas hipérboles se han hecho populares y que ha asumido el protagonismo de la dirección a la hora de poner en duda el comportamiento de Sánchez en relación con su mujer. Este mismo miércoles sumó a las insinuaciones sobre Gómez otros “escándalos” que, según ella, “rodean al presidente en su entorno familiar. Tenemos a su suegro, que se enriquece con saunas y todos sabemos a qué tipo de saunas me refiero; tenemos a su padre, que se enriquece con fondos Next Generation; tenemos a su hermano, que curiosamente ha mudado su domicilio a 16 kilómetros de España únicamente para no pagar impuestos”.

Bulos

El propio presidente del PP, en su afán por desacreditar a Sánchez, se ha apuntado a la difusión de bulos fabricados por la extrema derecha. Uno de ellos es el incidente con la vicepresidente de Venezuela en el aeropuerto de Barajas, que la justicia ya archivó después de que el Tribunal Supremo estimase probado que Delcy Rodríguez pasó la noche del 19 al 20 de enero de 2020 en las zonas de tránsito del aeropuerto de Madrid, sin que se incurriera en incumplimiento alguno de la prohibición de que accediera a territorio comunitario. 

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Un asunto sobre el que también la Audiencia de Madrid concluyó que “no se da conducta prevaricadora ni de otro carácter delictivo” cuando desestimó los recursos de apelación de Vox, peor que Feijóo alimenta dando pábulo a la teoría según la cual Rodríguez entregó maletas con un valioso contenido secreto al entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos.

Como también da credibilidad a la teoría de conspiración de que, en sus relaciones con Marruecos, Sánchez está siendo chantajeado por los servicios secretos de Rabat bajo amenaza de divulgar supuesta información sensible presuntamente robada de su teléfono móvil cuando fue atacado con el software de espionaje Pegasus.

Las sospechas que el espacio mediático de la derecha ha sembrado sobre Sánchez y su mujer son múltiples. Primero diciendo que el Gobierno rescató a la compañía Air Europa durante la pandemia para favorecer a Begoña Gómez. Insinuaron que tenía una relación de amistad con su máximo responsable y que su trabajo se había beneficiado de patrocinios otorgados por la aerolínea. Y han tratado de vincularla con el caso Koldo subrayando los vínculos con Air Europa de uno de los imputados en esta causa. Todo sin pruebas.

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