Librepensadores

En defensa del Estado

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Pedro Crespo

Estado sí o Estado no, esa es la cuestión. Por lo que a mí respecta, anticipo ya que Estado sí, y además Estado fuerte y firme porque es necesario para proteger a la ciudadanía, especialmente a los más vulnerables. Un Estado y todas sus administraciones públicas desarrollando todas y cada una de sus múltiples actividades a través de un Gobierno decente y valiente es necesario, hoy más que nunca, en circunstancias tan difíciles como las actuales y ante las perspectivas económicas y sociales que se nos presentan. Primero tiene que estar siendo capaz de navegar entre una gran tormenta en forma de covid-19, con un barco muy tocado por irresponsables e interesadas restricciones anteriores; después, y casi a la vez, ha de reparar y fortalecer la embarcación por si vuelven nuevas tempestades más adelante, y también tiene que atender a toda, repito, toda, la tripulación, y no solo a los más favorecidos por las razones que sean, para garantizar que todos tienen sus necesidades vitales cubiertas sin que nadie se quede atrás.

Vivimos en un mundo en que, salvo contadas excepciones, se ha impuesto una política neoliberal de recortes y escaseces para una gran mayoría de la población, y en que los ricos cada día lo son más, y los pobres, también, cada día lo son más. Un mundo en el que las desigualdades, con crisis o sin crisis, son más y más grandes.

Aquí, en España, también se dan esas situaciones. Mientras unos esperan en una cola para recoger una bolsa de comida para la familia, otros están pidiendo que se abran fronteras y vuelen los aviones para viajar con su mochila cargada de billetes hacia un paraíso fiscal, a depositarlo.

También aquí, en nuestro país, observamos la presencia de algunos malos aprendices de neoliberalismo, e incluso algunas peores alumnas que copian, imitan y siguen las directrices de esos malos aprendices, que, probablemente, hayan leído a Nozick, a Hayek, a Hoppe, etc. (seguramente a Rawls, no), pero les falta clase, coraje y valentía para expresarlo y defender públicamente sus teorías. Intentan copiar esa ideología verbalmente, pero a la hora de la verdad se esconden tras los carteles electorales buscando el voto y escondiendo sus verdaderas intenciones hasta alcanzar el Gobierno, en cuyo caso lo ponen en práctica lo mejor que pueden y saben. Y que cuando no gobiernan lo llevan mal, se inhiben de los grandes problemas de todos los ciudadanos y torpedean a quienes en ese momento ejercen el poder. No seré yo quien diga que se alegran, pero sí que parecen creer que les vienen bien para sus pretensiones políticas: ETA, Cataluña, covid-19…

Estos aprendices de neoliberalismo quieren poco o casi nada de Estado, pero trabajan para quienes cuando todo va bien establecen un sistema de bonus y salarios muy altos y reparten dividendos, y cuando hay crisis vienen a papá Estado a preguntar “qué hay de lo mío”, es decir a pedir subvenciones y ayudas financieras, y facilidades para hacer despidos baratos.

Pero debemos reconocer que los ciudadanos de a pie también tenemos nuestras responsabilidades. Nos asisten derechos, pero igualmente tenemos deberes que cumplir; no podemos ni debemos inhibirnos de la política (la política debe ocuparnos a todos y no sólo a los políticos “profesionales”), limitándonos a votar cuando se nos llame a las urnas; no podemos limitarnos a criticar todo y a todos, ni decir que todos los políticos son iguales porque, en mi opinión, no todos son iguales. Debemos oír, ver y leer todo cuanto podamos, después tener criterio y opinión, y, cuando llegue el momento, votar con convicción. Y, siempre, controlar y exigir a quienes nos representan y a los demás, trabajo, seriedad, respeto entre ellos y a los ciudadanos y, sobre todo, honradez.

Está claro. Estado sí y fuerte. Y un Gobierno que lo administre con valentía, honradez y justicia redistributiva de la riqueza.

Pedro Crespo Rubio es socio de infoLibre

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