A la derecha no le gusta la democracia

Luis del Castillo Vergara

Más allá de lawfares, de lobbies y de fakenews, lo que está sucediendo en la política española no es nuevo. Únicamente que ahora el altavoz es más grande y la capacidad de análisis, por desgracia, más pequeña, lo que implica un seguidiismo ciego y a pies juntillas que repite como si fueran mantras todo aquello que ha oído. 

La derecha siempre ha entendido el poder como suyo, como algo que le pertenece y que (por desgracia) se ve obligado a someter a plebiscito en las urnas cada cierto tiempo. Con la (desagradable) sorpresa para ellos de que a veces éstas les resultan esquivas.

Conforme pasa el tiempo, las insidias y la presión van en aumento, así como la mediatización de una sociedad a la que se va cociendo a fuego lento

Es en este momento cuando activa su maquinaria: jueces, medios afines, lobbies y su propia actividad política, para intentar deslegitimar lo que la ciudadanía con sus votos no le dio. Esto, que bien podría calificarse como un golpe de Estado blando, comienza a fraguarse desde la misma noche que los resultados electorales le resultan adversos, mediante declaraciones y avisos a navegantes de lo que podría suponer un gobierno de otro signo político. Conforme pasa el tiempo las insidias y la presión van en aumento, así como la mediatización de una sociedad a la que se va cociendo a fuego lento.

Como hemos dicho antes, nada nuevo bajo el sol. Pero en esta época de inmediatez y omnipresencia de redes sociales que vivimos, resulta mucho más patente y, al mismo tiempo, preocupante, de lo que lo era años atrás.

Y es preocupante porque su falta de escrúpulos les lleva a no tener límites y pasar por encima de todas las reglas democráticas y del respeto que se presupone a quienes optan a gobernar un país.

A la derecha no le gusta la democracia, y menos aún cuando ésta le es esquiva en las urnas. 

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Luis del Castillo Vergara es socio de infoLibre

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