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La oportunidad de transformar el país

Unai Sordo

Las jornadas previas a este Primero de Mayo han estado mediadas por la duda del presidente del Gobierno de continuar o no en el cargo. Esta situación, por más inédita, confusa y controvertida que pueda ser, ha puesto de manifiesto algunos de los riesgos de deterioro de los sistemas democráticos en general, y del español en particular.

Un ejemplo evidente de ese deterioro es que se pretende normalizar el “secuestro” del poder judicial, uno de los tres poderes del Estado, bloqueando su renovación, u ofreciendo la misma, en todo caso, a cambio de des-democratizar ese poder judicial. Porque eso y no otra cosa, sustraer a uno de los tres poderes del Estado del escrutinio democrático, es lo que subyace tras el planteamiento de que sean “los jueces quienes eligen a los jueces”.

Igualmente se pretende normalizar la mentira, el bulo, la insidia, la calumnia, como formas habituales de conducir la conversación pública, deteriorando así la legitimidad democrática de las instituciones. Una galaxia de intoxicadores cotidianos debilitan la consistencia de los espacios de confianza común que requiere cualquier proyecto de convivencia y de construcción de sociedad y de comunidad.

Se pretende normalizar la mentira, el bulo, la insidia, la calumnia, como formas habituales de conducir la conversación pública, deteriorando así la legitimidad democrática de las instituciones

El riesgo reaccionario tiene características propias de la historia y de la idiosincrasia de nuestro país (las clases sociales desestabilizantes suelen corresponder a la expresión más retardataria del capitalismo español, especializada en la extracción parasitaria de recursos públicos y la gestión del rentismo improductivo), pero no es exclusiva de nuestro país. La presencia del populismo reaccionario y nacionalista es la gran incógnita a desvelar en las próximas elecciones europeas. Su capacidad de lastrar la integración del proyecto europeo y acelerar la irrelevancia en el contexto mundial de la Unión es el gran riesgo de que esa incógnita arroje un resultado negativo.

Este tipo de dinámicas suelen aparecer en las sociedades cuando se combinan periodos consecutivos de crisis y a la vez procesos transformadores en sociedades que se sienten abruptamente alteradas en sus certezas y espacios de seguridad. Y en buena medida, en esa situación estamos.

El lema central para este Primero de Mayo es “Por el pleno empleo”. Y no se ha propuesto por un exceso de optimismo. Lo hacemos porque este escenario puede abrirse en España en un plazo razonable. Y también porque la apelación al pleno empleo está relacionada con una lectura esperanzada para la sociedad española del efecto que buena parte de las transformaciones en marcha pueden conllevar para nuestro país. 

Actualmente asistimos a una inestabilidad geoestratégica en el mundo que es causa y consecuencia de las transformaciones en marcha. Una de ellas es la transición desde economías y sociedades basadas en las energías fósiles, hasta un mix crecientemente dominado por las energías renovables. Y esta transición —cuyos ritmos, intensidades y consecuencias dependen en gran parte de cómo se encaren desde las políticas públicas— puede acarrear unas consecuencias inéditas para España. En nuestro país apenas ha habido reservas de petróleo, gas y carbón. En España ha sido habitual que todo el superávit comercial que deja el turismo a lo largo de un año se lo coma el déficit comercial energético. Sin embargo, sí somos, o podemos ser, una potencia en la generación energética y de electricidad basada en fuentes renovables como la fotovoltaica, la eólica o la marina. No teníamos petróleo ni gas, pero sí sol, costa, viento y territorio.

Esta posibilidad debe concebirse como un eje estratégico para que nuestro país movilice inversión productiva y se genere empleo. Por eso CCOO considera que es clave renovar la apuesta por las políticas industriales y de desarrollo sectorial. No obstante, estas políticas no deben limitarse a la manida fórmula de la colaboración público-privada, —habitual eufemismo para referirse a nutrir cuentas de resultados privadas con recursos públicos en sectores de actividad concertada—, sino a una movilización de recursos públicos que condicionen decisiones estratégicas de inversión de largo plazo de sectores privados. Los datos nos dicen que los márgenes empresariales están en récords históricos. Los recursos de los Next Generation son una palanca determinante. Quién y bajo qué parámetros acometa el reto de activar toda esa inversión potencial, es decisivo.

El lema central para este Primero de Mayo es “Por el pleno empleo”. Y no se ha propuesto por un exceso de optimismo. Lo hacemos porque este escenario puede abrirse en España en un plazo razonable

Asimismo, tan importante es generar empleo como que este sea de calidad. Digámoslo por derecho: en España se está en condiciones de definir los términos de concurrencia de nuestro país en la economía global. Si en otros momentos históricos, como el proceso de industrialización tardía de los 60 y los años post-desindustrialización de los 90, la apuesta fue por un país de bajos salarios, altas tasas de precariedad, temporalidad en el empleo y fiscalidad insuficiente (competencia low-cost), es el momento de modificar ese patrón de competencia. Es injusto, es ineficaz y es innecesario.

Además, la gestión de las crisis laborales tras la pandemia demuestran que se pueden hacer cosas distintas y dan mejor resultado en términos sociales y económicos. Reducir a menos de la mitad la temporalidad, subir el SMI un 54 por ciento, intervenir vigorosamente el mercado laboral a través de los ERTE en lugar de facilitando el despido, ha consolidado las mejores tasas de empleo de nuestra historia. Y cabe añadir que las ocupaciones más cualificadas concentran dos tercios del empleo neto creado desde 2018.

Hay que continuar por este camino, también reduciendo por ley la jornada laboral, mejorando los sistemas de control horario, modificando la regulación de la contratación a tiempo parcial de manera que se pueda consolidar más jornada ordinaria en un tipo de contratación muy feminizado —y que explica una parte de la brecha de género—, o modificando el régimen de despido.

Un modelo laboral más equilibrado, democrático y con mayor grado de participación de las personas trabajadoras a través de procesos de sindicalización es decisivo para afrontar los retos de la organización del trabajo y el tiempo de trabajo, o la aplicación de los potenciales de la digitalización a la gestión de la producción y del sistema de relaciones laborales. Frente a la tendencia autoritaria, la participativa. Mejores empleos y mejores condiciones de trabajo redundan en fortalecer los proyectos empresariales que se rentabilicen basándose en parámetros distintos a los bajos salarios y la competencia desleal del incumplimiento sistemático de la ley.

La gestión de las crisis laborales tras la pandemia demuestran que se pueden hacer cosas distintas y dan mejor resultado en términos sociales y económicos

Este Primero de Mayo volvemos a recuperar la reivindicación de los servicios públicos. El grado de civilización de un grupo humano se define en buena parte en cómo se curan, cómo se cuidan y cómo se enseñan las personas que componen ese grupo. Mediante espacios de vínculo común y solidaridad mutua, articulados en torno a una fiscalidad suficiente y los citados servicios públicos; o bien mediante la ley de la selva, la desigualdad y la segregación, implícita en la privatización de las partes rentables de la sanidad, la educación, o los cuidados.

Necesitamos una estrategia de cuidados para que la Administración garantice hacer frente a las situaciones de dependencia que se dan en la vejez, en la niñez, en situaciones de discapacidad, o de manera sobrevenida. 

La feminización de los cuidados en el ámbito doméstico y familiar es la variable más decisiva a la hora de entender las desigualdades de género en el ámbito laboral. Con sesgos de clase evidentes. Por tomar un ejemplo, la tasa de escolarización de niños de 0 a 3 años supera el 60 por ciento entre las familias con mayores niveles de renta. Y baja a un 25 por ciento en las de menores recursos económicos. La extensión de esta escolarización es crucial para la permanencia de los progenitores —sobre todo las madres— en el mercado laboral. El hecho de que no haya plazas públicas suficientes supone entregar un nicho de ventaja a los sectores privados o concertados de la educación. Así, se puede afirmar que la segregación de clase empieza en la cuna.

El Primero de Mayo también reivindicará políticas ambiciosas de vivienda. Hoy el acceso a una se ha convertido en un succionador de recursos de la clase trabajadora y un lastre económico para España. No puede ser que más de la mitad de un salario se vaya en un alquiler o una hipoteca, para una juventud trabajadora que tiene edades de emancipación medias cuando ya casi dejan de ser jóvenes.

Y por supuesto se apuesta por la paz y por no confundir la necesidad dentro de la UE de aumentar nuestra autonomía estratégica teniendo en cuenta las dinámicas globales, con un creciente discurso belicista que augura malos tiempos. Hay que tomar partido ante la masacre que Israel está perpetrando en Palestina y apostar por vías para la configuración de un Estado palestino viable.

En definitiva, este Primero de Mayo hay que salir a las calles. Por el pleno empleo y por la defensa de la democracia. Costó mucho conseguir un sistema político en el que los gobiernos fueran elegidos por la ciudadanía y no por los poderosos. Los derechos no se heredan y las garantías democráticas, tampoco. Este Primero de Mayo, todas y todos a las más de 70 manifestaciones convocadas a lo largo del país.

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Unai Sordo es secretario general de Comisiones Obreras.

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