Mariano Rajoy

Mariano, mire ‘ustez’

Rebeca Romero

Estimado Mariano:

El 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. No hay una causa que me merezca mayor respeto, por eso sé que quienes luchan también el resto del año por mejores y suficientes medios, por la dignidad y por la normalización de este tipo de dolencias no me van a tomar a mal que sea políticamente incorrecta.

El caso es que de un tiempo a este parte he empezado a oír voces o, mejor dicho, estoy al límite de comenzar a oírlas. No sé cuántas serán ni con qué intenciones vendrán, aunque algo me dice que no planean nada bueno. Y no contra mí misma, que para la autodestrucción no necesito mucho más que mi propia voz interior, sino contra todos los que puedan tener alguna responsabilidad sobre mi diagnóstico, entre los que obviamente se encuentra ustez. He de añadir que es un diagnóstico, seguro, común a unos cinco millones de compatriotas, con lo que estaríamos hablando ya no de un pelotón, sino de un auténtico ejército de personalidades múltiples dispuestas a dar rienda suelta al puto eufemismo de la versatilidad en la búsqueda activa de empleo.

Equilibrio y funambulismo

Sé que me dirá que entre esos cinco millones yo soy una especie de privilegiada –la herencia católica es lo que tiene, asumir como privilegio estar unos puestos más arriba que tú en el umbral de la pobreza– pero, lo siento, y no lo tome como una amenaza, ni con privilegios consigo aplacar lo que por ahora está empezando solo como ligeros susurros. Sí, del funambulismo sin red que supone el desempleo a la pérdida del equilibrio, porque hablamos de una práctica, la de buscar curro, que requiere de mucha concentración pero que, sin embargo, cada vez está rodeada de mucho más ruido.

Hasta ahora ha tenido ustez la suerte, al menos conmigo, de que soy algo budista y de que soy digna hija de mi madre; por eso, tanto mis médicos, familiares y amigos están tranquilos, porque saben que estoy bien ejercitada en eso del: si te caes, te levantas, aunque sea a base de mucha sangre, sudor y lágrimas, que también soy digna heredera de los fans de Fama. Pero lo de las voces...

Por mi ascendente en Saturno podría pensarse que, bueno, de algo de bipolaridad siempre he padecido (Rebeca Merkel-Anne Romero), pero esto es distinto, porque no es una misma voz con distintos registros sino una suma de chillidos que se mezclan y se confunden diluyendo así tu identidad y produciendo una extraña disociación de la realidad real, valga la redundancia.

Fondos de armario

Al principio me divertía, por mi vena comiquera, lo de meterme en la cabina y cambiar el disfraz según tocara venderse como activista, ejecutiva agresiva, simple plumilla o lo que sea 2.0. Además, como dice un amigo mío, la ventaja de haber invertido más en fondo de armario que en hipotecas me ha permitido ir superando estos años de parada de larga duración no sólo con mucho estilo sino con los complementos adecuados para cada personaje.

Al principio, también enriquecía o te creías que enriquecía reciclarte, formarte, reinventarte, saberte con capacidad y sobrada experiencia para abarcar un radio de posibilidades algo menos limitado que el que te da la hiper especialización. Es lo que recomiendan, además, todos esos estúpidos manuales tipo: Los 10 mejores consejos a la hora de encontrar empleo.

Y ahora ustez me dirá: "Precisamente, señorita..." Uf no, eso es lo que me diría Fraga; ustez es más de... Uf, no, perdón, he dicho bien; Fraga diría: "mi querida amiga", lo de "señorita" es más pontevedrés, por lo de las puestas de largo y todo eso, imagino. ¿Ve?, las voces, que ya empiezan a confundirme.

Retomando, su consejo sería uno de esos de los Manuales, el de "crea en sí mismo, sea usted mismo". La verdad es que a ustez le va bastante bien aplicándolo, bueno, el 20-D se verá cómo de bien. Hasta produce cierta ternura su espontaneidad en forma de, por ejemplo: "¿Y la europea?" o cuando se queda tan ancho con lo de los platos, los vasos y los tratados internacionales. No lo había pensado, pero igual le digo a la voz que corresponda en mi hipotética próxima entrevista o en mi siguiente carta de desmotivación que haga lo propio, que suelte una perogrullada al más estilo presidente y a ver quién es el guapo que se atreve a negarme el trabajo.

Sin metáforas ni lorazepán

¡Ser uno mismo! ¡qué utopía! Primero, porque entre la nada y los rechazos uno deja de serlo. Más allá de la metáfora de las voces, aunque a muchos les apremie tanto cubrir las necesidades más inmediatas que piense que no tiene tiempo para saber si goza de buena salud, esta es la primera que se resiente con el desempleo y la última que se trata, porque de lo que hablamos, sí, no es de salud física sino mental, de una dolencia que no distingue ni de edad, ni de género, ni de clase social y que requiere de un diagnóstico y de un tratamiento que van mucho más allá del lorazepánlorazepán.

Pero no, señor Rajoy, no se lance, que en ninguna de mis voces soy Carlos Alsina, así que respire antes hasta diez y no me conteste que le he dado una gran idea, invertir lo que corresponde en psicólogos y psiquiatras y asunto zanjado. Aunque deba de hacerlo, pero por otros motivos.

Hay dolencias que no tienen cura ni con pastillas ni con terapias y una de ellas es el paro. El paro se cura con trabajo, con digno trabajo. Las pastillas y las terapias tan solo rehabilitan: de la frustración, del aislamiento, del sentimiento de culpa, de la baja autoestima... de las voces, en definitiva, que no te permiten ser tú mismo, que te destruyen, que lo único a lo que te conducen es a la mala hostia, a presentarte ante tu próxima entrevista con ganas de ser tú el que haga las preguntas e insultar al típico de Recursos Humanos que te plantea: ¿cómo te ves dentro de diez años? o que te responde: "tú vales mucho pero nos hemos decidido por otro candidato que se ajusta más al perfil que necesitamos en estos momentos". No voy a entrar ahora en si ese perfil, oh casualidades de la vida, ya estaba trabajando desde antes de que acabara el plazo de la convocatoria, esa es otra historia, esa es otra misiva, pero tranquilo, señor Rajoy, que ya no será usted el destinatario.

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Agradecidas, mis voces y yo, por el tiempo que seguro no nos ha prestado, reciba un cordial saludo. Sin rencor, ya le he dicho que, en mi caso, por ahora son sólo un susurro. De los más de cuatro millones restantes yo ya no me hago cargo pero multiplique... y quizás el 20 de diciembre.

Firmado: Mis voces y yo

Rebeca Romero es socia de infoLibre

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