CULTURA POLÍTICA

Marx se instala en Lavapiés… llegado de Japón

Francisco Valero y Nora Gehrig, Bakunin y Tussy en la obra.

En una taberna de Lavapiés, había un parroquiano…

En una de esas callejuelas en pendiente sinuosas y desvaídas que surcan el barrio madrileño de Lavapiés, se esconde una taberna a la vieja usanza, con sus mesas de madera y sus botellas de cerveza de importación, de cuello grueso y contenido amargo. En su interior, tres personajes charlan encendidamente. Discuten sobre la organización social, la familia, el dinero, los conflictos, las injusticias. Parecerá una conversación cualquiera, más aun en estos tiempos donde cada vez resulta más complicado evadirse de la cruda realidad.

Y sin embargo, no lo es. Porque dentro de esas dos mujeres y de ese hombre se esconden en realidad Karl Marx y su hija Tussy, acompañados del anarquista ruso Mijaíl Bakunin. ¿Que no le salen las cuentas sobre quién es quién? Eso es porque en Marx en Lavapiés, una propuesta escénica de TurliTava Teatro que explora el pensamiento recogido en El capital, el filósofo alemán se ha reencarnado en una mujer.

Reencarnado, quizá, no sea la palabra adecuada. Mejor, transmutado. Porque Marx sigue vivo (o viva), y continúa analizando cerveza en mano las consecuencias de una mala comprensión de su legado. Porque él, asegura vehementemente, no se siente en absoluto marxista. “Se trata de poner su figura en otro contexto, ahora el de la muerte de las ideologías”, explica Victoria Peinado, la directora. “No es tanto una reivindicación, sino una puesta en debate: no queremos defender a Marx, sino discutirlo”.

Inspirada en el libro de Howard Zinn Marx en el Soho (1999), la obra, que se representa todos los viernes y sábados hasta el 29 de junio en el Teatro de la Puerta Estrecha de Madrid, es una adaptación de Benjamín Jiménez de la Hoz, en la que del cosmopolita barrio londinense, el protagonista se mueve a uno de sus equivalentes más cercanos en España, el multicultural y políticamente activo Lavapiés. “Para la adaptación, pensamos en Beatriz Llorente para el papel de Marx”, añade Peinado. “Lo que sirve para reivindicar el papel de la mujer en la revolución social”.

Vestidos con ropa actual, porque su existencia transcurre a día de hoy, los personajes se dirigen al público al tiempo que se enzarzan en contínuas discusiones entre ellos. Marx recuerda a su mujer, Tussy recuerda a su madre. Bakunin recuerda que para todo es necesario un contrapunto. “Hemos tratado de acercar los personajes”, dice Peinado. “No modernizarlos, sino hacer que lleguen a cuerpos de hoy, y que la gente vea los claroscuros que tienen”. Juntos, hacen memoria de los descalabros ocasionados por una interpretación errónea del pensamiento de Marx. “No contábamos con la astucia del capitalismo”, dicen en sus diálogos, divertidos, incisivos y esclarecedores.

Al final de las cervezas, de echar la vista atrás y de mirar al futuro desde un presente marcado por el aparente fracaso de una era económica, los personajes salen de la taberna y se pierden entre aquellas sinuosas y desvaídas calles de Lavapiés. “Decidimos que ellos se quedan para ser uno más”, explica Peinado. “Porque la respuesta a los problemas es que cada cual tiene que formar su propia respuesta: la actual situación es inadmisible, y no tenemos que esperar a que lleguen los líderes”.

… que en Japón fabricaba quesos

Habitante de un mundo lejano a Lavapiés, Robin es un chaval trabaja mano a mano con su padre. A duras penas, entre los dos consiguen fabricar unos excelentes quesos que venden una vez a la semana en el mercado de su pequeño pueblo japonés, donde siempre se agotan. Cuando un inversor capitalista echa el ojo a tan apetecible negocio, el quesero se tendrá que enfrentar a una realidad tanto o más precaria -si no en pecunia, en valores éticos- que la que llevaba con su esforzado progenitor.

Perfilados en blanco y negro, Robin, su padre, el empresario capitalista y otros cuantos personajes más con cuerpo de tinta china son los protagonistas de El capital, un manga que acaba de lanzar la editorial Herder. Antes de este título, la casa ya había publicado cómics de factura japonesa de otras grandes obras filosóficas, desde el Así habló Zaratustra de Nietzsche a El contrato social de Rousseau.

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“¿Sabes de qué está hecho el dinero?”, le dice su padre cuando sabe de la oferta que recibe Robin de abrir una fábrica. “Está hecho del trabajo y del tiempo de las personas”. Poco le importa. Desde que su madre muriera en la miseria, él solo vive con la obsesión de hacerse rico.

Explotación, compra y venta del trabajo, el valor, la plusvalía

…. El protagonista recorrerá capítulo a capítulo, paso por paso en la configuración de su empresa, los conceptos que definen el capitalismo. Por el camino, un joven obrero de nombre Karl, le hará saber que los hombres, a diferencia de las máquinas que tienen que operar, no son esclavos del trabajo. 

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