Festivales

Corrupta Semana negra

Los viajeros del 'Tren negro' a su llegada a Gijón, con el director, José Luis Paraja a la derecha.

Este tren ya partió. Partió, surcó y alcanzó su destino: Gijón. El famoso convoy que ayer trasladó a un centenar de escritores desde la madrileña estación de Chamartín hasta la tierra que, durante unos días, se riega con sangre y lágrimas, marcó como cada año el inicio de uno de los más importantes festivales del mundo dedicado al género más macabro –y muchas de las veces, trepidante-, de la literatura: la novela policíaca y de misterio.

La Semana negra, que hasta el día 14 celebra su 26ª edición, la primera a cargo de José Luis Paraja, que sustituye a Paco Ignacio Taibo II tras una pasada convocatoria movida (casi en el último minuto pudieron resolverse los conflictos con vecinos y ayuntamiento que estuvieron a punto de dar al traste con la celebración del certamen), llegó a la estación de la localidad asturiana cargada de renovadas ambiciones y grandes proyectos.

En un antiguo astillero que mira al Cantábrico se desarrollarán decenas de actos, encuentros y muestras de la mano de autores internacionales –desde Alicia Giménez Bartlett a Cristina Fallarás, ganadora del último premio Hammett, que se concede durante el certamen, a Guillermo Saccomano, Horacio Convertini, Javier Calvo o el premio Pulitzer Javier Bauluz, que organiza unas jornadas de fotoperiodismo-, entre los que se concederá un espacio destacado al cómic.

En esta categoría, el argentino Enrique Breccia será homenajeado por medio de una exposición y la publicación de un catálogo con el que bucear en su vida y obra. También participarán nombres como Howard Chaykin, creador de American Flagg, Kiko da Silva, humorista de El jueves, o Darío Adanti, de la revista Mongolia. Junto a él se montaron en el tren Eduardo Bravo, Fernando Rapa y Eduardo Galán, compañeros de redacción. El plan que se traen entre manos es ir a Gijón a montar este sábado el espectáculo: el Mongolia medicine show.

“Es como lo que hacían los curanderos en el lejano Oeste cuando iban por los pueblos: llevaban medicinas que no funcionaban, porque eran en realidad placebos, y ellos unos estafadores”, cuenta Galán. “Y este es un show sobre la actualidad política que igualmente no ayuda a nada, pero hace que te sientas bien por una hora”. Como los tiempos están más bien “un poco revueltos”, el monólogo (que repetirán el próximo miércoles en el festival madrileño Fringe) no le irá a la zaga. 

¿Que no ven relación con la Semana negra? Descifren las pistas. Dedúzcanlo, sobre todo, de la temática a la que se dedica esta edición: los delitos de cuello blanco. Léase, las corruptelas varias procedentes de personajes que, por su estatus, se creen impunes o incluso directamente inocentes, y que en los últimos tiempos llenan más páginas de periódicos que de ficciones. "Lo que se ha producido en España no es una crisis, sino un crimen", dice Galán. "Hay responsables de uno u otro tamaño, y nosotros señalamos a alguno mediante el monólogo".

Una situación tan absurdamente disparatada como la que está teniendo lugar en España, añade el mongolo, sería "muy complicada de explicar desde un género que no fuera la sátira". "¿Cómo vas a contar desde el drama que un señor con gafas oscuras gana no sé cuántas veces la lotería, se hace un aeropuerto en Castellón y encima es capaz de decir que Bárcenas es un sinvergüenza?"

Como, además, se ve que a estos chicos no les gusta desentonar allá adonde van, ayer lanzaban su número de verano, el más negro de su historia. Negro porque podría ser retirado de los quioscos por haber publicado unos emails personales de Urdangarin, y negro por el color con que han pintado a Bárcenas, a quien reclaman como el Nelson Mandela patrio. "Si este señor ha amasado una fortuna de por lo menos 48 millones sin que nos enteráramos, que se ponga a cargo del país, que lo arregla". 

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