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Novela

Vicente Valero: “En toda vida hay un potente relato de ambición y fracaso”

El escritor Vicente Valero.

No hay familia, o casi, que no cuente entre sus filas alguna oveja descarriada, hombres o mujeres decididamente dispuestos a desmarcarse del redil. Esas presencias –o, en su caso, ausencias- marcaron desde muy joven al poeta ibicenco Vicente Valero, cuyo imaginario infantil se nutrió de las leyendas hilvanadas con retales de conversaciones de aquí y de allá, palabras escuchadas de las bocas de parientes sobre aquellos otros parientes, que él ha querido llamar Los extraños. Después de seis poemarios, incluido el premio Loewe de 2008, Días del bosque, y cuatro libros de ensayo, Valero firma con ese título su primera novela (editada por Periférica), un relato autobiográfico escrito desde la influencia que en la suya han ejercido las biografías de cuatro de esos poderosamente atrayentes personajes.

Un militar destinado en África que se embarca junto al padre de El principito, Saint-Exupéry, en el rescate de un aérodromo; un ajedrecista que llega a medir sus fuerzas con Bobby Fischer; un bailarín capaz de hacerse un nombre internacional y un comandante de la Segunda República fueron aquello y también distintas ramas de la genealogía de Valero. A lo largo de los años, este ha ido recopilando documentos y fotografías dispersas en paralelo a distintos viajes que ha realizado por el mundo, donde ha ido recogiendo los pedazos que permanecían de las historias de quienes fueron su abuelo, su tío su tío abuelo y su otro tío.

“La novela surge como una necesidad que tenía desde hacía mucho tiempo. Lo que me faltaba era un estilo propio para poderlo contar adecuadamente. Yo, que vengo del mundo de la poesía, sé que en estas cuestiones solo cabe esperar, porque a veces haces cosas que te das cuenta de que no son tu tono ni tu voz, y en ese sentido la experiencia de la poesía me ha ayudado a trabajar”, explica el escritor que, ahora que por fin se ha deshecho de ese peso que arrastraba desde su infancia, siente una ambivalente impresión de “satisfacción” y de “frustración”, esta provocada por “la ingenuidad de pensar que iba a poder reconstruir vidas ajenas a la mía”.

Confrontaciones, confluencias y viajes

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“En cada uno de los relatos se plantea qué tengo yo de ellos moral y físicamente, incluidos los objetos o fotos suyas que poseo, y también trato de decir qué hay en mi carácter que pueda provenir de ellos”, adelanta Valero, que subraya que “la relación que establece una familia común con esos individuos que por ciertas causas se alejaron es siempre una fuente muy rica de imaginación. Lo que yo he tratado es de recordarlos y homenajearlos, he intentado reconstruir ese mundo, pero la reconstrucción es casi imposible, porque el significado de una vida no se puede narrar”.

Con una prosa tan limpia como exquisitamente trabajada, el autor no solo hunde su memoria en los recuerdos de sus ascendientes, sino que también retoma, de manera indirecta, un tema recurrente en su obra: la isla de Ibiza. La isla como aislación y escape. “Hay una dialéctica entre el acercamiento de los que buscan un paraíso en la isla y el alejamiento de los que se marchan para encontrarlo fuera”, señala Valero, estudioso de la influencia de Ibiza en la obra de Walter Benjamin. “La isla es un lugar de expectativas para el que llega, pero también para el que se va: crea un estado de ánimo y de conciencia”.

Erigido en protagonista de un libro que tiene por protagonistas a cuatro hombres que no son él, Valero recuerda que, ante todo, “la memoria es una gran ficción”. De poco sirve pues calificar la obra de auto o simplemente biográfica, cuando “todas las biografías son una ficción”. No implica aquello que no pueda hallarse grandeza en esas vidas, si “todas, por insignificantes que sean, tienen un potente relato de ambición y fracaso. Siempre hay un debate entre la realidad y el deseo”.

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