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Literatura

Adiós a Gabo, niño por siempre

El premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

“Es difícil que haya una línea en alguno de mis libros que no tenga su origen en la infancia. Durante los primeros ocho años de mi vida ocurrieron o viví, tuve las experiencias que luego he elaborado poéticamente, literariamente a través de toda mi vida, y pocas experiencias posteriores me han sido tan útiles como las de la infancia”. Lo dijo en una antigua entrevista Gabriel José de la Concordia García Márquez. El niño y el hombre, el poeta, el taumaturgo que transformaba las palabras en deslumbrantes tesoros, joyas universales como Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada. Como ha sido la suya, que le ha llegado este jueves en la capital de México a sus 87 años, tras una larga época de enfermedad y declive físico y mental.

Aracataca

, en el Caribe, fue el escenario de aquellos años de formación que arrancaron un 6 de marzo de 1927 y que -quizá ni aquel niño de la imaginación desbordante lo hubiera soñado- le llevarían a conseguir el Nobel de literatura en 1982, el máximo de los reconocimientos. De allí, de aquellos brillantes paisajes colombianos, surgiría la inspiración para levantar el mítico, casi mitológico pueblo de Macondo, hogar de su familia Buendía, clan perteneciente a otro mundo, mágico y místico, cuyas calles y edificios ya recreara en La hojarasca, la primera de sus once novelas. A estas se suman en su bibliografía decenas de relatos, una obra teatral, dos guiones y una amplia producción periodística.

Formado como periodista y abogado, escritor de nacimiento, García Márquez vio impresas sus primeras líneas en el periódico bogotano El espectador, que publicó en 1947 su cuento La tercera resignación. Antes, en su época de instituto, había firmado bajo el seudónimo de Javier Garcés, del que pronto se desprendería para revelarse él, Gabo. Gabo el que siempre, siempre, fue escritor. Gabo el que también, en paralelo, ha sido pensador político, defensor de la izquierda y controvertido amigo de Fidel Castro. Aunque, como él mismo subrayó, nunca fue comunista, sino socialista, la opción que él consideraba viable para su América, la Latina.

Gabo periodista: la escuela de un Nobel

Gabo periodista: la escuela de un Nobel

La explosión que produjeron aquellos Cien años de soledad (1967), pieza fundamental del género del realismo mágico, detonaría, si no el inicio, sí la elevación a los altares del Boom de la literatura latinoamericana, movimiento al que se adscriben autores como el mexicano Carlos Fuentes, el argentino Julio Cortázar o el otro Nobel, el hispanoperuano Mario Vargas Llosa. A este último le uniría una tirante relación que se forjó en principio como amistad en Barcelona, una de las capitales editoriales de aquellas nuevas letras en español, donde ambos coincidieron a principios de los años setenta. Castro, amoríos y rivalidades profesionales de por medio, aquel duelo de titanes se zanjó de la manera más profana, a tortas.

En ficción compondría García Márquez a lo largo de su carrera otros éxitos como El amor en tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994) o Memoria de mis putas tristes (2004, su última novela), que iría alternando con magistrales crónicas como Relato de un náufrago (1970) o Noticia de un secuestro (1996), algunas publicadas por entregas en la prensa. A lo largo de su vida, el literato vería algunas de sus creaciones adaptadas al cine y, más allá del Nobel, subiría al estrado a recibir premios y honores en decenas de ocasiones.

La salud del escritor comenzó a dar muestras de fragilidad ya en 1999, cuando se le diagnosticó un cáncer linfático, al que se sumó el deterioro neuronal del que su familia viene dando cuenta desde hace años. En los últimos tiempos, los rumores sobre el estado de Gabo -que en 2002 dejaría para la posteridad sus memorias, Vivir para contarla- se habían intensificado tras su reciente ingreso en un hospital de la capital de México, país donde residía desde hace más de cuatro décadas. Le sobreviven su esposa, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo.

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